Nunca la habían solicitado y ahora se ven obligados a hacerlo. El usuario que demanda hoy día una ayuda en los servicios sociales ha cambiado desde que empezó la crisis, creándose un nuevo perfil de solicitante marcado principalmente por la pérdida de empleo en el sector de la construcción y el sentimiento de 'vergüenza' ante la petición de ayuda.

La realidad de este trágico escenario se traduce en 1.800 familias, según los últimos datos de la delegación de Bienestar Social, que reclaman algún tipo de ayuda económica en los servicios sociales municipales, aunque en estos momentos el 45% se encuentra el lista de espera. "Todo se ha visto desbordado ante esta creciente petición de solicitudes, nunca se había visto una llamada tan generalizada en la ciudad. Por eso, desde el Ayuntamiento estamos trabajando para ir dando respuesta con mayor celeridad, porque nuestro principal objetivo es reducir cuando antes esa lista de espera, en un momento además en el que falta apoyo de la Junta de Andalucía", declara la delegada de Bienestar Social, Isabel Paredes.

Este nuevo perfil son núcleos familiares "sin experiencia previa" en la petición de auxilio a las instituciones y cuyos componentes han perdido su puesto de trabajo viéndose imposibilitados a hacer frente a las necesidades básicas como la alimentación, suministro eléctrico y el pago de la hipoteca. Desde la delegación apuntan además que este mismo escenario se está detectando en otras asociaciones y entidades sociales. "No sólo recurren a nosotros por temas económicos, también para viviendas sociales, ya que son familias, en su mayoría, que han tenido como empleo la construcción y cuya cualificación profesional no es alta. Ahora con la crisis no encuentran otro empleo y se ven inmersos en un trámite de desahucio", remarca Paredes, quien añade que "tienen una difícil reinserción laboral tanto por la edad como por la cualificación". En este sentido, la delegada municipal denuncia que desde el SAE "se han ido reduciendo los talleres formativos, perjudicando gravemente al colectivo".

Dentro de este nuevo perfil de usuario hay además tres subgrupos diferenciados. El primero, lo componen las familias que nunca han acudido a los servicios sociales, que no plantean actualmente problemas de exclusión social y cuyas demandas se centran en prestaciones económicas para la cobertura de necesidades básicas al haber agotado todas sus prestaciones y no encontrar un nuevo empleo. Según el análisis de Bienestar Social, esta situación hace que en muchos casos comiencen a aparecer factores de exclusión como rupturas familiares, pérdidas de vivienda, toxicomanías, entre otros.

El segundo subgrupo lo forman las familias 'antiguas usuarias' de los servicios sociales, así como llegada de otros sistemas. Y por último, la administración local se encuentra con las reagrupaciones, familias que tienen que volver a casa de sus padres y son las personas mayores las que están actuando de salvavidas. A este nuevo perfil hay que sumarle el que califican como 'tradicional', aquellas que carecen de recursos personales, sociales o económicos.

En cuanto al resto de programas de intervención, durante el pasado año se atendieron a 9.840 familias, de las cuales 8.348 fueron de 'primera atención'; en intervención en zona ascendieron a 549 núcleos familiares; en tratamiento familiar solicitaron ayuda 126 familias; y por último, 817 acudieron a atención a la dependencia. Además, los datos de Bienestar Social indican que en el pasado 2011 el número de peticiones aumentó considerablemente llegando a los 1.697 expedientes tramitados. "Creo que es posible poner más recursos y para ello hemos elaborado el Plan Estratégico de Servicios Sociales. Trabajamos para dotar a la ciudad de las respuestas que precisa desde la optimización de lo que ya tenemos. Porque de una gestión eficaz y eficiente saldrá una solución más completa", reitera la delegada de Bienestar Social.