Jerez

Los nervios y la violencia se apoderan del juicio por el atropello en la motorada

  • Decenas de personas llegadas desde Rociana (Huelva) a la Audiencia Provincial intentan linchar al imputado por arrollar mortalmente a uno de sus vecinos en el Gran Premio de 2007· Acusación y Fiscalía solicitan para él ocho años de cárcel

Ya lo había advertido la familia del imputado días antes. "Tememos que el juicio de mi hijo se convierta en un 'reality-show'". Más que en eso, el juicio, o mejor dicho, el post juicio por el accidente mortal ocurrido en la motorada de 2007 y que provocó la muerte de un vecino de Rociana (Huelva), estuvo a punto de convertirse en una batalla campal entre los rocianeros desplazados a Jerez (unos 150 en tres autocares y coches particulares) y las fuerzas de seguridad del estado, que tuvieron incluso que emplear la fuerza para evitar el linchamiento de la furiosa turba al imputado, G. D. O. "No va a quedar de él ni las orejas, porque cada uno nos vamos a llevar un cacho", proclamaba uno de los onubenses. Gritos, carreras para comprobar si el imputado salía por una u otra puerta, lágrimas, proclamas en contra de los jueces y la justicia española e incluso un desmayo, el de una de las hermanas del fallecido, fueron la previa a la salida del imputado en un furgón que recibió patadas, puñetazos e incluso el impacto de una piedra de grandes dimensiones y de una muleta. A raíz de eso, miembros antidisturbios tuvieron que actuar, viviéndose de nuevo escenas de gran nerviosismo.

Eso fue a eso de la 1y media de la tarde, sin embargo, los momentos de tensión comenzaron mucho antes, a primera hora de la mañana. Los muchos onubenses llegados a eso de las 8 se situaron a las puertas de la Audiencia provincial. Iban con camisetas con el lema "Justicia para Francisco Ángel", y con el rostro del fallecido serigrafiado. Tenían intención de entrar en el edificio, por lo que la Guardia Civil y la Policía Nacional tuvieron que doblar esfuerzos para permitir solamente la entrada de los familiares directos así como la de los testigos que iban a participar en la vista oral.

Antonia Castro, madre de Juan Holgado y que conocía la celebración del juicio, aprovechó para reivindicar justicia para su hijo y para criticar al pueblo de Jerez a viva voz. "¡Qué envidia! ¡Eso sí que es pedir justicia, no aquí en Jerez, que la gente solo se mueve para comer gratis!"

Sin embargo, los momentos tensos siguieron produciéndose a las puertas de la sala de vistas, en el Penal 3. Allí, los miembros de una y otra familia aguardaban para entrar en la sala. Mientras que los del imputado se mostraban más comedidos, los del fallecido no pudieron soportar la presión y la tensión y comenzaron a proclamar gritos de "asesino", o "tu hijo es el que tendría que estar enterrado" que eran contestados por familiares del imputado: "fue solo un accidente". La policía tuvo que volver a tranquilizar al personal ya que uno de los rocianeros estuvo a punto de perder los nervios, amagando con golpear al acusado.

Tras otros momentos de nervios a la hora de entrar en la sala de vistas, ya que por las pequeñas dimensiones de ésta sólo se permitía la entrada a diez personas por familia, pudo dar comienzo el juicio.

En la madrugada del 25 de marzo de 2007, en plena motorada, Francisco Ángel Jiménez García pilotaba una moto por la avenida Fernando Portillo junto a un grupo de amigos cuando, de pronto, un vehículo que circulaba a gran velocidad y de manera temeraria se saltó la mediana que divide la avenida y chocó contra su moto. A raíz de esto, Francisco Ángel y la persona que viajaba con él de paquete, su primo S. M., salieron despedidos. El fuerte golpe provocó lesiones a ambos, si bien las de Francisco Ángel resultaron letales y falleció una hora después a pesar de los intentos de reanimación del 061 desplazados al lugar.

G. D. O., de 23 años y que en el momento del accidente contaba con 20, reconoció que aquel día tomó varias copas y que por la noche cogió su coche. "Creía que estaba bien para conducir, pero no era así", señaló para luego afirmar que no recordaba si iba rápido o no. "Supongo que normal", señaló. G. D. O. recuerda que invadió la mediana, que chocó contra algo y que escuchó "dos porrazos". Según él, salió del coche "aturdido", sin darse cuenta de que hubiera impactado contra una moto ni de que hubiera dos personas tendidas en la acera. "Cuando salí del coche fue cuando me di cuenta de lo que pasó y se lo dije a la policía y entonces ya me detuvieron", afirma. El acusado reconoce que llevaba encima diez papelinas, que resultaron ser de éxtasis. "Consumí bastante", sentenció. El acusado negó que hiciera actitud de huir del lugar de los hechos. "Sería incapaz de hacerlo. Eso no entra por mi cabeza", señaló. G. D. O. señala que por el estado de embriaguez en el que se encontraba y que por haber tomado droga, se dio cuenta de la gravedad de los hechos cuando ingresó en el calabozo. "Hasta entonces no sabía que había muerto alguien".

Se da la circunstancia que en el momento del accidente se encontraba junto a él de copiloto la que era por entonces su novia. Ésta, que al no encontrarse en Jerez declaró por videoconferencia, afirmó que por ir dormida y por el fuerte golpe que recibió tras el accidente, no recordaba nada.

Sí que recordaron los hechos los ocho policías que declararon. Los que presenciaron los hechos señalaron que el imputado iba a gran velocidad y realizando eses, y que antes del accidente ya había realizado derrapajes en un par de glorietas. Señalaron que al saltar la mediana el coche literalmente "voló" antes de impactar contra la moto en la que circulaba el fallecido. Los agentes señalan que al ver la actitud temeraria de G. D.O ya lo habían comunicado por radio a sus compañeros y que al llegar al lugar del accidente, a escasos 100 metros, el imputado mostró una actitud "vacilante" y de "desprecio a las víctimas" ya que "solamente se preocupaba por el bollo que tenía su coche", sin interesarse en ningún momento por ellos. Ésta actitud del acusado fue ratificada por todos los agentes y algunos incluso afirman que lo llegaron a reprender por ello ya que incluso cuando era trasladado a Jefatura "sólo nos preguntaba por los daños de su vehículo". Los agentes señalaron que el acusado intentó desaparecer del lugar de los hechos, pero sin correr, lo que fue recriminado por la gran multitud que se agolpaba en el lugar de los hechos. También señalan que G. D. O. presentaba evidentes síntomas de embriaguez y posibles de haber tomado drogas ya que "tenía las pupilas dilatadas", algo que ratificaron las pruebas posteriores que se le practicaron.

Posteriormente declararon los amigos de la víctima, testigos directos ya que circulaban a poca distancia del fallecido.

Fiscalía y acusación particular solicitan ocho años de prisión por los delitos contra la seguridad del tráfico, homicidio imprudente, lesiones y omisión del socorro. La defensa aceptará la pena que imponga el juez, si bien pide que se obvie el delito de omisión del socorro ya que considera que debido al estado en el que se encontraba el imputado, era imposible que pudiera atender con normalidad a las víctimas.

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