Flamenco

Una entente granadina

  • Los jóvenes Morente y Habichuela continúan la fructífera relación musical que unió a sus progenitores

Kiki Morente (izquierda) y Juan Habichuela Nieto en el barrio granadino del Albaicín.

Kiki Morente (izquierda) y Juan Habichuela Nieto en el barrio granadino del Albaicín. / Miguel Ángel Molina / EFE

Morentes y Habichuelas se han amado y espoleado artísticamente desde hace décadas. El nieto del patricarca Habichuela y más joven vástago Morente colaboran en sus nuevas entregas discográficas, que coinciden en estas fechas en el mercado.

El trémolo brioso del maestro Juan Habichuela abre Albayzín, el primer disco del joven Morente. Es la granaína de Cepero en la versión gaditana del Flecha que Kiki Morente (Granada, 1990) dice con entrega y naturalidad, balanceándose en los melismas de una manera que nos recuerda en alguna ocasión al joven Enrique Morente de los 60. Y la cierra la misma guitarra por tarantos, un cante minero del repertorio del joven Camarón que Kiki Morente dice airoso, intenso y sentimental. Camarón vuelve a reaparecer en los tangos Flamencos con una cita a su Canastera, un tema que incluye también alguna letra morentiana, un guiño al disco Sacromonte del Morente de los 80. La segunda entrega por tangos, con la guitarra de Juan Habichuela Nieto, es una creación del propio Kiki Morente. La primera entrega por bulerías es frenética porque es un homenaje a Manuel Vallejo. En ella muestra el joven Morente su virtuosismo rítmico. El segundo cante por fiestas es de Jerez e incluye la guitarra de Diego del Morao: soniquete del bueno. Los fandangos de Huelva, del repertorio de Enrique Morente, que incluyen también referencias a Marchena y a Pepe de la Matrona, presentan otra guitarra fundamental del toque contemporáneo, la de Juan Carlos Romero. La sevillana tiene algo rotundo, la guitarra de Rafael Riqueni, junto a las letras de Lope de Vega. Con las progresiones descendentes que son marca de la casa Riqueni y brillantes arreglos de cuerda. El acompañamiento en el polo del maestro Matrona corre a cargo de Montoyita aunque la letra procede de una antigua saeta sevillana. En la soleá retorna la familia Habichuela, en este caso el gran Pepe, patriarca actual de la saga tras la muerte de Juan, y uno de los grandes tocaores por soleá de hoy. Ese toque vigoroso característico, moroso, reposado, fundamental. Esas falsetas imprescindibles para tres de las letras favoritas de Enrique Morente. En fin, Habichuela, Riqueni, Romero, Morao y Morente: un estreno de campanillas para el joven Kiki.

De otra parte nos encontramos con Sentimientos de mi ser, el segundo disco en solitario de Juan Habichuela Nieto (Granada, 1989). La rumba, cantable, desenfadada, es un homenaje a Paco de Lucía. Y por eso encontramos a algunos de los miembros de su mítico sexteto, es decir, Carles Benavent al bajo y Jorge Pardo a la flauta. Un tema que nos recuerda a otra época, otra forma de entender el flamenco más directa, más emocional, más lírica. Hay, incluso, un guiño al Buana, Buana, King, Kong de los Lucía. Lo curioso de los tanguillos taurinos es que Juan Habichuela Nieto no pudo ver en activo, por edad, a los dos homenajeados de la pieza, Paula y Romero. Se trata, con todo, de un tema íntimo, muy sentimental, luminoso, donde encontramos la voz de Kiki Morente para decir los versos de Habichuela. Y si la rumba era para Paco de Lucía, la bulería es camaronera. Un gran tema con una introducción ad libitum en la que el ritmo va entrando poco a poco y que acaba con el frenesí de los pies del Farru. Los tangos, pastueños, granadinos, cuentan con un estribillo pegajoso a cargo de Los Makarines. Las alegrías son un homenaje al padre de la criatura: ligadas, bailables, luminosas, plácidas, serenas, y cuentan con la colaboración de otro nieto de Juan Habichuela, Juan Carmona junior. Los fandangos tienen una melodía bellísima, cantable, que desemboca en un estribillo e incluyen la voz de Rafael de Utrera. El amor que te tengo es un tema fresco, libre, con un brillante trémolo. El corte más emotivo del disco, con todo, es la granaína, por tratarse de un mano a mano entre el nieto y el abuelo grabado en la cueva Valparaíso de Granada en 2008.

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