La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La herencia envenenada de Pina

Las consecuencias del caso irán mucho más allá de la sentencia: pierde el club, pierde la afición y pierde Granada

La investigación judicial contra Quique Pina podría sostener el guión de una telenovela de éxito de los 80 con la misma intensidad que una serie de Netflix. De papel protagonista, el "rey" del fútbol. De secundarios, el socio italiano y los testaferros. En la trama familiar destaca la madre con un "papel central", contando hasta el último euro, frente a un padre ausente que no se entera (o no se quiere enterar) y la hermana protegida que sirve de escaparate para el negocio. No faltan las empresas pantallas en paraísos fiscales, el traidor que hace de garganta profunda y los pinchazos policiales que terminan deslizando las piezas del castillo de naipes de los nuevos ricos. El dinero florece en pequeños sobres en cualquier rincón -desde la clásica maleta con el millón de euros hasta la funda de una raqueta de tenis escondiendo 40.000 euros en el altillo de un armario-, un misterioso robo desata todas las alarmas convirtiéndose en el punto de inflexión de la trama y, por supuesto, hay yate y casa en Marbella.

La base de la historia se recoge en el sumario sobre la Operación Líbero que este periódico ha desgranado en exclusiva desde hace una semana, sin que podamos saber aún si pesará más en el desenlace lo que se dice en las escuchas o lo que se declara delante del juez. Porque la contradicción es absoluta. Del "yo actué de buena fe" y "firmaba lo que me decían" al gestor duro, controlador y minucioso que está encima de todos y de todo sin dejar el más mínimo detalle a la improvisación.

Al empresario murciano, expresidente del Granada CF, se le investiga por delito fiscal, blanqueo de capitales e insolvencia punible en operaciones de traspaso de jugadores. Ya ha declarado en la Audiencia Nacional ante el juez José de la Mata, ya ha pasado unos días en Soto del Real y ya está en libertad con cargos y sin pasaporte a la espera de que avance la causa con las comparecencias del resto de personajes. Los propios y los invitados.

Porque el problema del caso Pina es la tremenda dificultad que supone aislar su presunta actividad delictiva de la gestión y las consecuencias para los clubes de fútbol que ha dirigido: en el caso del Granada cuando fue el artífice del regreso a Primera y en el caso de Cádiz CF con sus responsabilidades como consejero delegado.

Para el club rojiblanco, el muro de contención de sitúa en el verano de 2016: Pina se va con su equipo de colaboradores más directo y la propiedad pasa de forma efectiva a manos del inversor chino Jiang Lizhang. El acuerdo se cerró en Londres, donde tenía la residencia habitual Gino Pozzo -antiguo propietario del Granada y socio de Quique Pina-, en el mes de mayo: la corporación asiática se haría con el 100% de la sociedad por unos 37 millones de euros en una operación que dejaba importantes plusvalías para la familia del empresario italiano -dueños también del Udinese y el Watford CF-. Después de siete años, Jiang y Pozzo se estrechaban la mano en junio de ese 2016 formalizando el paso del Granada CF al propietario de la sociedad china Link Internation Sports Limited.

Aquí empieza la nueva era del Granada CF. La que por sorpresa ha transitado del campo del fútbol al judicial y arrastra la mancha de la corrupción, como también ocurre ahora en la gestión política, poniendo de nuevo el foco sobre Granada. Si hace dos años era la Plaza del Carmen la que se despertaba con el impacto mediático de los registros y las detenciones de la UDEF por una presunta trama de prevaricación urbanística en torno a Torres Hurtado, ahora ha sido el turno de Los Cármenes y de la Ciudad Deportiva en una operación que ha salpicado a Cádiz, Murcia y Marbella con ramificaciones en el extranjero aún por determinar. Lo curioso es que no ha habido sorpresa. No es nada nuevo. Ni en los partidos ni, por supuesto, en un negocio tan opaco como el fútbol con escándalos habituales en torno a las operaciones millonarias que sostienen el juego.

Pero las consecuencias irán mucho más allá de lo que concluya la sentencia del caso Pina. Pierde el Granada CF -el impacto en la imagen del club es inevitable-, pierde la afición y perdemos todos. Los actuales responsables del equipo se esfuerzan en levantar una frontera con todo lo anterior a 2016 pero los lazos son escurridizos.

Para empezar, la propia entidad está implicada en la causa como investigada -de ahí que no se haya podido presentar como acusación particular para pedir responsabilidades a los anteriores gestores- y este mismo viernes tuvieron que ir a declarar en la Audiencia Nacional -resulta al menos una muestra de transparencia y un mensaje claro de colaboración con la justicia que haya sido el vicepresidente y persona de máxima confianza de Jiang Lizhang quien haya dado la cara ante el juez-.

En paralelo, las primeras revelaciones de las auditorías que se llevaron a cabo hace dos años pueden dar una idea certera de lo turbio que son las alcantarillas del caso: se produjeron justo en el momento de la salida de Pina y el cambio de propiedad y con el oportuno virus que se lanzó desde Italia contra los equipos informáticos del club, precisamente del entorno de un empleado del Udinese (de la familia Pozzo).

Que haya personajes especialmente siniestros que hayan saltado de un equipo gestor a otro tampoco ayuda a mantener las fronteras de la división. Los accionistas están preocupados, por mucha normalidad con que se intente continuar el calendario deportivo, y la afición también. Como estrategia de comunicación, el muro de contención entre la etapa Pina y la etapa Jiang tal vez contribuya a paliar el impacto en la marca -admitamos que se está asumiendo con naturalidad que el empresario murciano tuviera negocios oscuros- pero hay consecuencias económicas y deportivas más preocupantes: el club puede acabar como responsable subsidiario por los perjuicios que se hayan podido cometer y, respecto a la denuncia inicial de amaños de partidos, al menos el Granada CF cuenta con el alivio de que es un aspecto que fue descartado de la investigación (un informe policial así lo explicita) y por ahora no está sobre la mesa del juez De la Mata.

Todo esto es lo tangible; lo invisible es de más difícil contención -en el ánimo por ejemplo del propio equipo para afrontar el desafío del ascenso- y la incertidumbre sobre hasta qué punto los actuales dueños mantendrán el compromiso y el apoyo al club se mantiene en el aire. La historia del Granada CF fluctuará a medida que el guión cinematográfico inicial vaya desmontando las contradicciones y se vayan encajando las piezas de lo que de verdad ocurrió en esa etapa no tan "gloriosa" de Quique Pina. Aquella que despertó la atención de unos inversores asiáticos y los animó a sumarse al proyecto sin atisbar que lo que realmente compraban era una herencia envenenada.

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