Tierra de nadie

Los muertos de todos

Los muertos de todos

Los muertos de todos / efe

En el "Día de las Fuerzas Armadas" hay dos momentos que destacan sobre el resto: el homenaje a la Bandera y, el propio, a los caídos por España.

El futuro de una nación se basa en el respeto que en el presente se tiene por el pasado. La Historia marcó lo que hoy somos, siempre ocurre así. Ella; con el empeño, el sacrifico y el esfuerzo de muchos; hizo posible que llegásemos dónde estamos, que disfrutemos de libertad, progreso y democracia; que tengamos en nuestras manos las posibilidades de desarrollo que, como personas y como ciudadanos, tenemos. Olvidarla -nuestra Historia-, sería negarnos a nosotros mimos; falsearla, engañar y engañarnos, despreciarla, renegar de nuestra condición; insultarla, denigrarnos.

En estos días, algo lúgubres, bastante desconcertantes, y muy preocupantes; muchos -demasiados- españoles cometen la repugnante felonía de agraviar el símbolo de todos, la Bandera, y ningunear a quienes entregaron su vida por defender las nuestras; no creo que se pueda caer más bajo.

Meapilas, mediocres, impostores y desnaturalizados varios, insultan y agreden los lazos intangibles que permiten mantener a nuestra sociedad cohesionada. Correveidiles, oportunistas, "ideólogos" radicales y extremistas de pandereta, atentan, con patológico regodeo, contra el entorno social que la inmensa mayoría de nosotros ha elegido libremente para vivir. Políticos de mercadillo barato, rencorosos carcomidos por la envidia, ineptos y descerebrados enloquecidos por su ego, asaltan normas acordadas, consensos alcanzados y convivencias duramente peleadas; para conseguir sus quince minutos de "gloria", porque la gloria -la de verdad- tiene vetado el acceso a los anodinos de espíritu breve, a los insustanciales de insignificante carácter, a los vulgares de alma oscura; es su penosa condición, y lo saben. Por eso se revuelven contra sus raíces, reniegan de sus orígenes, atacan nuestra Bandera y obvian a nuestros muertos, que son los de todos.

Cuándo se llega a una situación cómo la presente, no caben medias tintas. No dar la importancia que tiene a todas estas realidades que pervierten la existencia común, la solidaridad y el respeto; abocándonos a las tinieblas de un mañana al que nadie, que se considere cabal, que valore la ética y que ame la libertad, quisiera llegar.

No, de una santa vez, hay que poner fin a tanta permisividad obscena, hay que abandonar tanto complejo por ser, sentirse y enorgullecerse de ser español; hay que olvidarse del "buenismo" par con quien está cocinando violencia, tragedia y caos. Desenmascara, aislar y repudiar, a conciencia y sin tapujos, a los que reparten -gratis- resentimiento, siembran con afán la inquina y regalan todo el odio que les sobra; no es una opción, es una obligación irrenunciable… si lo que queremos, para nosotros y los que vengan después, es todo lo contrario a lo que promueve esta indeseable gentuza.

El honor y la educación, la consideración y la ética, la prudencia y la sensatez; no son obsoletas reliquias del ayer, son la imprescindible condición del presente y los cimientos del mañana. La libertad -lo más sagrado después de la vida- está en serio peligro de extinción cuándo entre todos, por acción o inacción, permitimos que se pisoteen, vulneren o prohíban los derechos de las mayorías.

Mezquinos, mediocres y miserables -he escrito mucho sobre ellos- los ha habido siempre y siempre los habrá, no es ese el problema. La cuestión es que hay que ser conscientes de la presencia de esa miseria moral, del evidente volumen de mediocridad, de la innegable y abrumadora presencia de la mezquindad y, sabedores de ello, actuar en consecuencia, sin duda, pausa ni dilación.

Si gritas "Gora Euskadi", eres un vasco auténtico; si, "Visca Cataluña", eres un buen catalán; pero si exclamas "Viva España" ¿eres un facha?, ¡¡"noooohombre"!! ¡¡Viva España!! Yo, siento por la Bandera de España, que es la mía; me emociono con el himno Nacional, y exijo honor, respeto y gloria para los que murieron por la Patria, porque son los muertos de todos.

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