urbanismo

Los dioses de un genio

  • Tres creaciones de Carlos Ayala esperan desde hace 14 años ser ubicadas en la ciudad

  • El Ayuntamiento busca patrocinio para rendirle así un homenaje póstumo al autor

"Jerez merece ser representada así". Lo decía el pintor jerezano Carlos Ayala, fallecido recientemente. Con majestuosidad, como una leyenda, como una diosa. Así soñó inmortalizar en bronce a su tierra natal. Y no dejó que el sueño se nublara con el paso del tiempo y lo llevó al papel. Uno de los pintores más destacados que ha dado la ciudad dio forma a tres figuras. Propuestas que fueron encargadas al creador, en tiempos de Pedro Pacheco, allá por 2004, para que fueran instaladas en diferentes glorietas de la ciudad de la avenida de Europa y la zona de Chapín. Finalmente, nunca se llevó a cabo, aunque los bocetos siguen ahí.

A mediados de 2017, por temor a que aquellos planos quedaran en papel mojado, el autor muestra al arquitecto Ramón González de la Peña sus tres ideas. "Me parecieron tan bonitas e interesantes para darles contenido a las glorietas o rotondas de la ciudad... Habría que hacer algo con esto. A la Comisión de Patrimonio también le pareció un trabajo estupendo", señala De la Peña. Una gestión que por ahora está paralizada a la espera de que haya una posibilidad económica, un mecenas, y de espacio urbano para darle forma. Desde el Ayuntamiento, el teniente de alcaldesa de Urbanismo, Dinamización Cultural, Patrimonio y Seguridad, Francisco Camas, asegura que harán visibles dichas obras "en cuanto tengamos la posibilidad o encontremos un patrocinador que las costee. Sería una forma de darle un valor a su trabajo y un reconocimiento como artista, a una persona que ha amado y trabajado bien esta ciudad".

Existe un presupuesto, los diseños en 3D para hacer los moldes, incluso está designado el fundidor, lo único que queda, como suele pasar, es la dotación económica y otra ubicación si no es posible para la que se destinaron en su día. Precisamente, Jerez, ciudad de monumentos y rotondas, a cada cual de más dudosa belleza, glorietas y plazas en las que se podrían haber ubicado auténticas obras de arte y no tantas exaltaciones antiestéticas.

Cuenta Adonaya, una de sus hijas, que a su padre "le ilusionaba representar el orgullo de sentirse jerezano, orgulloso de plasmar la 'clase' que tiene la ciudad. Y me consta que esa ilusión la mantuvo viva toda su vida, sería la consecución de 'esa visión' magnífica que encerraba todo el sentir de su arte".

De las tres obras, la favorita de Ayala era 'La diosa del vino', que hubiera ido ubicada en la actual rotonda de Michelin. Es la divina majestuosidad del cuerpo de una bella diva jerezana, que bien pudiera ser una vendimiadora, cubierta toda ella por una lámina de agua que emana de la delicadez de sus manos, que recogen en un elegantísimo gesto, racimos de uvas de las que se despide un asombroso haz de luz hacia el cielo. Es una solemne bienvenida a una ciudad cuna de deleites, caracterizada por un sentir sin igual; desconocido por todo aquel que no pertenece a esta tierra y por lo mismo acicate atractivo para cualquier alma que se precie hedonista, sabedora de todo lo que Jerez tiene que ofrecer. Ese Jerez tan disfrutado por y sentido por el creador. "Anuncia la llegada a un espectáculo que aúna arte en estado puro, esos caballos que trotan con sus caireles tiñendo de magia esa Feria de la que tan orgullosos estamos. Ese convivir tan especial, de todas sus gentes sin distinguir excepciones, gitanos y gachós bailando bulerías de colores en la que disfrutamos de nuestro vino, divino elixir de juventud...", cuenta Adonaya.

Ayala pintó también el conjunto 'El rapto de Europa', para la avenida de Europa (en la rotonda de La Granja). El motivo recoge el momento del mito en que la joven se sienta sobre el toro, que no es otro que el dios griego Zeus que, prendado de los encantos de Europa, decide raptarla.

El tercer boceto es 'Filípides', el soldado griego que corrió de Maratón a Atenas para pedir ayuda ante el desembarco de los persas. Se proyectó para ser ubicado en la rotonda de Chapín, coincidiendo así con una de las puertas del Estadio de donde parten las maratones para que 'acompañara" a todo aquel que participase. Rinde homenaje así a la leyenda de la Batalla que se libra en la llanura de Maratón (490 a.C..) Siendo Filípides el primer maratoniano conocido.

"Mi padre -concluye Adonaya- tenía el arte de hacer real lo que no existe, de hacer posible lo imposible, tenía la capacidad de embellecer la vida con ilusiones. Era, es un genio. Ya era inmortal cuando vino a este mundo. Esta obra debe brillar, por fin, como merece".

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