En estos días son noticia de primera plana la Infanta Cristina y su marido (y socio) Inaki Urdangarin a propósito del proceso judicial en el que ambos personajes (amén de un nutrido grupo de colaboradores) se han visto envueltos por los desmanes y atropellos cometidos en el manejo del "grupo de estudios estratégicos" que, "sin ánimo de lucro" (cuesta imaginar el montante del "sablazo" en el caso de que hubiesen buscado beneficios) fundó el ahora vilipendiado Duque de Palma con el nombre de Nóos, una voz griega romanizada que significa "mente" o "intelecto".

Al mismo tiempo los reales cónyuges constituyeron una sociedad destinada a pagar sus gastos personales y, de paso, optimizar su relación con el fisco a la que llamaron Aizoon, curioso nombre griego que podría traducirse por "siempre vivo (de "aei" permanente y "zoon" vida).

La regia pareja se ha apuntado a la extendida moda (desde mediados del siglo XX) de nombrar marcas, modelos o empresas usando vocablos del latín y el griego clásico buscando el prestigio, la atemporalidad e incluso la sofisticación de unas lenguas hoy relegadas pero que -en el caso del latín- hace casi 2000 años y gracias a la expansión militar del Imperio Romano se convirtió en la lengua franca de todo orbe conocido, perdurando como lengua de cultura hasta el siglo XVIII. Así, por ejemplo, además del nombre de una reputada empresa de ropa y calzado deportivo, Nike es la alada y veloz diosa griega de la victoria y ASICS, una marca japonesa que con sus zapatillas hace competencia a la anterior, debe su nombre a las iniciales de la frase latina Anima Sana In Corpore Sano (fragmento adaptado de un aforismo del poeta romano Juvenal). Especialmente proclive a usar las lenguas clásicas es el sector del automóvil. La marca alemana Audi toma el imperativo del verbo audio (oír) para poner en su equivalencia latina el apellido de uno de sus socios fundadores (Horch). Volvo es "hacer rodar" en latín y Dacia era el nombre de la provincia romana correspondiente a la actual Rumania. Carisma, Micra, Aristo, Prius... todos son modelos automovilísticos de ascendencia clásica al igual que el Megane (grande, espacioso en griego) y el Clio (musa griega de la historia) de la casa Renault. Hasta los prosaicos productos de limpieza buscan el prestigio de la antigüedad y así la marca Ajax remite al más fuerte de los héroes griegos después de su primo Aquiles y el insecticida Orion rememora las habilidades cazadoras del gigante mitológico de la Odisea que lleva su mismo nombre. Tanto se aficionó Urdangarin a esta práctica lingüística que cuando la altruista apariencia de su Instituto Nóos quedó desmontada fundó, a modo de válvula de escape monetaria una ONG a la que bautizó con el término griego Areté que significa nada menos que... ¡virtud!

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