Cultura

Galán de los sentidos

  • La Grande Chapelle de Albert Recasens rescata en doble CD la música de otro barroco español olvidado, Cristóbal Galán

Galán: Canto del alma. La Grande Chapelle. Albert Recasens Lauda (2 CD) (Harmonia Mundi)

No por repetida la historia resulta menos aleccionadora: una vez más, un compositor español que emerge de la bruma de la decadencia barroca. Durante mucho tiempo la corriente dominante en la musicología internacional parecía impulsarnos a pensar que tras el período glorioso de la polifonía renacentista, las sombras se cernieron desde principios del siglo XVII sobre la música española, convertida casi hasta hoy en un páramo de mediocridad absoluta al que sólo lograron escapar algunos creadores aislados.

Ya sabemos que la realidad fue mucho más compleja y que la rica tradición musical española no se esfumó como por ensalmo el día de la muerte de Tomás Luis de Victoria. Albert Recasens, como antes su padre, el siempre recordado Ángel, trabaja con denuedo en la recuperación de buena parte de esa memoria perdida, y lo que de ahí va saliendo -como de la labor de otros muchos musicólogos e intérpretes, habituales moradores de esta página-, lo que de ahí sale, decía, nos deja rastros de que no estuvieron nuestros compatriotas de los siglos XVII y XVIII precisamente huérfanos de música de calidad.

Este Cristóbal Galán (c.1625-1684) al que ahora rescata Lauda se nos presenta, por ejemplo, como un músico que supera con mucho las dotes del cabal artesano seguidor de una tradición y unos tópicos más o menos aceptados en su tiempo. Originario de alguna ciudad no conocida de la corona de Aragón, Galán pasó por varios centros castellanos antes de recalar en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid (sí, el mismo que tuvo a Victoria en su maestría de capilla) en 1667. Mantuvo su puesto trece años, y cuando tuvo que dejarlo, en 1680, lo hizo para sustituir a Francisco Escalada al frente de la Capilla Real, en donde Galán permaneció hasta su muerte cuatro años después, sin duda en uno de los peores momentos financieros de la historia de la institución.

La extraordinaria fama que Galán conoció en vida queda plenamente justificada en este trabajo, que se acerca tanto a su producción de música latina (salmos, motetes, antífonas, secuencias, responsorios), en su mayor parte escrita en el tradicional estilo policoral con acompañamiento de continuo, como a la de música paralitúrgica en lengua romance (villancicos, arias y tonadas), en la que se documenta también el empleo de violines y donde resuenan algunos ritmos populares. En ambos casos, la música de Galán es un perfecto reflejo de la sensibilidad barroca, que se alcanza mediante el recurso a la pintura musical, al empleo de efectos madrigalísticos, que, aunque en ocasiones estereotipados, el compositor usa siempre con flexibilidad, ternura y sutileza suficientes para lograr su último objetivo: la conmoción emotiva a través de la conquista previa de los sentidos. La Grande Chapelle, que sigue manteniendo una importante base de cantores e instrumentistas extranjeros, deja aquí, por calidez, detalle y hondura expresiva, uno de sus mejores trabajos discográficos.

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