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Una madame ingresa en prisión para cumplir una condena por coaccionar a dos chicas para prostituirse

  • La acusada, que deberá cumplir una condena de cuatro años de cárcel, llegó a publicar un anuncio en una página de internet ofreciendo los servicios sexuales de una de las denunciantes.

Una madame, identificada como A. A. A., ha ingresado este viernes en prisión para cumplir la condena de cuatro años que le impuso la Audiencia de Sevilla y que fue ratificada recientemente por el Tribunal Supremo, por dos delitos de prostitución coactiva, por haber obligado a dos mujeres que entraron a trabajar en su burdel a que ejercieran la prostitución bajo amenazas de publicar fotos íntimas de las mismas.

Los hechos que declaró probados la Sección Primera de la Audiencia de Sevilla se remontan a enero de 2013, cuando una de las mujeres denunciantes, que se hallaba en situación irregular en España, se puso en contacto con la madame en relación con el puesto de trabajo que ofrecía para la vivienda donde estaba ubicado el burdel.

La mujer aceptó el trabajo y lo desarrolló “con normalidad” hasta que en marzo de ese año, la regente del prostíbulo consiguió acceder a las “fotos íntimas que ésta guardaba en su teléfono móvil”, aprovechando que se lo había dejado para pasar a su ordenador unas imágenes de whatsapp.

La acusada le ofreció entonces la posibilidad de “incrementar sus ingresos” si accedía a mantener relaciones sexuales con los clientes y cuando la mujer se negó, la madame “le hizo saber que había descargado sus fotografías íntimas en su ordenador”, conminándola a mantener encuentros sexuales para evitar que “difundiera entre sus amigos y familiares que se dedicaba a ejercer la prostitución”. De esta forma, “confundida” por la consecuencias de su situación irregular, accedió a mantener relaciones con los clientes entre marzo y abril de 2013, tiempo en el que la condenada concertaba las citas y fijaba el precio de los servicios, así como el porcentaje que le correspondía por cada servicio.

En abril, la chica se marchó de la vivienda y entonces comenzó a recibir mensaje de la madame conminándola a continuar prostituyéndose, llegando a enviarle el siguiente mensaje a su móvil: “Nunca olvides que tengo todas tus fotitos en mi ordenador así que paga morosa”, y el 27 de mayo publicó un anuncio en la página www.milanuncios.com, en el que mostró el rostro de la mujer “ofreciendo servicios sexuales con un contenido denigrante que causó una profunda aflicción a la denunciante”, que denunció el caso.

A una segunda mujer que también contactó con la acusada por los mismos métodos le ofrecieron un puesto de trabajo en el burdel, donde realizó labores de limpieza entre los días 5 y 18 de abril de 2013.

En este caso, la coacción vino porque la condenada le dijo que tenía datos de su pareja e hijos y temiendo que pudiera divulgar o poner en conocimiento de sus amigos y familiares que trabajaba en una vivienda donde se ejercía la prostitución, accedió en principio a dar “masajes a los clientes” entre el 18 y 23 de abril y se dejó hacer “fotografías con poses eróticos”, viéndose obligada a mantener contactos sexuales entre el 23 de abril y el 3 de junio hasta que la situación se hizo “completamente insoportable” y decidió marcharse y denunciar los hechos.

El Tribunal Supremo ha rechazado el recurso de casación que presentó la acusada, en un auto en el que avala la condena de la Audiencia de Sevilla conforme a las pruebas practicadas en el juicio y que el fallo “explica razonadamente sin incurrir en arbitrariedad ni falta de lógica al valorarlas”.

Los magistrados del Supremo señalan que del resultado de la intervención telefónica acredita que la acusada era la que “explotaba el negocio y quien controlaba el precio del servicio y lo que le correspondía recibir a ella por cada intercambio sexual, como describieron en el plenario los agentes que efectuaron la investigación”.

La acusada alegó en su descargo que cada una de las personas que ejercían la prostitución en la casa “tenían llave y anunciaban sus servicios con las fotografías que ellas mismas elegían y las publicaban a través de su ordenador personal, que ellas les prestaba”.

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