Jerez

De yerno ejemplar a oveja negra

  • Procedente de "buena familia" y deportista de élite, sus actividades fraudulentas en Nóos lo convertirán en el primer familiar del Rey que irá a la cárcel

De yerno ejemplar  a oveja negra

De yerno ejemplar a oveja negra

De príncipe azul a reo común. Hubo un tiempo en el que Iñaki Urdangarín, esposo de la infanta Cristina, fue considerado el yerno ejemplar de don Juan Carlos, más aún cuando era comparado con Jaime de Marichalar, el marido de doña Elena, que acabó separado de la hija mayor de don Juan Carlos y doña Sofía. Pero un escándalo de corrupción lo convirtió en protagonista de uno de los episodios más negros de la historia reciente de la realeza española.

Cuñado de Felipe VI, Urdangarín dejó de pertenecer a la Familia Real, junto a las infantas Cristina y Elena, cuando el actual Monarca accedió al trono en junio de 2014. Sin embargo, el parentesco que aún mantiene con don Felipe por su matrimonio con Cristina ha hecho que sea el primer pariente político directo del Rey sobre el que pesa la amenaza de entrar en la cárcel.

El único valor que le queda al ex duque es la inquebrantable fe de su esposa en su inocencia

Nacido en la localidad vasca de Zumárraga el 15 de enero de 1968, Urdangarín se casó en 1997 con Cristina de Borbón, a la que había conocido un año antes en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Era entonces un reputado jugador de balonmano que militaba en las filas del Barcelona, bien parecido y con 1,96 metros de estatura.

Creció en una "buena familia" -es el penúltimo de los siete hijos del matrimonio formado por el banquero Juan María Urdangarín, fallecido en mayo de 2012, y la aristócrata Clara Liebaert- y se educó en escuelas de prestigio. Pasó su infancia y juventud en Barcelona, donde estudió Empresariales.

En el año 2000 presumió de ser el primer miembro de la Familia Real en conseguir una medalla olímpica. Fue en los Juegos de Sidney, donde la selección española de balonmano se hizo con el metal de bronce. Poco después, a los 32 años, se retiró de las canchas. Entonces, instalado en Barcelona junto a doña Cristina, empezó a trabajar como directivo en empresas intermediarias en el mundo del deporte.

En 2004 fue elegido vicepresidente primero del Comité Olímpico Español (COE), un paso criticado por algunos medios españoles porque simultaneaba ese puesto "con sus negocios de marketing deportivo". En esa época su vida empezó a emprender un giro que marcaría su futuro personal y también el de la Familia Real.

Junto a Diego Torres, un profesor del máster de negocios que cursó, el ex duque de Palma fundó en 2004 el Instituto Nóos, un organismo sin ánimo de lucro, y, de paso, la estructura societaria que les permitió obtener de manera irregular varios millones de euros de diversas administraciones públicas.

Urdangarín ocultó buena parte del dinero a través de la empresa Aizoon, de la que era titular al 50% con su esposa. El yerno del rey Juan Carlos presidió Nóos hasta marzo de 2006, un mes después de que el PSOE balear levantara la primera voz de sospecha de los negocios turbios con el Gobierno autonómico.

En junio de ese año, Urdangarín fue nombrado consejero de Telefónica Internacional, filial del Grupo Telefónica, lo que sirvió de argumento, tres años después, para justificar su mudanza a Washington junto a la Infanta y sus cuatro hijos: Juan, Pablo, Miguel e Irene.

Fue durante su estancia en Estados Unidos cuando el juez José Castro empezó a investigar los negocios de Nóos, lo que llevó a la Fiscalía Anticorrupción de Baleares a registrar la sede del Instituto en noviembre de 2011. Pocas semanas después, la Casa del Rey apartó a Urdangarín de las actividades oficiales de la familia al considerar que su conducta no había sido ejemplar y, unos días más tarde, el juez Castro le citó como imputado. Fue entonces cuando comenzaría el calvario judicial y social para los todavía duques de Palma, que se intensificó a raíz de la primera comparecencia de Urdangarín ante el juez, en febrero de 2012.

Apartado de todo acto público de los reyes, la única excepción fue la visita que hizo al hospital junto con la infanta Cristina en noviembre de 2012 para ver a don Juan Carlos, que se recuperaba de una operación de cadera, pero sin coincidir con el príncipe Felipe.

El posterior traslado del matrimonio a Ginebra (Suiza), tras un breve paso por Barcelona una vez que se desvinculó de Telefónica, no aplacó la presión mediática y social sobre Urdangarín, puesto que todos los indicios de la investigación apuntaban a que no podría eludir ni el juicio ni la condena. En junio de 2015, Felipe VI, ya en el trono, soltó una nueva amarra con su hermana Cristina al revocar el título de duquesa de Palma que ostentaba desde 1997 junto con su marido.

Éste fue el último gesto de rechazo del Rey por las consecuencias de la mancha generada por un caso que puede acabar con Iñaki Urdangarín en prisión, a expensas de cómo se resuelvan los posibles recursos a la condena dictada ayer por la Audiencia de Palma.

De lo que sí puede estar orgulloso Urdangarín es de la inquebrantable fe y confianza ciega de su esposa, que desde el primer día del calvario judicial ha creído en su palabra y no ha cedido a las presiones para separarse por el bien de la Monarquía.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios