L La situación del patrimonio histórico

Un futuro para la ermita de Guía

  • Un grupo de historiadores y expertos opina sobre la situación actual de este monumento histórico

La aparición de la antigua calzada de Guía, del siglo XVI, que ha sido sacada a la luz debido a las obras de una urbanización de bloques de diez pisos que está construyendo Inmobiliaria Osuna en el entorno de la ermita del mismo nombre, ha suscitado cierto movimiento ciudadano para proteger los alrededores del templo, que aparece en el primer plano de todas las imágenes antiguas de la ciudad. Se ha organizado incluso una recogida de firmas en la sede de Ecologistas en Acción y una serie de movilizaciones. Ante esta polémica, hemos querido recabar la opinión de historiadores y expertos en patrimonio, aunque el Ayuntamiento ya ha manifestado su intención de negociar con Osuna la permuta de los terrenos para proteger el enclave.

Concretamente, la directora del Museo Arqueológico Municipal, Rosalía González, considera que "en este tema creo que hay que diferenciar dos aspectos: El primero atañe a los restos arqueológicos y en este sentido me parece acertada la postura del Ayuntamiento, expresada a través de la concejal-delegada de Cultura, de esperar a que finalice la intervención arqueológica en curso y según los resultados que se obtengan tomar una decisión. El segundo tema incumbe al entorno de la ermita y su puesta en valor. Aquí creo que es importante resaltar que la recién aprobada Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, que cuenta con un mes escaso de vida, recoge entre sus novedades una muy significativa referente a contaminación visual que afecte a los entornos y degrade los valores de los Bienes Inmuebles integrantes del Patrimonio". En este sentido, señala que "los valores de la ermita, catalogada en nuestro PGOU como Interés Genérico- es decir, uno de los más altos grados de la normativa municipal- y la sensibilidad que a través de diferentes medios están mostrando los ciudadanos hacia la protección de este entorno y la recuperación del paisaje histórico, creo que constituyen argumentos de suficiente peso para que se puedan poner en marcha los mecanismos de protección que nuestra nueva Ley ofrece".

El deán de la Catedral y ex delegado diocesano de Patrimonio, José Luis Repetto Betes, recuerda que "¿No se tapó un cementerio musulmán en la plaza del Arenal para construir un aparcamiento?, pues expertos vean lo que haya que hacer. Que se tome una decisión en torno a la importancia que tenga, que lo valoren los expertos y que decidan, pero como principio general no hay más remedio que construir. Si no, estaríamos todavía en el siglo XIII. No se habría construido nada. Siempre se construyen unas cosas sobre otras".

El historiador Diego Caro Cancela entiende que "esas nuevas construcciones en el entorno de la ermita reunirá todos los requisitos legales, y que estará acorde con la ordenación urbanística. Cualquier tipo de reclamación debe hacerse cuando se expone el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), pero no después".

El presidente del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Eugenio Vega Geán, ha manifestado que "la Ermita de Guía tiene un valor histórico evidente, por su bella ubicación en un arrabal de Jerez, que fue un acuífero (el Guadalete desembocaba en un estuario que llegaba hasta la misma ciudad, con arroyuelos por el casco urbano) hasta hace pocos siglos, y primera fundación, allá por el XVI de la comunidad de frailes ermitaños o agustinos que se instala en Jerez. En pocos años, convierte una devoción mariana, la Virgen del Socorro en Copatrona de la ciudad, y en la segunda mitad del siglo se funda en dicha ermita una hermandad de penitencia, la Hermandad del Santo Crucifijo. La labor de apostolado de los frailes y las devociones populares agustinas de la ciudad llevan a la orden a buscar un nuevo emplazamiento para un convento más amplio, en la primera mitad del XVII lo encuentran en la actual calle de San Agustín, muy cerca del recinto amurallado y sobre el altozano que domina el entorno de la Bahía de Cádiz y la desembocadura del Guadalete".

También recuerda que "volviendo al primer emplazamiento junto a la calzada del Arroyo, existen leyendas sobre la misma, ya que en el pensamiento popular, los agustinos llegaron a Jerez en época premusulmana (siglo VI o VII) y, debido a la llegada de los árabes, escondieron su imagen de Virgen, la Virgen de Guía, en una gruta o una cueva (o simplemente la enterraron), para sacarla de nuevo a la luz y restaurar su culto tras la reconquista".

Vega advierte asimismo de que "esto es desde el punto de vista histórico-sentimental", pero desde el punto de vista artístico, no son pocos los grabados del XVI al XIX que muestran la ermita en primer plano y Jerez al fondo. Es una bellísima estampa (llamemos romántica) que se ha repetido en nuestra iconografía urbanística".

Por todo esto, señala que "a mí y al Centro de Estudios Históricos Jerezanos, nos gustaría que se respetara el histórico entorno y, a ser posible se recreara el aspecto que muestran los grabados del siglo XIX, con su calzada y sin edificaciones que tapen y afeen el conjunto urbano".

El Defensor del Ciudadano, Agustín García Lázaro, nos remite a una tribuna que él publicó en este medio hace al menos seis años, cuando ni siquiera tenía este cargo. En su tribuna hace una defensa del entorno de la ermita, algo que ahora saca de nuevo a la luz "con mucha más razón ante la situación creada por el hallazgo de la calzada y por la construcción de los bloques junto a la ermita"

García Lázaro recuerda que "la imagen histórica de una ciudad, y en especial aquella que se nos muestra en los viejos grabados son una parte importante del patrimonio colectivo -paisajes de la memoria- que, en la medida en que han llegado hasta nosotros, son dignos de proteger y conservar. En el caso de Jerez, las profundas transformaciones urbanísticas que tuvieron lugar durante los tres últimos siglos alteraron en gran medida aquellos paisajes urbanos que se divulgaron por Europa desde el S. XVI con los primeros dibujos de Antonius Van der Wyngaerde o George Hofnaglius".

Pero en su opinión, "ninguna vista de la ciudad ha sido tan recurrente en los grabados históricos como las que muestran como primer referente de Jerez el entorno de la Ermita de Guía que, casi inalterable durante cuatro siglos, ha servido de carta de presentación, de tarjeta de visita a una ciudad que, a sus espaldas, ha ido transformándose".

El Defensor del Ciudadano señala cómo "entre las imágenes más repetidas, cerrando ya el XVIII, la Ermita se recoge en los grabados con el telón de fondo de las frondosas alineaciones de álamos y olmos en la recién estrenada Alameda Vieja de Eguiluz, con los vallados de estacas descritos por Antonio Ponz en la cuesta de la Alcubilla... En torno a este lugar, serán después las grandes bodegas que cambiarán la perspectiva de la zona, las que desvelarán a los viajeros avisados o a quien viera esas hermosas estampas urbanas del XIX que la nuestra, más que ninguna otra, era la ciudad del vino. Y en primer plano, con todo detalle, la Ermita y la Alcubilla, como la contemplamos en las litografías de Luís Tasso o en aquellos otros grabados de Comba y de Gratry donde siempre la vemos presidiendo las vistas y la entrada de Jerez desde los Puertos, en un espacio abierto que hermosea la imagen de la ciudad y al que dan vida un curioso ir y venir de trajinantes, viajeros, gente de a pie y de a caballo, niños jugando a los toros en torno a la fuente...

Y luego, cuando Jerez ofrece ya una imagen industrial y fabril, con los primeros signos del ferrocarril y los postes del tendido eléctrico anunciando un vuelco de los tiempos, la Ermita de Guía sigue ahí, despejada, en un ameno paraje, junto a la alcantarilla del viejo Arroyo de Curtidores, acaso algunos olmos, algunos álamos junto a la Alcubilla. Y tras ella, siempre cambiante, la ciudad. Más tarde, en los años oscuros, cuando un muro cubrió el territorio diáfano, apenas una reja dejaba entrever que la Ermita, la fuente y el solar seguían ahí, donde siempre".

García Lázaro se lamenta de que "cuando recuperada la democracia se volvieron a reinventar los espacios abiertos, los paseos arbolados, las alamedas soleadas... y pudimos reencontrarnos con los paisajes de siempre, pensamos que le llegaba la hora a la Ermita de Guía y sus alrededores. Con la luminosa remodelación de la Alameda Vieja, con la feliz apertura de los jardines de Domecq y G. Byass, con la mejora de la Puerta del Arroyo, veíamos muy cerca la definitiva recuperación de este lugar tan nuestro..... Y se restauró por fin la Ermita, y se limpio su entorno y cuando ya esperábamos la intervención definitiva, descubrimos de pronto que todo era un espejismo. Promociones inmobiliarias comenzaron a cercar el viejo solar y se disipó toda esperanza al ver surgir bloques, calzadas, aparcamientos..., muros y más muros.

Y entonces, en un rapto de especulación intensiva del suelo, alguien decidió un día que los paisajes urbanos no son protegibles ( o lo son a capricho), que los horizontes (pequeños horizontes en este caso) no están catalogados en ningún PGOU, que bastaba con que la Ermita asomara un poco por un lado o que un rótulo anunciara que detrás de unos bloques de pisos se esconde un monumento...

"Queremos un parque", escriben ahora los vecinos en los muros. Pero el ayuntamiento, ¿hipotecado? por un remoto compromiso urbanístico no parece capaz de enmendar lo que ya se juzga, por muchos, como otro error, otro más de los que no será tan fácil dar marcha atrás si no se hace ahora, cuando todavía no se ha puesto un ladrillo. Y eso es lo que, con tantos jerezanos, pensamos que debe hacerse. Porque aún estamos a tiempo".

También señala que "en esta ciudad de espacios abiertos, pródiga en solares donde construir y con este Ayuntamiento, que tantas veces permuta, expropia, cambia, trastoca planes cuando bien le parece... cuesta trabajo creer que no pueda respetarse un espacio histórico, un paraje singular, un lugar que debe ser conservado, abierto y diáfano. Contrasta enormemente -inexplicablemente- lo que aquí quiere hacerse con lo que se anuncia para el entorno del Teatro Villamarta. Si aquí se augura ya el derribo del edificio de Correos para ganar una plaza, allí se prepara la construcción de bloques de pisos, para perder uno de los espacios abiertos con más tradición de la ciudad.

Sin embargo, nos tememos lo peor en este Jerez tan dado a ese repetirse deteriorado de las cosas. Por eso hacemos -modestamente, sin gritos ni pintadas- un llamamiento a enmendar un desatino anunciado. Y apelamos para ello al mismo impulso cívico de la mano del cual se salió al encuentro de un Jerez más habitable con la lenta pero progresiva restauración del entorno urbanístico, de la recuperación de las plazas con bancos y naranjos, de las nuevas alamedas y parques soleados, de rincones que fueron y que han vuelto a la vida.

El Ayuntamiento tiene ahora una magnífica oportunidad de hacer justicia con un retazo de nuestro pasado urbano, aquél que nos sirvió tantas veces de tarjeta de presentación, de imagen gráfica del Jerez de siempre, ese que ahora parece ya condenado a desaparecer. Ahora que aún podemos, recuperemos el entorno de la Ermita de Guía, pongamos a salvo el paisaje de la memoria".

El vicepresidente del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Francisco Antonio García Romero, recuuerda que "hablar de la Ermita de Guía (que también ha sido 'de Gracia', 'de la Alcubilla' y ahora con más propiedad 'de San Isidro') es remontarnos a la época del Jerez musulmán e incluso a los tiempos de su fundación en el período visigodo, como ya recogía su historiador el padre Novoa (si hemos de hacer caso a la noticia casi legendaria). Es más, por su entronque agustiniano, podemos llegar por ella hasta los primitivos asentamientos cristianos en nuestra zona. Es, por tanto, en lo histórico de un valor inmenso, porque ya era antigua cuando entra Alfonso X. Pero no se nos debe olvidar su incuestionable valor simbólico por haber servido de carta de presentación, por así decirlo, y de estampa emblemática de nuestra ciudad en grabados, pinturas y fotografías a lo largo de los siglos".

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