Jerez

Hasta siempre, don Manuel

  • Toreros, políticos, empresarios, escritores y destacados nombres de la sociedad jerezana despiden al popular cronista de la vida de la ciudad, Manuel Liaño Pérez, que falleció el pasado lunes a los 83 años de edad

Numerosas personas, entre familiares, amigos, compañeros de profesión y conocidos, se acercaron ayer a la iglesia de Los Descalzos para dar el último adiós al popular cronista jerezano Manuel Liaño Pérez, fallecido el pasado lunes a los 83 años de edad. Allí estuvieron personajes del mundo de los toros, representantes de partidos políticos de la ciudad, nombres destacados de la sociedad jerezana y sobre todo, lectores anónimos. Aquellos que han seguido, antes o después, las crónicas de la ciudad escritas por este periodista, con más de 60 años de profesión a sus espaldas labrados en el 'Ayer', 'La Voz del Sur' y 'Diario de Jerez', donde se le llamaba cariñosamente don Manuel.

Y llegó puntual don Manuel, a las once de la mañana, a la iglesia de "la mejor de las vecinas", tal como decía él, la Virgen de la Amargura. Cubierto con la bandera de la Coronación, blanca y negra, entró para afrontar la crónica más dura. "Cuántas charlas taurinas hemos tenidos los dos", comenta un hombre que le "conocía bien".

Allí, bajo el altar, el párroco de Los Descalzos, Francisco García Villegas, ofició una emocionada misa a su "gran amigo y gran hermano" Manolo. "Te tengo envidia, me comentó una vez, porque decía que yo había llegado a ser sacerdote y él no. Yo le respondí que él, en su labor de periodista, desde ese púlpito, también podía anunciar a Cristo. Y así fue. Un sacerdote laico. Esa es la lección que nos dio", proclamó el cura. Contó emocionado y entre risas además cuando don Manuel estuvo 21 días asegurando desde su popular columna 'Desde la calle Larga' que García Villegas era su 'hermano'. "Y yo le decía: Manolo ten cuidado a ver si van a creer que es verdad".

Fueron muchos los personajes que con su despedida ayer a don Manuel agradecieron las palabras dedicadas a ellos desde esta esquina de la redacción de Diario de Jerez, donde Liaño pegaba 'teclazos' en su vieja máquina de escribir para darle forma a la realidad. Así, el rejoneador Luis Domecq aseguró que le tenía "mucho cariño, me hacía unas crónicas muy bonitas. Era muy buena persona". "Lo conocía -dice- desde que empezamos a torear, nos seguía a mí y a mi hermano Antonio y nos alentaba". Por su parte, el presidente de honor del Xerez, Rafael Verdú, se mostró desolado por el fallecimiento de su "amigo Manolo". "Nos conocimos cuando él era cronista deportivo el tiempo que estuve jugando en el Xerez. Aquí estoy para despedirlo y pedir que Dios lo tenga en la Gloria". "Creo -añadió- que todo el mundo le quería. Era muy agradable y cariñoso".

El hostelero Faustino Rodríguez también tuvo palabras de cariño para don Manuel, a quien conoció en el Casino Jerezano hace ya unas décadas. "Éramos muy amigos y pienso que no se metía con la gente. Sólo tenía palabras agradables. Y aunque hay algunos que aseguraban que no les gustaba leerlo, luego nadie pasaba sin su columna".

El torero Luis Parra 'Jerezano' se mostró "agradecido porque desde mis comienzos confió en mí. Ayudó mucho a los toreros de Jerez. Fue un tío extraordinario y un taurino fenomenal. Decía en sus crónicas lo que sentía, la verdad, aunque a algunos les molestara. Era un gran periodista. Todos le queríamos".

El compositor y colaborador de este Diario Antonio Gallardo Molina aseguró que a pesar de la tristeza de las personas, "hoy es un gran día para Manolo porque está sin disgustos de ningún tipo", comentó sin perder su humor, para luego añadir que ha sido "muy bueno conmigo porque cuando yo empecé a escribir me publicaba mis poemas. Él era mi amparo. La fama que yo cogí ha sido por él". También quisieron decir un hasta siempre a don Manuel nombres como el picador Alfonso Barroso, el director de la Escuela de Tauromaquia, Eduardo Ordóñez; y el propietario de la 'Ganadería Marqués de Domecq', Fernando Domecq, entre muchos otros.

El hermano mayor de la Coronación, Javier Lucena, dedicó también en la misa unas palabras a don Manuel, de quien destacó que no "le temblaba la boca a la hora de reconocer que era cristiano". Y así quedó patente ayer, porque con sus defectos y sus virtudes, don Manuel fue hasta el final cofrade, taurino, futbolero y sobre todo, cronista de todo lo que amaba.

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