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Fillon defiende el envío de más tropas a Afganistán ante el Parlamento francés

  • La oposición socialista anuncia una moción de censura ante la negativa del primer ministro a permitir votar esta medida

El Gobierno francés defendió ayer el envío planeado de más tropas a Afganistán en un debate en el Parlamento, en el que la oposición socialista rechazó el plan, anunció una moción de censura contra el Ejecutivo y denunció la "obsesión atlantista" del presidente galo, Nicolas Sarkozy.

Ante la Cámara de los Diputados, el primer ministro, François Fillon, dijo que las "modalidades" del envío de "algunos centenares" de tropas adicionales aún no están decididas y citó las condiciones planteadas a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para concretarlas.

Son la confirmación por los aliados de que mantendrán "en el tiempo su esfuerzo" en Afganistán, la adopción de "una estrategia política compartida", una mejor coordinación de los esfuerzos civiles y militares en el terreno, y el aumento de la formación de las fuerzas de seguridad afganas para permitir una "verdadera afganización de la seguridad" del país.

Dentro del reforzamiento del contingente francés, los militares galos podrían implicarse más en la cadena de mando, especialmente en Kabul (donde está el grueso de sus tropas y una de las regiones más seguras), en la formación del Ejército afgano, en las unidades en provincias para proteger la "seguridad" de la población y "garantizar los progresos de la reconstrucción", señaló Fillon.

Tras advertir que una retirada de Afganistán sería un incumplimiento de las responsabilidades galas con la ONU y la "ruptura" de la solidaridad con los aliados, el primer ministro argumentó que con el refuerzo planeado se amplían "las oportunidades de la paz", una paz que "condicionará ampliamente una parte de nuestra seguridad y nuestra libertad".

En cambio, para la oposición de izquierdas, que teme "un nuevo Vietnam", la decisión de Sarkozy de enviar más tropas tiene "poco que ver" con Afganistán "y mucho" con su "obsesión atlantista".

Esgrimiendo la negativa de Fillon a permitir un voto sobre ese reforzamiento, el jefe del grupo socialista en la Cámara, Jean-Mar Ayrault, confirmó que presentarán una moción de censura contra el Gobierno, que en principio se debatirá el martes y está abocada al fracaso, dado que los conservadores tienen mayoría absoluta.

Sarkozy viaja con las manos cargadas de regalos a la cumbre de la OTAN en Bucarest: ofrecerá centenares de efectivos adicionales para Afganistán (algunos diplomáticos hablan de hasta 1.500) y mayor cooperación con EEUU en la "guerra con el terrorismo". Se trata de un nuevo paso hacia la reintegración completa de Francia en la OTAN, cuya estructura militar integrada abandonó el general Charles de Gaulle en 1966.

La oposición ruge. Sarko el estadounidense está dispuesto a someterse al liderazgo de EEUU, especulan los socialistas. El ex ministro de Exteriores, Roland Dumas, acusó al mandatario de haber "enterrado el gaullismo".

Sarkozy lo niega: "no soy el proatlántico por el que todos me toman". En plena consonancia con la tradición gaullista, el presidente declaró en 2007 ante el Congreso de EEUU: "quiero ser su amigo, su aliado y su socio. Pero un amigo que se tenga por propio pie. Un aliado independiente. Un socio libre". También vinculó el "regreso a la OTAN" con la "renovación de la Alianza" y el "fortalecimiento de la defensa europea". Dicho con toda claridad: Washington debe compartir con los europeos el liderazgo del bloque, y la UE debe contar con capacidad de planeamiento y acción militar.

La segunda mitad de 2008, cuando Francia ostente la Presidencia de turno de la Unión Europea, servirá a Sarkozy para impulsar una política de defensa común para Europa.

Tampoco los expertos ven un verdadero "quiebre" en la política de Sarkozy con respecto a la de sus predecesores. El cambio tiene carácter más bien simbólico, opina el profesor de La Sorbona Frédéric Bozo. El presidente socialista François Mitterrand ya intentó en 1991 usar el derrumbe del bloque soviético para vincular una reforma de la OTAN al "regreso" de Francia. La apuesta fue un fracaso, al igual que la de Jacques Chirac en 1995. A partir de 2004, Chirac implicó a cada vez más franceses en las operaciones de la Alianza y envió -por primera vez desde 1966- un centenar de oficiales a los centros de Mons y Norfolk.

Entre tanto, Francia sigue fuera de la comisión de la OTAN para planificación de defensa DPC y del grupo de planes nucleares NPG. Francia nunca estuvo en el primero y Sarkozy no ha movido ninguna pieza para cambiar esa situación. Por el contrario, el mandatario ofreció recientemente a los socios comunitarios una discusión sobre el aprovechamiento de la fuerza atómica de Francia.

La valoración de Bozo es inversa: el grupo nuclear carece de relevancia desde el fin la confrontación de bloques. Pero la ausencia en el DPC hace que Francia acuda a las misiones de la OTAN sin medios suficientes. Si Sakozy quiere tener influencia, según Bozo, debe estar incluido en esta comisión. París considera que las condiciones para ese trío -"regreso" a la OTAN, reforma de la Alianza y defensa de la UE- son más accesibles que nunca. El desorbitante coste de la guerra de Iraq obliga a Washington a esperar un gasto mayor en Europa y a mostrar más comprensión con la integración militar del continente.

Dentro de la Alianza se da además una encendida discusión sobre sus límites y funciones. El "regreso" a la OTAN también constituye un medio de garantizar la influencia francesa en su reforma.

La cumbre de 2009, cuando la organización celebre su 60º aniversario, servirá como plazo simbólico para concretar la reintegración de Francia.

Fuentes diplomáticas afirman que Sarkozy está dispuesto a ofrecer concesiones personales para evitar un fracaso como el de Chirac, que quedó encallado en la disputa por la ocupación de los principales cargos de la Alianza.

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