antonio rey. guitarrista

"Esto es un maratón y si te desvías, pasas a la sombra rápido"

  • Acaba de lanzar su cuarto disco, 'Dos partes de mí', un trabajo en el que demuestra con creces una técnica exquisita y una gran capacidad para componer

A los 12 años se subió por primera vez a un escenario y ahora 24 años después, Antonio Rey Navas (Madrid, 1981) acaba de publicar su cuarto disco. Se considera un jerezano más, pues pese a nacer en Madrid por circunstancias, "mi madre y mi padre trabajaban en los tablaos de allí", su raíz está en Jerez, una tierra "que necesito". Tras 'A través de ti' (2007), 'Colores del fuego' (2011) y 'Camino del alma' (2013), el guitarrista regresa a la actualidad con 'Dos partes de mí' (2017), un trabajo en el que ha alcanzado un grado de personalidad reseñable.

-¿Por qué Dos partes de mí?

Un disco es como tu diario, vas soltando en él todo lo que vas viviendo y nunca sabes quién lo escuchará"

-Porque es un disco que incluye, por un lado el flamenco que llevo dentro, y por otro, la música que he aprendido a raíz de estar con músicos como el maestro Richard Bonna, es decir, improvisaciones, armonía...Un mundo que me ha abierto puertas y me he sentido bien tocando esa música.

-Por eso entonces esa diversidad de estilos y toques...

-Claro, hay, por ejemplo, un bolero argentino que se llama 'Salinas', un tema con Richard Bonna que suena a bulería pero él está cantando en camerunés y en inglés y tiene otras armonías. Luego, hay cuatro temas muy flamencos donde toco por soleá, o por bulería, por ejemplo. Mi intención ha sido siempre que la gente entienda mi mensaje porque a veces toca uno por soleá o por tarantas y sí, causa efecto al público, pero no identifica un estribillo o una melodía.

-La crítica o la gente que ha escuchado el disco dice que con 'Dos partes de mí' Antonio Rey da un paso más, ¿lo entiende así?

-Por supuesto, uno va dando pasos en la vida, sobre todo si tienes inquietudes. Me alegra que la gente que lo ha escuchado me haya dicho eso, porque uno al final no se da cuenta de las cosas. Sobre todo a los guitarristas hay una cosa a la que damos especial importancia y es tener un sonido propio. Eso también me lo han dicho, y bueno, ahí vamos. Creo que en los anteriores discos he estado buscando quién era yo, y en este, por lo menos, he visto la puerta hacia donde tengo que ir.

-Sí, porque como dice Paco Cepero en la guitarra cada vez hay menos gente con sonido propio...

-En la guitarra hay muchos caminos y hoy día más aún con el tema de internet que uno tiene acceso a todo. Es difícil obtener una personalidad, porque a tu alrededor hay gente tan buena que es inevitable acercarte a ellos, pero ahí está lo difícil, y en ese sentido estoy muy contento.

-Usted, al menos así lo demuestran sus anteriores trabajos, es un guitarrista al que le gusta rodearse de gente en sus discos...

-Sí, porque la gente lo agradece. Me explico, un disco de guitarra de una hora y pico cualquiera no se lo empapa, te tiene que gustar mucho la guitarra o el flamenco. Entonces, cuando a eso se le incorpora una voz como la de Diego El Cigala, que es amigo mío, al oyente le atrae, ya no estás solo compartiendo tu película.

-En este ha contado con Diego El Cigala y ¿qué artistas más?

-Bueno, está La Fabi, una cantaora de Arcos que canta muy bien, mis amigos Los Makarines y el hijo de Juan Villar, Antonio Villar. Ya luego a la percusión están Piraña, Carlitos Merino de Jerez, Paquito Vega, el Popo al bajo, Ale Romero...

-Esta vez por lo que veo se ha raspado usted sólo el disco a nivel de guitarra...

-(Risas) Sí, así es. Esta vez he tocado solo, aunque he querido dedicárselo a tres guitarristas a los que admiro, Vicente Amigo, al que le he compuesto un tema que se llama 'Ídolo', hay una soleá a Diego del Morao, que es el padrino de mi niño, y cierro el disco con un tema que se llama 'Maestro Riqueni' que creo que es un genio que tenemos ahí y al que habría que quererlo más.

-Los guitarristas siempre sois más propensos a admirar a otros compañeros, algo que en el cante, por ejemplo, ocurre menos...

-No lo sé, quizás en la guitarra somos más bondadosos en ese tema porque sabemos lo complicado que es. Hemos tenido la suerte de vivir la misma época que ellos, al menos yo porque he tocado con Paco (de Lucía), con Vicente (Amigo), Gerardo Núñez me grabó el primer disco, me he criado escuchando a Riqueni... Es un poco más entendible que se haga eso más en la guitarra que en el cante.

-¿Cuánto tiempo ha tardado en ensamblar este proyecto?

-Bueno, empecé grabando en el estudio La Bodega de Josema Pelayo tres temas, y luego, hasta dos años después no lo retomé. Los cinco temas restantes los he grabado en casa, en un estudio que me he hecho, y he tardado unos dos meses. Porque está producido por mí y editado por estudio La Bodega.

-Este es su cuarto disco, ¿le cuesta cada vez más crear algo distinto?

-Claro que sí, porque muchas veces, cuando te pones a componer, te das cuenta que por ahí ya has pasado, entonces tienes que darles vueltas y vueltas. El primer disco es muy libre, pero ya cuando llegas al cuarto la responsabilidad es mayor, quieres dar el ciento cincuenta por ciento de ti y es complicado. En mi caso, me gusta mucho rodearse de compañeros y que sean ellos los que me orienten, aunque está claro que llega un momento en el que la decisión debe ser tuya. Yo personalmente, con los dos primeros discos me lo pasaba mejor, ahora es casi un martirio.

-Y ahora viene moverlo...

-Eso es lo peor, porque esto de la música se ha convertido en algo muy difícil, ya no sólo te vale con tocar bien la guitarra sino que debes estar en el sitio, ser egoísta para tu carrera y estar permanentemente en contacto con tu mánager o ideando proyectos futuros. Yo me levanto a diario, hago un poquito de deporte y ya estoy liado con la guitarra. Esto es un maratón y en el momento en que me desvíe, pasaré a la sombra rápido. El guitarrista de hoy debe dedicar cinco o seis horas diarias a la guitarra y luego un par de horas al ordenador para buscarse la vida.

-Sí porque si algo define a Antonio Rey como persona es su capacidad para buscarse la vida...

-Eso es verdad, siempre he querido estar en los sitios. Yo me he ido solo a los concursos de guitarra, al de La Unión, al de Córdoba, al de Los Cernícalos, al de Murcia, gané el Giraldillo en Sevilla...Todo por esa inquietud que tengo dentro, porque además, uno no viene de familia conocida. Dediqué siempre un tiempo a tocar y otro a mi carrera. Ahora, afortunadamente, tengo una oficina que me ayuda y eso te da tranquilidad, pero vamos, me ha costado mucho estar donde estoy.

-¿Qué llena más a un músico, que alguien de Irán conozca tu música o el hecho de un compañero te felicite por algo que hayas hecho?

-Yo creo que las dos, porque es muy bonito que venga un maestro que admiras desde chiquitito y te diga 'oye, tengo tu disco en mi coche y me encanta'. Eso es muy grato y te ayuda a hacer más llevadero el esfuerzo que dedicas a un disco, y luego, por supuesto que el disco te abra puertas de festivales y que gente en el extranjero te felicite y te siga. Son dos recompensas muy bonitas.

-Eso le ocurrió con Paco de Lucía, y al final acabó tocando con él, ¿no?

-Sí, eso me pasó con el maestro y será un recuerdo que lo llevaré siempre. Al fin y al cabo un disco es como tu diario, vas soltando todo lo que vas viviendo, y bueno, nunca se sabe quién te está escuchando. En este caso el maestro estaba siempre a la vanguardia y bueno, coincidió también que soy amigo de El Farru, que trabajaba con él, y me invitó a tocar. Hicimos 'Zyriab' y 'Entre dos aguas' .

-A la guitarra siempre le cuesta tener su espacio, aunque últimamente el Festival de Jerez está apostando por ella...

-Sí, eso ocurre no sólo en Jerez sino en todos sitios. Los festivales que se organizan cuentan con el baile que atrae a gente, y además visualmente es más distraído. Hasta yo mismo he entendido que para salir fuera me tengo que llevar a un bailaor o bailaora, y eso que he estado en sitios donde me he pegado una hora tocando y me ha aplaudido, pero luego la gente, cuando salía el bailaor, se lo comían. En cuanto al Festival creo que siempre ha tenido su espina ahí con las guitarras, porque últimamente como dices ha estado Alfredo Lagos, Diego del Morao, Manuel Parrilla, Manuel Valencia. Quizás habría que apostar más, y ya no hablo del Festival, sino de otros sitios de España pero es difícil.

-¿Cómo se presenta este final de año y el inicio de 2018?

-Bueno, de momento no me puedo quejar. Estoy trabajando ahora con Manuel Fernández, al que le gustó mucho mi disco y lo está moviendo en varios festivales. Por ejemplo, ahora me voy a Japón que tengo cuatro conciertos, luego vuelvo y el día 28 de octubre y actúo en el Palau de la Música de Barcelona, después me voy a Irán, donde tengo cuatro conciertos, a México donde estaré en Morelia, Cancún, Querétaro, México DF y Monterrey. Ya en febrero el día 23 presentaré mi disco en el Festival de Jerez y en septiembre haré lo propio en la Bienal de Sevilla.

-Usted que es una persona que viaja tanto, y que cruza fronteras a menudo, ¿qué falta a este país para que el flamenco se considere algo importante?

-No lo sé, pero es cierto que aquí, hagas lo que hagas, no vale nada. Entre los flamencos sí sabemos lo que ocurre, y vemos quién crece como artista quién se queda, pero en el país en sí no. Esto se ha convertido en puro márketing y si no es flamenco, mejor. Yo siempre recuerdo que vino Paco de Lucía a la plaza de toros de Jerez en 2010 y no estaba ni la mitad del aforo. Y otro día vienen artistas de pop y no hay entradas. Y ahora van fuera y se llena. Yo sólo pido que nos echen cuenta, y sobre todo que se respete el trabajo. Afortunadamente, la mejor medicina es salir fuera porque luego das un concierto aquí y a la gente le cuesta gastarse 15 euros en una entrada. Y ya no es sólo el dinero, sino que hay pocas ganas, eso quizás sea lo más peligroso si miramos el futuro.

El guitarrista jerezano posa antes de la entrevista.

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