EDUCACIÓN

Los libros móviles o pop up

TaL vez nos parezca que todo empezó con las tarjetas de felicitación, esas que al abrirlas nos mostraban un dibujo que se "movía", una pieza de cartulina que se "separaba" y cobraba volumen o, incluso, una musiquita. Lo cierto es que los primeros libros que se pueden agrupar en esta categoría de móviles tienen siglos de antigüedad y fueron utilizados en astronomía y anatomía principalmente, en su modalidad de rueda cogida a un punto central por un pasador, y al girarla nos permitía hacer coincidir dibujos, palabras con ilustraciones, o una ventanita nos permitía ver qué había detrás.

Pero la variedad en libros móviles ha crecido enormemente, su sofisticada técnica se ha perfeccionado y hoy se habla de ingeniería del papel, sin tener que ver nada con procesos de fabricación del papel, sólo sobre montaje, diseño y creación de pop up, que es el nombre con el que se bautizaron en inglés y con el que ya se conocen en el mundo.

El término pop-up se suele aplicar a cualquier libro tridimensional o móvil, con transformaciones, libros de (efecto de) túnel, de piezas giratorias, solapas que se levantan (flaps), pestañas que se jalan (pull-tabs), imágenes emergentes (pop-outs), mecanismos de tiras que se jalan (pull-downs) y más, cada uno de los cuales funciona de una manera diferente. Un blog muy interesante en el que aprender alguno de los trucos sobre cómo producir estos efectos es http://librospopup.b logspot.com/, del que podemos imprimir algunos ejemplos para montarlos.

No cabe duda de que son sorprendentes, para los más pequeños impactantes y para adultos (para quienes empezaron a producirse) muy interesantes, teniendo en cuenta que algunas obras (donde destacan autores como Robert Sabuda, Matthew Reinhart y David Carter) son consideradas artísticas a la vez que especialmente documentales ya que no es "moco de pavo" el abrir un libro y encontrar página a dinosaurios en tres dimensiones y con una perfecta documentación.

Sin embargo hay algo preocupante en estos libros. Lógicamente su montaje los encarece y son más indicados para la biblioteca personal de los niños que para escuelas y bibliotecas donde se pone a prueba su fragilidad en cada uso y terminan partiéndose. Pero es precisamente ese montaje, generalmente a mano, lo que hemos de considerar: esas ediciones hechas en países orientales en dudosas condiciones laborales. Esperemos un mínimo código ético de las editoriales que los publican.

José García Oliva. Experto en literatura infantil y juvenil.

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