flamenco

Instrumentistas y cantaores

  • Un saxofonista y un guitarrista se presentan asimismo como cantaores en sus nuevas entregas discográficas.

Instrumentistas y cantaores

Instrumentistas y cantaores

El saxofonista y cantaor isleño Antonio Lizana publica su tercer trabajo discográfico, Oriente. Temática social e introspección. En la onda de sus entregas anteriores aunque con un acento más pop. Menos jazz y más flamenco-pop. La mayor parte de las composiciones son canciones con estribillo a ritmo de tangos, rumbas o bulerías interpretadas con la voz flamenca. Brillantemente producidas y con unos vientos deliciosos, puro swing.

También hay otros estilos de lo jondo. Como en Ô delá, donde se combina la soleá de Utrera con unos arreglos deslumbrantes, una de las mejores piezas del disco. Un tratamiento sorprendente de los cantes de Fernanda. O las cantiñas Alegría Mari! (sic), con la guitarra de José Manuel León, una bellísima melodía y la mejor entrega del Antonio Lizana (San Fernando, Cádiz, 1986) cantaor de esta obra, de vigoroso estribillo coral. Otro de los momentos culminantes de Oriente. La semilla son unos poderosos fandangos modales de contundente bajo eléctrico a cargo de Tana Santana. Toná-liviana en el tema que da nombre al disco, donde Lizana cambia el saxo por el ney. Y hasta peteneras, uno de los temas más interesantes de esta obra, tanto por su ritmo como por sus arreglos andariegos, puro cool jazz, que contrastan de una manera brillante con la voz entregada, desgarrada, de Lizana. Me gustan las partes instrumentales de estas canciones flamencas. Ahí Lizana tiene una voz propia, original, nunca antes escuchada en lo jondo. Con todo el jazz contemporáneo temblando en su aliento pero de una forma naturalmente jonda. Por ejemplo en la bulería Isla de los vientos, casi un instrumental, una descarga magnífica de energía y frescura donde encontramos la réplica melódica del piano de Marcos Salcines.

Lizana es un músico brillante con un aura de lozanía y verdad. La misma rabia y fiereza de su saxo la encontramos en su cante. La de Lizana es una música de enorme fuerza y profundidad. Una propuesta flamenca inédita. Y eso, a estas alturas de la película, tiene un enorme valor que el aficionado no debería dejar pasar de largo. Necesitamos a Lizana en el ámbito de lo jondo. Porque no andamos sobrados de músicos libres y con tanto talento.

Por su parte, el guitarrista David Amaya (Madrid, 1971), presenta su segunda obra en solitario Alma barbera, corazón porteño. Para vivir es una deliciosa entrega de flamenco-pop de los 90 con unos contratiempos brasileros muy interesantes. Mi amistad no la repones tiene más acento cubano en las percusiones y un riff muy potente. Las cuerdas le aportan además un aire setentero muy nostálgico y la voz se aproxima al hip hop. Un tema con bastante y sana mala hostia dedicado a una estrella jonda. A la misma vena pertenece Mi estrella. Lo que tengo por dar destaca por su brillante melodía y, una vez más, su acento brasilero. 92-20-16, Alma barbera y Una noche en Almería son sendas revisiones de algunos de los grandes temas del grupo La Barbería del Sur, con la voz del Guadiana, grandes solos de guitarra de David Amaya y sonido actualizado. Se tiran conmigo es una versión de un tango original de José Lisandro Díaz, con un brillante solo de trompeta Antonio Machado. En la rumba Tu compañera del alma nos encontramos con la voz colorida de Montse Cortés, que vuelve a reaparecer en la soleá autobiográfica La historia de mi existencia, muy bien arreglada y con un solo de guitarra eléctrica portentoso. Aquellos viejos tiempos es una versión de El tiempo va sobre el sueño de Lorca-Morente, aunque el poeta granadino no aparece en los créditos.

David Amaya estuvo con La Barbería del Sur hasta 1997. En el tiempo en el que formó parte del mismo, el grupo editó tres discos que son referentes del flamenco-pop. Es ante todo un guitarrista, multiinstrumentista, compositor y productor. Pero tiene una deliciosa voz llorada, grave e intensa, muy natural, que me gusta mucho. Como compositor asume el legado del mejor flamenco-pop de los 90 y abre su corazón en los textos, que es lo mejor que podemos decir de un autor, que se desnuda. Una obra amable y brillantemente arreglada y producida por su propio autor.

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