Cultura

Éxito absoluto en la fiesta de presentación del Monkey Week 2011

  • Mucho público, gran organización y dos inmensos conciertos de Marina Gallardo y GAF

Sorprendentemente, sigo de este lado. Es lo primero que puedo afirmar a propósito de la fiesta de presentación del fastuoso, brillante y populoso Monkey Week 2011, que se convirtió, con completa y certera seguridad, en la introducción más exitosa que ha tenido jamás el festival portuense.

Y digo que sigo de este lado (sorprendentemente) por lo fácil que es peregrinar al otro, por las extremas dificultades que entraña trabajar en un ambiente como el que se vivió en los jardines del Monasterio de la Victoria sin tirarse a la vida boba, sin arrojar las notas al césped y unirse a la fiesta hasta que te estallen los tobillos. Imagínense el tamaño de la fiesta para que este cronista de voluntad férrea tenga que admitir que no sabe a ciencia cierta si aguantará hasta el lunes sin rendirse al canto de las sirenas (o del mono).

Uno de los propios organizadores me lo advirtió: "Estoy acojonado". "¿Por qué?", le pregunté observando la falda del Monasterio llena de gente bailando, bebiendo y contando cosas. "Porque todo está saliendo demasiado bien", me respondió.

Y no le faltaba razón. Considerando el infinito número de obstáculos que tuvo que salvar la pasada edición del Monkey Week para no naufragar, se puede decir que al fin todo parece estar en su sitio y que todo parece marchar como se merece una organización que ha hipotecado su alma para traer a El Puerto un fenómeno cultural como éste.

Pero vayamos a la música: las cuatro actuaciones que tuvieron lugar sobre el escenario Carhartt rozaron un buen nivel. Gracias sobre todo al primer y al último concierto, que curiosamente fueron los que ofrecieron menos concesiones a un público ávido de decibelios… Singular el mundo de la música. Te lo montas atendiendo únicamente a las inquietudes que te brotan del estómago, y la cosa funciona.

Marina Gallardo arrancó a las once y media de la noche, siendo la primera en estrenar el escenario exterior del Monasterio en una noche no del todo fría, estrellada, húmeda y clara. Problemas logísticos impidieron que GAF, cuya actuación estaba programada para las diez y media, iniciasen la batería de actuaciones.

Isidro, Nacho, Pepe (el batería omnímodo) y la propia Marina ofrecieron un concierto preciso, sin florituras, difícil por el repertorio y centrado de manera exclusiva en temas nuevos.

Muchos rostros pasaron de la incredulidad o la desorientación a la emoción, y la artista gaditana consiguió, poco a poco, meterse al público en el bolsillo con unas canciones íntimas a las que ha incorporado nuevos registros sonoros, como las cajas de ritmo o el piano.

Recurrent Dream funcionó como una apisonadora onírica y lúgubre, mientras que Be As You Ment (títulos provisionales a falta de concretar el nuevo disco) ofreció uno de los momentos más bellos de la noche, con Marina Gallardo transida al piano (con el que, por cierto, se defiende muy bien).

La oscuridad de muchos temas coincidieron con la introducción de secciones electrónicas de corte orgánico, que parecen apuntar un nuevo rumbo dentro de la carrera musical de la artista portuense. Aunque fue sobre todo la guitarrera Cold Eye la que levantó a una audiencia que se multiplicaba a cada minuto. El ruidismo calculado arrancó los primeros berridos entre la asistencia.

Tras el obligado descanso para retirar instrumentos y recargar los vasos de plástico, los madrileños The Adepts gustaron aunque con ciertos 'peros' en los que no voy a extenderme. Su directo ha mejorado y sus intenciones son loables, a pesar del evidente parecido de su propuesta con PJ Harvey o Maika Makowski.

Ximena Bares mandó apagar la "luz de tanatorio" que la deslumbraba y defendió a la perfección unos temas bien trabajados.

Pasada la madrugada, Triz3ps, el penúltimo proyecto de Javi P3z, dispusieron sobre el escenario todo un arsenal instrumental para proponer su power soul, una mezcla de referencias hispanas de los ochenta (Radio Futura, Danza Invisible…), funk y clásicos del soul como Marvin Gaye. Guitarra rítmica, un hammond setentero y una voz que (en mi opinión) no terminó de cuajar (a pesar del buen trabajo sobre el escenario y las ganas de hacer que el personal se moviese).

Finalmente, alrededor de las dos de la madrugada, el grupo canario GAF pudo al fin personarse en el Monasterio después de vivir una odisea entre líneas aéreas y aeropuertos. El surrealista sexteto se subió al escenario para ofrecer otro de los grandes conciertos de la noche y para cerrar la fiesta de presentación del Monkey Week con un proyecto psicodélico honesto, natural y de una calidad apabullante.

El invento de Kurajica Mladen es una bomba. Tal cual. Te deja con cara de tonto en dos movimientos y encima se permite el lujo de hacerlo sin demasiados aspavientos, como el que no quiere la cosa. Percusiones, órganos, guitarras, trompeta, saxo y voces ocasionales te taladran la sien hasta sumirte en un mar de sensaciones mágicas.

Un lujo para este festival poder contar con la actuación de un grupo que no juega a nada pretencioso y que sin embargo consigue lo que pretende: transportarte a otros lugares, como el genio de Michaux, con unos temas cíclicos, repetitivos y llenos de misterio que atesoran una imaginación y un saber hacer que nada tiene que envidiar a otras bestias clásicas de la psicodelia.

El público se dejó seducir con rapidez. La suma de cubatas y las ganas de fiesta pusieron su granito de arena y los jardines del Monasterio de la Victoria fueron cambiando de semblante a medida que los canarios sugerían atmósferas y ritmos tribales.

Let's Fuck marcó uno de los momentos más brillantes de la noche, mientras que Disappearing Man se encargó de cerrar la noche dejando en la retina de los espectadores un montón de desiertos y torbellinos y plantas extrañas.

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