PRUEBAS SECRETAS

A-395: La carretera de los espías

  • Año tras año, con la llegada del buen tiempo, prácticamente todas las marcas de coches inundan la carretera A-395, que va de Granada a Sierra Nevada, para realizar las pruebas con prototipos que, en unos meses, se convertirán en coches de producción.

En la A-395 es muy normal ver coches camuflados

En la A-395 es muy normal ver coches camuflados

Es difícil de imaginar, cuando nos ponemos al volante de nuestro coche, cuánto trabajo hay para una marca en el desarrollo de un nuevo modelo. Según Seat, antes de cada lanzamiento, se realizan cerca de 1.000 esbozos, se emplean miles de kilos de arcilla, decenas de miles de litros de pintura y se realizan alrededor de 55.000 simulaciones…

A ello hay que sumar otro trabajo clave: las pruebas de los coches en condiciones reales. Una labor que puede llevar a contabilizar cerca de 1,2 millones de kilómetros antes de su puesta a la venta.

Cada marca tiene su propia decoración para camuflar los coches. Cada marca tiene su propia decoración para camuflar los coches.

Cada marca tiene su propia decoración para camuflar los coches. / Carlos García Guirado

Y en este apartado –el de las pruebas de los vehículos al aire libre–, la comunidad de Andalucía tiene un gran protagonismo. Un buen ejemplo de ello es Almería que, con su aridez y temperaturas extremas, es una buena prueba de fuego para los nuevos modelos.

Sin embargo, hoy vamos a hablar de Granada y de su carretera A-395. Este trazado es perfecto para que la mayoría de los fabricantes realicen las test de sus modelos antes de su comercialización. Conviene recordar, en este sentido, que la A-395 –que une Granada con Sierra Nevada– es la carretera asfaltada más alta de Europa.

Llega hasta más allá de los 3.300 metros de altitud. Y por ello, cuando se acaba la temporada de esquí y comienza el buen tiempo –ya en primavera– Sierra Nevada se puebla de personal extranjero al volante de vehículos camuflados, casi todos con matrículas ‘raras’, y rodeados de un despliegue inusual de camiones que cargan y descargan. Es una auténtica caravana de la que, además, se nutren en cierta manera los negocios locales como hoteles y restaurantes.

Paparazzi de coches

Una persona que conoce bien cómo funciona este ‘tinglado’ es Carlos García Guirado. Este granadino de 31 años es un apasionado a los coches. Una afición que le ha llevado a fotografiar la mayoría de los modelos que suben y bajan por estas carreteras.

Es lo que en el argot se conoce como ‘fotógrafo espía’. Y decimos que son ‘espías’ porque la mayor parte de su trabajo se realiza camuflado para no ser detectado por los probadores. 

Es, por tanto, como un paparazzi de los coches. La clave es que no le vean para que pueda hacer el mayor número posible de fotografías. Imágenes que, después, enviará a su agencia –CarPix– y ésta se encargará de distribuir las fotos por las principales publicaciones de Motor del mundo.

El camuflaje está muy bien desarrollado para que no se vean las formas de coche. El camuflaje está muy bien desarrollado para que no se vean las formas de coche.

El camuflaje está muy bien desarrollado para que no se vean las formas de coche.

A su vez, a los fabricantes no les gusta nada que se hagan estas fotos. Entre otras cosas porque dan pistas a la competencia y porque anticipan el lanzamiento de nuevos modelos, dejando paralizadas las ventas de los coches actuales en los concesionarios.

“Cada año –sobre todo entre junio y septiembre– vienen más probadores y más coches”, señala Carlos García Guirado. “Es una carretera perfecta para ellos. De hecho, prácticamente están solos aquí”, afirma.

Carlos García Guirado pasa muchas horas intentando capturar algún coche camuflado. Carlos García Guirado pasa muchas horas intentando capturar algún coche camuflado.

Carlos García Guirado pasa muchas horas intentando capturar algún coche camuflado. / Carlos García Guirado

“Hay fabricantes que vienen con sus camiones y descargan cerca de 60  o 70 coches, de los que 10 son camuflados para hacer pruebas”, continúa. “Y hay otros –incluso– que están todo el año aquí en Sierra Nevada”, describe. “Además, hacen pruebas de todo tipo.

Unas veces les ves que suben con los coches muy revolucionados –incluso a 7.000 y 8.000 vueltas– para forzar los motores; otras llevan remolques; también prueban los frenos, las transmisiones, las suspensiones”, continúa. “E incluso a veces los dejan completamente al sol durante horas y con el habitáculo cerrado para ver cómo se calientan los materiales”, cuenta.

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