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La carrera que se resiste a ser oficial

  • Ante el pleno extraordinario que tendrá lugar el próximo martes, es conveniente refrescar la memoria con un repaso sosegado de los acontecimientos acaecidos en los últimos meses

El curso del pasado año de 2016 se cerró con una providencia de los hermanos mayores al consejo que preside Dionisio Díaz: revisar y modificar una carrera oficial que a nadie agradaba desde que el anterior presidente, Pedro Pérez, la trasladara a lo que se vino a denominar como la 'entrada del Tigre', en la zona de la plaza Aladro. Aquella modificación fue el resultado de un problema de seguridad al erigirse una tribuna que recordaba al coliseo taurino de Insurgentes en México. Tras las protestas de los abonados, el movimiento de ficha no se hizo esperar se abrió Aladro.

El nuevo consejo no llevaba en su hoja de ruta una modificación de la carrera oficial. Sin embargo, cosas del destino, está pasando por ser el más controvertido debate que se ha levantado entorno al itinerario común de las cofradías. El día que Curtidores encargue el cuadro para Dionisio Díaz, la pintura podría presentarse bajo el título de 'El Instaurador', por la carrera oficial que pudo haber sido, que no fue y aún está por ver.

El consejo se puso a trabajar. El miembro de la permanente Sebastián Romero llevaba bajo el brazo un proyecto que hace un lustro quiso elevar a Curtidores. Parecía ser la madre de todas las soluciones. La piedra filosofal. Un cambio integral de todo lo visto hasta ahora para llevarla a la plaza del Banco. Dionisio Díaz, en una entrevista concedida a este periódico en noviembre de 2016, aseguraba que podría ser un itinerario cercano a la anhelada Rotonda de los Casinos.

En plena gestación del proyecto, a pesar del sigilo con el que se trabajaba en Curtidores, este medio tuvo acceso a una información solvente sobre lo que se estaba llevando a cabo. El día 6 de julio se publicaba el propósito de la plaza del Banco, dando paso a lo que se denominó como un 'verano caliente'.

El consejo, horas después de aquella publicación, sin un eje con el que contrarrestar la noticia, desmintió a este medio y propició una profunda división en el seno del órgano. Era algo así como la imagen más lejana a rezar un padrenuestro cogidos todos de la mano. Fue una escalada de tensión en la que, por un lado, el consejo intentaba desviar la atención con los fastos del cuarto centenario del Voto mientras que los batiburrillos cofrades se tomaban en solfa lo publicado y se echaban las manos a la cabeza.

Con la llegada del mes de septiembre, la tensión creció. Todo alentado por las redes sociales. Un espacio en el que suele aflorar el presidente que todo cofrade lleva dentro. En este ambiente cada vez más caldeado, se llega al día 12 de septiembre para presentar al Ayuntamiento la propuesta. Toma consistencia la teoría de lo que se denominó como 'la ratonera' y Jerez se convierte en algo parecido a un congreso internacional sobre seguridad. Se da como oficial que el proyecto existe y la opinión pública se erige en especialista sobre materia de protección, excepto el comisario de la ciudad, que, en contra de un primer visto bueno en las reuniones previas, pasa a una postura algo escéptica. Parecía un sinsentido. Así que es el propio Francisco Camas, delegado de Movilidad, quien apremia a la firma de la Mesa de Seguridad para dar luz verde a un proyecto que anularía las tradicionales protestas de los ciudadanos con el tráfico en Cristina. Reseñar que incluso se especuló otorgándole el origen de la idea al propio Consistorio.

Reuniones previas

El consejo comienza las reuniones previas con los hermanos mayores para exponer el proyecto. Tiene que ir alentando a los miembros del pleno mientras que por otra parte su vicepresidente, Miguel Perea, también pone en marcha su ronda de llamadas para advertir de la supuesta 'locura' que esto supondría para la Semana Santa. Por opinar, opinaron todos. Desde asociaciones de comerciantes hasta los más indiferentes a lo que ocurra en las cofradías: los políticos de Izquierda Unida. Se habla de la eliminación de seiscientos palcos y ochocientas sillas, de una Semana Santa para ricos, de familias que verían ultrajada su honra por el simple hecho de reubicar un palco que lleva treinta años en el mismo sitio, comienzan las teorías catastrofistas, las vías de escape y hasta la dificultad para tomarse una cerveza entre paso y paso. Sobre todo si la que asoma es la cruz de guía de los Judíos o el Prendimiento.

Del verano caliente se pasó a un otoño no menos encendido. Las divisiones dentro del consejo iban creciendo hasta el punto de tener que tomar decisiones mucho más drásticas. Dionisio Díaz sacó su casta de presidente y no le tembló el pulso el día 7 de octubre para cesar a su vicepresidente; el cual se erigió en piedra de tropiezo en plena gestación de la propuesta. Perea, por su parte, visitó diversos medios cofrades de la ciudad para dar a conocer su victimismo al sentirse ninguneado cuando obtuvo negativas en el momento de solicitar informes y planos. Díaz afirmó que "todos salimos perdiendo con esta decisión ciertamente desagradable para los cofrades".

El día del patrón, Dionisio Areopagita, el presidente recibió su mejor regalo de onomástica al recibir el respaldo de Mazuelos Pérez. En la iglesia de estilo mudéjar, en el acto del pendón, se dejaron ver ambos conversando entre las sombras de las pilastras. Días después, era la tesorera Rosario Perea quien solicitaba su dimisión por carta. A día de hoy, el presidente no ha nombrado sustitutos en estos cargos.

Pleno de la Atalaya

Con tan sólo veinticuatro horas de margen, el siguiente movimiento del consejo, con el visto bueno de la Mesa de Seguridad, fue convocar un pleno extraordinario.

Se hizo en los Jardines de la Atalaya habida cuenta de que se pretendía mostrar, a través de un audiovisual, lo que tanto se había tapado en semanas anteriores. Era la puesta de largo de la plaza del Banco. Curiosamente, días antes a la celebración del pleno, el consejo se mostraba apagado, como si la popa del barco que habían manejado durante meses estuviera ahora dándole la espalda al ficus gigante con el que se hacían 'memes' desagradables de defecaciones de palomas.

Aquel pleno también tuvo su protesta en la calle. Con manifiesto incluido. Los hermanos mayores iban entrando en la Atalaya con cara circunspecta. Accedieron a la sala y aquello tuvo cierta semejanza con el extra omnes de los cónclaves del Vaticano. Se cerraron las puestas, se esperó la fumata y saltó la noticia. Veintisiete votos en contra rechazaron la propuesta y la carnaza estaba servida. El trabajo del consejo quedó por los suelos.

Este pasado mes de noviembre ha sido el del Jueves Santo. Los hermanos mayores de la jornada del Amor Fraterno quisieron hacer honor a la festividad y se solidarizaron con la cofradía del Huerto, la más afectada con la no aprobación de la carrera del Banco. El trabajo de recogida de firmas no se hizo esperar y, a pesar de un defecto de forma al llevar tres posibles puntos a debatir con menos de dieciséis rúbricas, Dionisio Díaz ha querido convocar el pleno que tendrá lugar el próximo martes día 19.

El obispo de la Diócesis ha venido a caldear algo más el ambiente con una posible dispensa al Huerto si no se recorta la plaza Aladro. Al fondo, dos problemas que tendrá que acometer el consejo. Por un lado convencer a los abonados que en el Arenal no se está tan mal. Por otro, seducir a un Ayuntamiento que tendrá que hacer frente a las modificaciones para la reubicación de palcos. Desde el Consistorio sólo se quiere escuchar percusión cuando llegue la Borriquita. Demasiado ruido en el pasado reciente con sabor a canto de tambores de guerra. En cualquiera de los casos, todo puede suceder. Incluso adelantar los libros de reglas a las cruces de guía por si en una esquina se encuentran dos cofradías y se disputan quién pasa antes por méritos de antigüedad. Aquellos eran tiempos más románticos en los que no había ni palcos ni sillas ni carrera oficial. Ni tampoco cheques a repartir.

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