urbanismo

Las pésimas entradas que dejó una ciudad 'de paso'

  • Las carreteras de penetración en Jerez son un verdadero lastre que sólo puede ser solucionado a base de imaginación, paisajismo e inversiones

Jerez tiene malas tarjetas de visitas. Las tiene, eso sí, pero son horribles. Ni una sola de las carreteras que dan acceso a la ciudad se salva de una 'quema' en la que priman los solares, los pastos secos y la sensación de abandono. Es la peor de las posibles presentaciones. Un desastre. Pero no está en la mano ni de Jerez ni de su Ayuntamiento. Todo recae fuera de las competencias locales. Así es la Administración.

Jerez no tiene una entrada 'bonita' en sus cuatro puntos cardinales. Quizás marcada por su condición de ciudad de paso los puntos de penetración han sido siempre lugares inhóspitos marcados por una mala urbanización (si es que la hay). Esa condición de ciudad de paso trae su marca desde antiguo, desde los tiempos en los que la avenida Álvaro Domecq, El Mamelón y la calle Larga hasta la cuesta de la calle Puerto eran parte integrante de la carretera nacional Madrid-Cádiz. Buenos testigos de este vestigio son la señales que aún se pueden ver en el reloj del Gallo Azul, que señalan de forma permanente las direcciones por las que había que dirigirse para llegar a Madrid o Cádiz. La actual calle Larga, o la avenida de Andalucía (que conduce a los jerezanos desde El Altillo a Hipercor) eran parte de una carretera nacional que atravesaba la ciudad. Años de trabajo y negociaciones costó que el extinto Ministerio de Obras Públicas (hoy de Fomento) concediera la cesión de los terrenos, más bien de las calles. Fue entonces cuando empezó a trazarse (y tardó) el proyecto de la Ronda Oeste, la que dirige al tráfico a la Bahía sin pasar por el casco urbano. Ciudad de paso... más que nunca.

Uno de los mayores activos de Jerez es su paisaje de viñas, tristemente olvidado"González FusteguerasUrbanista

Por partes. Los accesos a Jerez son un desastre. Se trata de las denominadas, desde un punto de vista administrativo, como vías de penetración. Son carreteras que, en su mayor parte, dependen de administraciones 'foráneas', cual es el caso de la Diputación (carreteras provinciales), la Junta de Andalucía (carreteras autonómicas) y el Estado (carreteras nacionales).

El mal estado de conservación es una de las señas de identidad pues ninguna de ellas se libra. A Jerez se llega por multitud de carreteras, muchas de ellas ubicadas en un entorno rural realmente atractivo pero al que no se saca provecho alguno. Tanto es así que responsables policiales han llegado a reconocer a este medio que "llevar a cabo una 'operación jaula' en Jerez es sencillamente imposible". De Jerez se entra y se sale con facilidad, siempre y cuando se conozcan los caminos y veredas que pueden servir de conexión entre un asfaltado y otro. Bien recordada en el seno de la Guardia Civil es la famosa (en tiempos) banda de 'El Pichi', capaz de moverse entre El Puerto y San José del Valle pisando de forma mínima la carretera. Tan sólo pudieron frenar sus correrías deteniéndoles en sus casas. En la carretera era imposible.

A Jerez se entra por Morabita, por la variante de la nacional IV, Por Guadalcacín, por la carretera de Trebujena, por la de Sanlúcar, por la de El Calvario, por la carretera de El Puerto, por la de El Portal, por Cartuja (incluso por Montealegre si se sabe 'montear'), por la carretera de Arcos, por Guadalcacín, por Nueva Jarilla, por la nacional IV, por...

Jerez es inmensa. ¿Hay una forma de dotar a Jerez de entradas bonitas? Según el arquitecto y urbanista Manuel Ángel González Fustegueras sí es posible y para ello apuesta por lo que se podría calificar como el 'ejemplo francés'. ¿En qué se basa esta experiencia?

Según destaca Manuel Ángel González Fustegueras "no es una práctica habitual en nuestras ciudades tratar adecuadamente los accesos a las mismas y su secuencia visual, ordenando las vistas hacia los recursos paisajísticos desde los accesos y vías de comunicación, y estableciendo franjas de afección visual en función de la cuenca visual de estas infraestructuras y de las principales vistas hacia los recursos que se obtienen desde ellas". Es decir, hay posibilidades de hacer bello lo que en un principio no lo es. O al manos no lo parece. Todo, a fin de cuentas, es cuestión empeño y de saber hacer.

"Los ingenieros -abunda Fustegueras-, que tradicionalmente se ocupan del diseño de estos espacios, no suelen preocuparse más que por la funcionalidad, primando aquellos aspectos vinculados más directamente con la capacidad y la fluidez del tráfico rodado, obviando cuestiones tan importantes y tan definitorias de una ciudad como su paisaje. Estas circunstancias se manifiestan en la conformación de una imagen paisajística que no responde en términos de singularidad y de cualificación al significativo papel que estos itinerarios presentan en la configuración de las representaciones, valores y significados atribuibles a la imagen de conjunto de la ciudad". En otras palabras, quienes diseñan los accesos a las ciudades tienen una idea absolutamente clara: que el tráfico discurra rápido, sin problemas, de forma fluida. El entorno, en pocas letras, importa poco. Pero ni mucho menos debería ser así.

"Tampoco hemos tenido suerte, en nuestro caso en particular, en las más recientes y potentes intervenciones, en preservar las vistas hacia los paisajes de mayor valor. Me estoy refiriendo en concreto a Área Sur, en la que todos vemos desde la circunvalación esa horrible cubierta llena de cachivaches. Lamentable, y todo cuando su destino era un parque, precisamente para preservar las vistas hacia y desde la ciudad a poniente, el territorio de las viñas por excelencia, el que trae el viento que cría el vino, dice la mítica, que también es importante". No en vano, uno de los mayores activos de Jerez (pero tristemente olvidado) es su paisaje de viñas en la franja oeste de Jerez, lugares que reportan estampas que harían palidecer a otros tan internacionalmente conocidos como la Toscana italiana. Es un potencial perdido.

Destaca González Fustegueras que "volviendo al tema de los accesos, en la práctica, su mejora, en mi opinión, implica abordar de manera coordinada una serie de intervenciones destinadas a los diferentes órdenes. De un lado, a reordenar las áreas funcionales del viario (rotondas, medianas, áreas de estacionamiento adyacentes…); a promover o mejorar el tratamiento de la vegetación a lo largo del itinerario con criterios de sostenibilidad y legibilidad; a favorecer el uso ciudadano de las áreas peatonales próximas mediante actuaciones que redunden en la seguridad vial, el confort y la calidad escénica de las mismas, y a desarrollar iniciativas destinadas a mitigar o eliminar los posibles impactos generados por determinados usos privados del paisaje urbano (publicidad, instalaciones técnicas, infraestructuras de telecomunicaciones…)".

Según apunta el experto urbanista, "se trataría de obtener una imagen de conjunto para cada uno de los grandes accesos a la ciudad. Y en este sentido, la vegetación puede servir como elemento de continuidad a lo largo del recorrido, aprovechando los espacios libres de los flujos de circu­lación. Y trabajar igualmente de forma conjunta con los elementos del mobiliario. Y cómo no, y sobre todo en los accesos con entornos industriales, que contienen numerosos elementos de publicidad descontrolada, la solución efectiva para mejorar la imagen de estas vías pasaría por limitar su instalación a puntos concretos. En definitiva: incorporar el paisaje visual como rasgo definitorio de la calidad del territorio, que en nuestro caso es mucha calidad".

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