EL PORQUÉ DEL PARQUÉ

Un carrusel sin tendencia

Los mercados de valores se han convertido desde hace meses en una especie de tiovivo ferial que va y viene continuamente arriba y abajo, sin un rumbo definido, es decir, sin tendencia, pero con una brusquedad alejada de la tradicional parsimonia que caracterizan estos cacharros feriales, pensados para los más pequeños. Antes al contrario, el ritmo de sus movimientos, ora al alza, ora a la baja, pienso que marea al más intrépido de los entusiastas de la calle del infierno.

Y no solamente marea, desconcierta incluso a los más avezados gestores de inversiones bursátiles, ya que el nivel de riesgo que se corre para recoger poca cosecha en forma de plusvalías, no compensa ciertamente. Los sustos que se pasan entrando en días de mercados alegres y de subidas se reflejan a los pocos días desandando el camino con correcciones que se llevan por delante los beneficios que a duras penas habíamos logrado.

Y es que, estos movimientos en forma de V que estamos viendo y que resaltamos en el gráfico que se acompaña, son muy difíciles de gestionar. Primero, porque entramos en niveles superiores a los mínimos. Segundo, porque tampoco vendemos en el mejor precio. Finalmente, salimos, en el mejor de los casos lo comido por lo servido, y con algunas plumas dejadas por el camino.

Hemos comentado en numerosas ocasiones que en los mercados sin tendencia definida es muy complicado hacer trading, porque el análisis técnico funciona mal y el mercado en esas idas y venidas, muchas veces sin ton ni son, se mueve con noticias y rumores incontrolables.

Digo esto porque después de tener la semana más alcista del año, cerrada el viernes pasado, ya tenemos otra correctiva que se va a comer los beneficios de la anterior. Es difícil ser optimista en estos mercados llenos de trampas y con nubarrones sin despejar en forma de precios energéticos, materias primas, inflación, debilidad del dólar, crisis de liquidez, etc.

No obstante, siempre hay quién para consuelo de muchos, nos da unas dosis de optimismo aunque sea para el medio plazo.

Recientemente, el director de inversiones de la gestora de fondos de Merrill Lynch, Bob Doll, apunta a 10 factores positivos que le hacen mantener unas previsiones alcista. Los más relevantes, en mi opinión, serían:

Los indicadores del sentimiento muestran un pesimismo extremo, lo cual históricamente coincide con los suelos del mercado. En segundo lugar, la autoridad monetaria en el ciclo actual está bajando los tipos antes y más rápidamente que en otras crisis. En tercer lugar un dólar barato, que sigue ofreciendo condiciones explosivas para las exportaciones americanas y sirven de contrapeso a la recesión inmobiliaria. En cuarto lugar colocaríamos la salud de las empresas no financieras, con buenos resultados y sin exceso de inventarios. En quinto lugar, la situación de los mercados de crédito ha mejorado notablemente desde la solución al colapso del Banco Bear Stearns. En sexto lugar situaríamos a los factores de valoración técnica, de los que se deducen mayores volúmenes de contratación en los días alcistas que en los bajistas. Por último, según Bob Doll, las valoraciones de la renta variable son muy atractivas, tanto la rentabilidad por dividendo comparada con la del bono a 10 años como la relación precio/beneficio que hoy se encuentra en un nivel más bajo que en el suelo del mercado bajista del año 2002.

Se agradecen, por supuesto, dosis razonables de optimismo, pero la realidad de los mercados, por ahora, no permiten más alegrías que las que dan: flores de un día. Y casi siempre, con espinas.

El índice IBEX-35 durante el mes de abril ha pasado del nivel 13.100 al 14.000. Desde aquí bajó de nuevo al 13.100 y se proyectó a continuación hasta el 13.900 para encontrarse actualmente en el 13.500. Todo esto en menos de tres semanas. De infarto. Por eso, si frente a las palabras optimistas de Bob Doll colocamos al precio del brent, en máximos históricos a 115,40, la paridad euro/dólar, en máximos históricos a 1.596, la inflación española, en máximos de los últimos 10 años y el PIB en proceso de revisión, por fin, que reducirá considerablemente el crecimiento económico, creo que lo más prudente es aplazar las inversiones para después del verano y ver, con calma, como han ido las cosas. Demasiadas incertidumbres para este carrusel de feria dislocado en su tradicional y acompasado movimiento. ¿Y lleva frenos? Sinceramente no lo he comprobado.

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