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Tras el éxito de El Pilar

El colegio de El Pilar es una isla entre muros de ladrillos rojos en la zona noreste que está más cerca que lejos del centro de Jerez. Un remanso de paz de 70.000 metros cuadrados que fue primero un internado y evolucionó hasta ser un centro privado concertado de referencia. No es una forma de hablar. Lo atestigua el examen al que se sometió El Pilar llamado 'PISA para colegios', ofrecida por la propia institución internacional para que los centros se autoevalúen, y que coloca a los estudiantes de los Marianistas a un nivel similar al de países de referencia como Finlandia. Esto, en la quinta ciudad de Andalucía, una comunidad por debajo de la media nacional en este informe que evalúa la enseñanza. Y en un país como España, por debajo también de la media de los países de la OCDE. Porque PISA es el quebradero de cabeza de casi todos los ministros de Educación. En El Pilar, al contrario, pueden sacar pecho.

El director es José Manuel Cidad, un religioso alto y de actitud juvenil nacido en Burgos que da clases de Matemáticas. Los últimos 14 años se ha dedicado a realizar inspecciones y coordinar a los muchísimos colegios Marianistas de España. Ya pasó un año en Jerez en el curso 2001/02, cuando dio el salto a la gestión académica del grupo escolar. "Cuando he llegado este mes de septiembre, me he encontrado un colegio que funciona", cuenta.

Cidad destaca que existe un buen ambiente: "Queremos que esto sea una gran familia"

La más evidente nota diferenciadora del centro es su infraestructura. No es para menos. Tiene un pabellón cubierto que alberga partidos de voleibol, baloncesto o fútbol sala. Campos de césped artificial. Canchas al aire libre. Un ala dedicada a Educación Infantil y Primaria con cuatro clases por curso y otras cuatro para Secundaria y Bachillerato. Una enorme iglesia. Salas de informática. Cafetería anexa al comedor... Y aún así, en este vasto espacio que fue un día la finca 'Santa Fe' existe un aire cercano y familiar. "Yo oigo que muchos presumen de las instalaciones, pero a mí me gustan más otras cosas", replica Cidad.

Entre esas 'otras cosas', el director del cole de los 536 puntos en el informe PISA destaca la integración. Consciente de que El Pilar fue un día una institución, digamos, 'exclusiva', hoy es un centro concertado cuya ubicación le convierte, en parte, en un cole de barriada. "Yo distingo que hay alumnos con menos recursos, otros que vienen de clase media-baja, otros que son hijos de profesionales liberales y otros con muchos recursos. Aquí hay de todo y no se distingue, te lo aseguro". De hecho, el informe PISA da los resultados siempre haciendo hincapié en la procedencia de los estudiantes a los que evalúa. Así que los 536 puntos están también otorgados a ese respecto.

Cidad abre las puertas de El Pilar y propone un recorrido que empieza por el ala de los más pequeños. Allí, ajenos a burocráticas evaluaciones internacionales, los niños de 3 años se contentan con "ir al baño solito", como dice uno de ellos, o ser los primeros en sentarse en círculo en el suelo de forma correcta, "con las piernecitas cruzadas, me encanta lo bien que lo hacéis", les anima con cariño una profesora. "A esta zona hay quien aún la llama 'San Juan Bautista', porque los Marianistas se hicieron cargo al llegar a Jerez de ese colegio, que estaba en la plaza del Mercado. Cuando nos instalamos donde estamos ahora, la zona de Primaria y la de los mayores eran dos colegios distintos". La unión de los dos centros se hizo oficial en los 90. "Nosotros formamos a personas que siguen el mismo modelo y pretendemos que entren con esta edad y se queden hasta terminar el Bachillerato".

Entre las claves que aporta el director se encuentra la unión entre nuevos y veteranos profesores. "Son gente muy motivada que aportan mutuamente muchas cosas, hacen equipo". Esto significa, por ejemplo, "que a una persona con 50 años no le puedo pedir inglés y francés, pero a quien llega nuevo sí. Y a la vez, los nuevos saben escuchar a los que llevan tantos años". El mundo de la educación, como afirma Cidad, "no es una competición", pero evidentemente los resultados aportan datos que resultan aclaradores. "Creo que hay centros que han cambiado demasiado estos años, que han intentado ser revolucionarios. Nosotros en cambio hemos preferido hacer muchos cambios pero a otro ritmo, sin prisas".

En el polideportivo cubierto, que como dato anecdótico llegó a ser durante un tiempo el único espacio donde se practicó el boxeo en Jerez, allá por los 70, Cidad se encuentra de cara con un grupo de alumnos de los primeros cursos de Primaria que practica Educación Física. "El deporte es uno de nuestros pilares", cuenta. De hecho, Santa Fe es una instalación histórica de la cantera de Jerez, especialmente futbolística. De hecho, fue durante décadas el campo de fútbol donde entrenaba y jugaba el Xerez B, un terreno de albero donde se ganaron los galones muchos que acabarían debutando y triunfando en el primer equipo. Pero Marianistas es además un club de cantera, con potentes escuelas de fútbol, baloncesto, voley-ball y atletismo.

Eso sí, como colegio religioso, uno de los objetivos del centro es la educación en la Fe. "Si conseguimos que los estudiantes conozcan a Jesús de Nazaret, creo que es uno de los mejores regalos que les podemos hacer como institución", dice Cidad. El colegio tiene una centenaria relación con la hermandad de la Vera Cruz, una de las más antiguas de Jerez. En cada planta se pueden encontrar cartelones donde se detallan estos días las fechas para hacerse con las 'papeletas de sitio' y reuniones de la hermandad. Este religiosidad es evidente. Pero Cidad añade algún matiz, porque cree bien justificada la fama de "colegio liberal" que se ganó la comunidad religiosa durante la dictadura. "El respeto es una de las líneas rojas de nuestro colegio, a todas las formas de pensar", señala.

Antes de que el recorrido encare su recta final con la visita a las aulas de Bachillerato, el director insiste en que conozcamos el huerto. "Es una preciosidad". Se trata de un proyecto puesto en marcha hace algo más de un lustro en el que se enseña a los pequeños el desarrollo de todo tipo de plantaciones. Llama la atención su amplitud. Incluso, se han dispuesto mesas de madera al estilo de las de los parques naturales frente a pizarras donde "muchas veces venimos a dar nuestras clases. Siempre es algo diferente. Se aprende más escuchando piar a los pájaros", defiende con fuerza Cidad. Uno de los que más se ha volcado en este proyecto es Vicente Fernández, quien tras décadas como docente de matemáticas, música y tecnología tiene ahora la responsabilidad de coordinar el aprendizaje de campo en este espacio. 'Don Vicente', como es conocido, se presenta con un gorro de paja y guantes de jardinería. Está en su última etapa profesional. "Los de Primaria vienen los recreos para pedirme que les dé trabajo. Se lo pasan bomba", dice.

Tras un examen de Lengua, los estudiantes del curso de Bachillerato de Salud descansan unos minutos. Juan Luis Escalante, que imparte la asignatura y es uno de los preferidos del alumnado, explica que "prácticamente todos los que están en esta clase tienen claro que quieren estudiar Medicina. Lo pasan muy mal porque necesitan muy buena nota para entrar y están en los últimos exámenes del trimestre. Se la juegan ahora". Al ver llegar a los periodistas, los futuros doctores y doctoras bromean y se 'ponen guapos' para las fotos. Reconocen que están sumidos en un estado de nervios constante ante el examen de acceso a la Universidad. Parten con la ventaja de estudiar en uno de los centros que lidera los rankings en cuanto a notas. "Nos gustaría implementar una cosa que hacen en el San Felipe Neri de Cádiz -otro de los más antiguos centros de los Marianistas-, que llaman un año después a cada estudiante para ver si han entrado en la carrera que querían", indica Cidad.

Si bien, "sabemos que no todos llegan a la Universidad. Nosotros queremos formar a futuros ciudadanos que vivirán, y ya viven, en un mundo cambiante. El informe PISA evalúa su capacidad para solucionar problemas. El sistema educativo europeo, y en concreto el español, es muy diferente al americano. Aquí ha habido una gran dosis de clases magistrales y conocimiento de conceptos. Nosotros estamos proponiendo una enseñanza más activa, en equipo, con uso de las tecnologías de la información, idiomas, proyectos...", puntualiza. Asimismo, lanza un mensaje claro: "La primera razón por la que nosotros tenemos que cambiar el sistema educativo es porque los alumnos lo exigen. Y también porque los informes históricamente están mandando ese mensaje a España".

El director no aporta una idea que le haga sacar pecho completamente, y de hecho se reconoce autocrítico. "Ese estudio y otras autoevaluaciones que hacemos sobre los idiomas, el uso de las tecnologías o las nuevas dinámicas de trabajo educativo nos da pistas sobre cómo seguir mejorando". La idea más resumida que se puede recoger es que "los profesores de niños de 3 años saben lo que hacen los de 18 que terminan Bachillerato. Hemos dado muchos pasos para que el alumno siga siempre un mismo modelo educativo. Nos fijamos mucho en el trabajo que hacen otros centros marianistas en España, aprendemos en red. El colegio está cohesionado. Para nosotros es importante que el ambiente sea el de una gran familia, para que los estudiantes estén cómodos y se sientan aquí como en su segunda casa", remacha en su despacho al tiempo que suena un timbre de cambio de clases. Se oyen sillas chirriar a través del techo. La familia Marianista no se detiene a autofelicitarse y sigue con su día a día.

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