Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

Los franceses introdujeron en Jerez la moda del café cantante

  • Durante la invasión napoleónica, en 1810, desde tierras galas llegó a Jerez la moda de los cafés cantante, que se prodigarían en la ciudad hasta mediados del pasado siglo XX.

AL hilo de la publicación de mi libro "Los Cafés Cantantes de Jerez", quisiera dedicar esta sección semanal a dar a conocer cómo se introdujo en Jerez la moda de los cafés cantantes, que habrían de existir en nuestra ciudad, desde el año 1810, hasta mediados del pasado siglo XX.

Esa moda nos llegó de la mano de los franceses que ocuparon la ciudad, a raíz de la invasión napoleónica; ya que al encontrarse aquí un numeroso contingente de las tropas ocupantes, hasta el 15 de julio de 1812, en que se marcharon definitivamente, se hacía necesario buscarle una distracción a los soldados que aminorara de alguna manera la monotonía de la ocupación; para lo que se dispuso por la autoridad francesa la apertura de tres cafés cantantes, cada uno con su billar respectivo, al estilo de los que ya existían en Francia, en aquellos tiempos; uno de los cuales se abrió en la calle Larga, a cargo de un tal Julián Rondín; otro en la calle Medina, por empresario desconocido, y un tercero en la Puerta del Real, al parecer tras la capilla de los Remedios. Este dirigido por el empresario francés Pedro Dangaran; sabiéndose que junto este café existían unas cuadras para los caballos del ejército ocupante.

El dueño del café de la calle Larga, Julián Rondín, sería castigado por la autoridad francesa, por explotar en su establecimiento una ruleta trucada, en perjuicio de los jugadores.

Y decía el archivero municipal, Adolfo Rodríguez del Rivero que a estos cafés cantantes, los primeros que se abrieron en Jerez, en toda su historia, acudía numeroso público, "contando con llenos diarios de españoles y franceses, en alegre camaradería, en tan reducidos establecimientos".

De esta manera los franceses introdujeron en Jerez la moda del café cantante que ya imperaba en su país. Al mismo tiempo que exigían de las bodegas jerezanas la entrega de quinientas siete arrobas de vino de calidad superior, para repartirlo entre la tropa; más el pago de impuestos por importe total de un millón doscientos setenta y nueve mil doscientos francos.

A uno de esos cafés cantantes, cuyos espectáculos parece ser que eran mixtos, a base del folclore local y atracciones llegadas de tierras galas, vino a actuar una tal Catalina Fracasada, con su compañía de títeres; siendo dispensada de toda clase de arbitrios e impuestos "por ser muy recomendada y muy amiga del general francés de la plaza".

Abusos DEL EJERCITO INVASOR Y DE LOS PROPIOS INDÍGENAS

Pero no se crea que por el hecho de que los jerezanos disfrutaran de los cafés cantantes, junto a los franceses, todo fuera siempre en buena armonía, para unos y otros; ya que durante este periodo de dos años que duró la ocupación de nuestra ciudad por el ejército invasor, fueron muchos los abusos y tropelías cometidos por parte del mismo y también de los propios indígenas, especialmente por aquellos al servicio del gobierno francés, que así parece ser que ejercían, solapadamente, su derecho a la revancha, con toda clase de robos, fraudes indirectos y cometiendo cuantos abusos podían.

A este respecto, parece ser que eran numerosas las quejas que se recibían de los matarifes, los cuales se decía que no solo se quedaban con parte de las reses sacrificadas, sino también con sus pieles, para venderlas; mientras que los vigilantes del resguardo cometían diariamente, cuantos abusos y fraudes podían. Estando racionado el aceite, el carbón y el jabón; y dictándose, a finales de 1810, por el Alto Mando Militar ocupante el embargo de toda clase de bienes de todo particular que se sospechara la menor simpatía hacia las tropas españolas, defensoras de la independencia.

En enero de 1811, formaban el ayuntamiento jerezano, sometido a la fuerza ocupante, don Miguel Brikdale, en calidad de corregidor; y como ediles, los señores don Francisco Orbaneja, don Pedro Gutierrez, don Pedro Agustín Rivero, don Antonio Martín. Don Cristóbal Sotohueser, don Pedro Riquelme, don Francisco José Hontoria, don Juan David Gordon, don Francisco Ocharán y don Antonio José de Matos.

. Y mientras los franceses introducían en Jerez el café cantante y se bebían nuestros mejores vinos; y aseguraban su forzada estancia con la fortificación del Cerro de los Barreros, en el camino del Puerto, donde construyeron baluartes y colocaron algunos cañones; subiendo el pan ante la escasez de trigo; y obligando a todo quisque, especialmente a los funcionarios, a prestar juramento de fidelidad a José Bonaparte; éste ordenaba que la moneda francesa corriera en el intercambio comercial, lo mismo que la española, para tratar así de afianzar el imperio galo en la ocupada nación española.

El café cantante, como otras costumbres francesas, había llegado a Jerez, pero a cambio de un vergonzoso sometimiento que duró dos largos años.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios