diego pérez. cocinero jerezano miembro de la tripulación de 'alevante' (1 estrella michelín)

"En la cocina, si no evolucionas y te reciclas, te quedas atrás muy pronto"

  • Estudió en Jerez, marchó a Inglaterra y retornó a la llamada del Chef del Mar

  • Dice que "si alguien importante viene a 'Alevante' preferimos no saberlo, se evitan nervios y fallos"

Diego Pérez posa ayer para este medio en el bar-restaurante ‘El Caballo’ en la plaza del mismo nombre.

Diego Pérez posa ayer para este medio en el bar-restaurante ‘El Caballo’ en la plaza del mismo nombre. / Pascual

El jerezano Diego Pérez, a sus 22 años, tiene el orgullo de poder decir que forma parte de un equipo de cocineros con una estrella Michelín. Se trata del equipo del restaurante 'Alevante', la embajada del 'triestrellado' Ángel León en el hotel Meliá Sancti Petri, en Chiclana.

La historia de este joven es curiosa, pues supone la consecución de un afán, de alcanzar una vocación soñada. "Acabé el colegio y siempre supe que lo que me gustaba era cocinar", destaca antes de señalar que "en cuanto terminé la ESO empecé a meterme más en la cocina y aún no tenía ni los 18 años". Se refiere a que estuvo dos años en las aulas de la Escuela de Hostelería de Jerez donde "además de aprender comprendí que la cocina era lo mío. Debo reconocer que me valió de mucho" dice este joven que en la actualidad forma parte del equipo laureado recientemente con una estrella Michelín, todo un honor.

¿Qué hizo una vez acabado el curso de cocina? "Pues me marché a Inglaterra a buscarme la vida y a aprender inglés, que siempre es algo importante". En cuanto acabó de asentarse y de conocer perfectamente el idioma acabó como jefe de partida de un restaurante mexicano. "La experiencia fue buena. La verdad es que me volvería para allá mañana mismo, tiene mucho encanto", aseguró a este periódico.

Fue justamente estando allí, en las Islas Británicas, cuando le llamó Ángel León para hacer prácticas en su ya molino de mareas de 'Aponiente'. La decisión, al menos en esta ocasión, fue fácil: "Me volví para la provincia pero sin pensarlo ni un momento". No en vano era un estrella Michelin el que le llamaba después de que hubiera enviado su currículum. Su objetivo, que se vio compensado, era hacer prácticas. Y así fue justamente como empezó. Apenas tardó siete días en cerrar una experiencia y en abrir otra. Así fue como llegó a 'Aponiente' en sus segundo año del molino de mareas. "Estuve seis meses en 2016, hasta el mes de diciembre, viviendo una experiencia que fue tan dura como satisfactoria". ¿Qué te encontraste? "Pues un tipo de cocina que jamás había tocado pero que me cautivó", asegura. Aquello, reconoce, fue como jugar en Segunda División y de repente verte en plena Champions League. "Fue al terminar cuando me dijeron que si me quería quedar y dije que sí, por supuesto, con los ojos cerrados. ¡Además me dejaban como fijo!", señala orgulloso.

En la actualidad se encuentra en el tercer año (tercera temporada) de 'Alevante'. Allí son tres cocineros. Cuando cierra la temporada se puede descansar, pero dice Diego que "lo suficiente". No en vano aprovechó el parón recientemente para irse a Valencia a disfrutar de la cocina de Ricard Camarena, uno de los magos españoles del arroz en el restaurante que lleva su propio nombre. "Fue justamente allí cuando me enteré que nos habían dado una estrella Michelín y la verdad es que hasta se me saltaron las lágrimas". "Muy pocas personas esperaban que nos dieran la estrella con tan poco tiempo abiertos, pero hemos convencido", manifiesta orgulloso, conocedor además de que ese hecho viene a suponer un paso increíble en su carrera y en su curriculum profesional. "Pero eso no lo es todo -se apresura a señalar- ya que en esta profesión si no te vas renovando constantemente, si no vas aprendiendo, te quedas atrás rápido", destaca.

La vida de este joven jerezano en las cocinas de 'Alevante' es, al igual que la de sus compañeros, prácticamente monacal. "Entramos a las once y empezamos con la preparaciones hasta que abrimos a las siete y media de la tarde. Los extranjeros llegan a las ocho y los españoles a eso de las diez. Atendemos todas las reservas (trabajamos sabiendo a quienes vamos a servir) y en cuanto terminamos nos vamos a descansar. Vivimos en el propio hotel y allí es donde hacemos nuestra vida", algo que se prolonga durante nueve meses al año.

Se trata de un trabajo desde primera hora de la mañana y que consta de cinco horas de servicio directo al cliente al final, lo que supone un reto profesional enorme que, como ha quedado dicho, se vio recompensado con la referida estrella Michelín. "Ahora lo que nos toca es defender lo conseguido y la única forma de hacerlo es con trabajo, trabajo y trabajo. Hay muchos chefs que no quieren esta distinción pues le supone una presión añadida que no puede soportar. No es el caso", dice.

Como anécdota apunta: "Cuando el jefe sabe que va a venir alguien importante no nos dice nada. Si lo supiéramos lo más probable es que acabáramos intentando esmerarnos tanto que el fallo sería más posible. Y eso no nos lo podemos permitir".

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