El ciclo SEFF365 prosigue esta semana con la proyección de la cinta griega Park y la sueca The Giant. La primera nos acerca a la Grecia contemporánea a través del retrato descarnado de un grupo de adolescentes marginales que se pasan el día jugando a sus particulares juegos salvajes en los contornos de un viejo estadio derruido y sus instalaciones deportivas, evidente espacio metafórico de un país que ha pasado ya la resaca olímpica, la crisis y el ninguneo europeo y se sume ahora en un páramo moral de desolación y ruina.

Cuerpos convulsos, violentos y sin rumbo, los jóvenes de Park aparecen casi animalizados, indistinguibles de los perros agresivos con los que juegan y conviven. Su particular danza sin concurso ni estilo los hace vagar por el extrarradio desprovistos de empatía y código moral, en sintonía con ciertos no-personajes del cine de Arnold o Ramsay (ya quisiéramos a Pasolini). Y de esa manada emergen dos figuras, igualmente desprovistas de psicología, cuerpos casi mudos y a la deriva, en constante lucha con el entorno y consigo mismos (el sexo es también un campo de batalla y frustración): una pareja que se adentra en el otro lado de un país de turismo low-cost pero que sucumbe igualmente a su propio impulso destructivo y nihilista.

Diseñada al gusto de festivales y tiempos de coyuntura crítica, la cinta de Sofia Exarchou se encierra en su propio círculo ambiental, movida por una mirada antropológica y una energía física que no terminan de conducir a ninguna parte. Tal vez ahí residan tanto sus méritos (especulares) como sus limitaciones (narrativas).

Un tono bien distinto apunta la cinta sueca The Giant, debut de Johannes Nyholm premiado en San Sebastián que se proyecta mañana viernes: una fábula moderna sobre la enfermedad y la diferencia que, con ecos de El hombre elefante o Mask y ciertas similitudes argumentales con el monstruo de Bayona, se acerca a un niño autista y deformado con las claves del fantástico.