AYER me contaron varias anécdotas (algunas de lo más escatológicas) que han rodeado la visita triunfal de la médium Anne Germain al Villamarta. Al margen de lamentar en qué se ha convertido el que hasta ahora era uno de los referentes de la escena lírica y el flamenco a nivel nacional, es justo reconocer la predisposición de tantos y tantos incautos (respetables todos) a dejarse seducir (¿timar o estafar podría ser la palabra?) por esta venerable señora anglosajona. Ya ustedes tuvieron recientemente en estas páginas unas líneas memorables de mi admirado Fernando Taboada en la que hablaba de las supuestas habilidades de la susodicha, por lo que tampoco les entretendré demasiado y sí les emplazó a rescatar aquella divertida tribuna.  Eso sí, la médium ha logrado que en una ciudad con casi 35.000 parados algunos se hayan gastado una media de 60 euros en una entrada por acudir al teatro. Lo imposible.