La estupidez funciona

El homo sapiens elabora comportamientos y sistemas sociales que provocan el exterminio de los mejores

Pino Aprile sostiene en su libro Elogio del imbécil que la imbecilidad es el modo actual de supervivencia. Argumenta que la inteligencia humana se extingue, que nuestros simiescos antecesores se sirvieron de ella para evolucionar y convertirnos en lo que somos, pero nuestra supervivencia está asegurada y ya no la necesitamos. La evolución no tiene criterios éticos, morales o estéticos, sino funcionales. Y la estupidez funciona. Argumenta que, desde siempre, el homo sapiens elabora comportamientos y sistemas sociales que provocan el exterminio de los mejores. España, tras dominar medio mundo, cayó en una terrible decadencia. La Inquisición eliminó a muchos de los que dudaban y planteaban problemas. Expone que ahora hemos inventado otras astucias para ir contra la inteligencia y sus manifestaciones, formas de organización social como la monarquía, la democracia… La democracia es como una partida trucada, antes de ir a votar los imbéciles ya han vencido porque son mayoría. Pero todos los otros sistemas son mucho peores: Freud tuvo que exilarse, Solzenitsin fue condenado a un "gulag", Sócrates, a muerte. El imbécil es un adelantado. Vivir conlleva volverse imbécil, porque el mundo está hecho a medida del imbécil. El poder es enemigo de la inteligencia, que está habituada a discutir, y el poder quiere mandar, no discutir. Todos los sistemas jerárquicos funcionan de acuerdo a una regla básica: hay que respetar las normas. En un sistema jerárquico lo que cuenta es que alguien consiga hacer algo, no que se descubra el mejor modo de hacerlo. La inteligencia es subversiva, en lugar de aplicar la norma la discute bloqueando así el camino regular de todo sistema burocrático. Por eso la imbecilidad es la verdadera savia vital de la sociedad. Educados en deseos que nos han sido impuestos y que son idénticos a los del vecino, somos el producto de un largo proceso evolutivo dirigido a reprimir la obsoleta y molesta inteligencia. Pero, ¿qué se ha creído el tal Aprile para agraviarnos de esa manera? Quizás observando lo que hacemos habitualmente y escuchando las noticias que nos asaltan con frecuencia, podamos entender que sólo la estupidez hace posible que estemos llegando a cuotas tan infumables de inhumanidad y fariseísmo, que haya tanto individuo solemne cargado de razones gregarias y ridículas, y que la sociedad asista a tanto espectáculo grotesco de forma tan impasible.

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