Jerez

El perfil de los Cachimba los sitúa al borde del retraso mental y sin empatía

  • Los forenses trazan unas personalidades asociales, esclavas de sus impulsos

Jorge Venegas se dirige a la Audiencia el primer día del juicio acompañado por la Guardia Civil.

Jorge Venegas se dirige a la Audiencia el primer día del juicio acompañado por la Guardia Civil. / pascual

Jorge Venegas está en tratamiento de salud mental, sin mucho éxito, desde los ocho años; Pedro está a un paso del retraso mental y Pepe, que no tiene tratornos asociados más allá de su latente alcoholismo, no es Einstein. Los tres hermanos que reventaron la comisaría de Puerto Serrano en enero de 2015 y casi acabaron con la vida del agente local Juan Cadenas son esclavos de sus impulsos, incapaces de comprender la palabra empatía, pero, al mismo tiempo, plenamente conscientes de lo que hacen y de sus consecuencias.

La última sesión del juicio oral contra los Cachimba, en la que quedó vista la causa para sentencia, tuvo como únicos protagonistas a tres médicos forenses que trazaron el perfil psicológico de los hermanos. No contaron nada que no se perciba a primera vista, pero lo hicieron con informes. Esos informes tendrán que ser determinantes para conocer hasta qué punto son responsables de sus actos y eran un elemento clave para la defensa, sin embargo, la defensa se basó siempre en informes de terceros a los que no convocó como testigos. Es algo que la acusación particular calificó de "déficit probatorio".

La médico forense fracasó intentando hacer un test de inteligencia a Pedro

Porque de lo que se trata de saber es si los hermanos, acusados en distinto grado de la invalidez de por vida de Juan Cadenas, supieron en el momento el daño que estaban causando o si actuaban ajenos a la realidad. Los tres son, igualmente en distinto grado, consumidores de sustancias tóxicas y adictivas. Alcohol, cocaína, hachís. Pedro, también heroína. Dos de ellos, Pedro, el agresor, y Jorge, el detonante, tienen diagnóstico de trastornos de personalidad. Y uno de ellos, Pedro, tiene una inteligencia límite con el retraso mental.

Todo esto quiere decir, según los forenses, que los Cachimba son incapaces de relacionarse con su entorno. Funcionan como un clan. Indudablemente en ellos existe la afectividad, pero exclusivamente dentro de ese clan. Siguen instintos muy primarios. En sus conclusiones, la fiscal afirmó que Pedro actuó con un impulso "en el que su objetivo final era liberar a su hermano llevándose por delante a quien se tuviera que llevar por delante". En ese impulso existe el "dolo de matar". Ataca a uno de los tres policías locales que tratan de sujetarle lanzando su arma, un trozo de crital afilado, contra el cuello. A Juan Cadenas le hiere en la cara. Son zonas del cuerpo letales. Y lo hace con reiteración. La fiscal lo calificó como "conducta criminal". Los otros dos hermanos, lejos de contenerle, le jalean y, según la Fiscalía, la intervención de Pepe es determinante al sujetar a Juan Cadenas, lo que permite que Pedro pueda herirle gravemente.

Lo que hay detrás de estas personalidades abiertamente asociales y embrutecidas son variantes de un tronco de personalidad parecido. Según la médico forense, en Jorge, el pequeño, existe una absoluta "auasencia de respeto a figuras de la autoridad". Él nunca es culpable de nada; en sus ensoñaciones los demás son los culpables de sus actos, de los que, por otra parte, él se vanagloria. No encuentra motivaciones para cambiar su conducta y sólo fue consciente de la barbaridad que habían cometido hasta que no vio en la prensa la repercusión que había tenido. Aún así, una vez más la culpa no había sido suya, según desveló en la entrevista con la forense. Pudo relatar minuciosamente lo ocurrido esa tarde-noche. Sabía lo que había pasado.

A Pedro fue inútil pasarle un test de inteligencia. No colaboró, era incapaz de concentrarse. Sí se detecta una tendencia a exageración de síntomas. Y miente. Dice que escucha voces, pero esa afirmación es inconsistente con su cuadro clínico. Tampoco esas voces están relacionadas con el delito cometido. Finge continuamente. Dice que ha intentado suicidarse varias veces, pero su nivel de riesgo de suicidio es bajo. Es cierto que no pudo ingresar en el ejército por "déficit intelectual" y que tiene una "incapacidad laboral", pero eso no le hace inimputable. Nunca, según los forenses, perdió en la noche del 17 de enero de 2015 su capacidad volitiva, por muy 'ciego' que estuviera. También recuerda los hechos con detalle.

Pepe es el único que no presenta un diagnóstico de trastorno, aunque su personalidad está asociada a sus adicciones. No se considera, según los forenses, que esa noche estuviera lo suficientemente borracho como para no saber lo que estuviera haciendo.

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