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Serios retos para el sucesor

  • El general Petraeus traspasa el mando de las tropas norteamericanas en Iraq a su segundo, Raymond Odierno, con la situación muy mejorada, pero lejos de ser ideal

Cuando hace 19 meses el general David Petraeus asumió el mando de las tropas estadounidenses en Iraq, el país mesopotámico estaba al borde de la guerra civil. Los terroristas de Al Qaeda habían hecho de la provincia de Al Anbar, en el oeste, su centro de operaciones y más de 3.000 soldados norteamericanos habían perdido la vida en Iraq. Pero la nueva estrategia de Petraeus, con más soldados y nuevas tropas iraquíes y mejor formación, logró mejorar la situación.

Con todo, su sucesor, el general Raymond Odierno, tendrá que hacer frente a varios retos desde que el pasado martes asumiera el mando al frente de los alrededor de 146.000 uniformados estadounidenses en Iraq. La situación sigue sin mejorar especialmente en la provincia de Diyala, al noreste de Bagdad, donde viven muchos antiguos oficiales y miembros de los servicios secretos del régimen del ex dictador Sadam Husein.

Decenas de atentados suicidas perpetrados por hombres y mujeres han sacudido Diyala en las últimas semanas. También en la ciudad de Kirkuk, donde kurdos, turcomanos y árabes luchan por el poder y el petróleo, queda un polvorín por apaciguar. Según observadores occidentales, mucho dependerá de si el gobierno del primer ministro, Nuri al Maliki, hará frente un día a la enquistada corrupción, también entre sus propias filas.

Todo esto lo sabe muy bien Petraeus, de 55 años. Por eso, el general, que ahora está al mando de las tropas en Oriente Próximo y Oriente Medio, advirtió en su carta de despedida a las tropas de los riesgos de un precipitado "¡hurra!". En lugar de hablar de "éxitos", Petraeus prefirió, con el cálculo de un político, hablar de "mejoras": "Aunque queda mucho para que termine nuestra labor en Iraq y nos quedan muchos duros trabajos y difíciles combates por delante, debo decir que ustedes han ayudado a conseguir avances notables".

Estos avances han sido alabados incluso por oficiales del antiguo régimen iraquí, para quienes desde comienzos de los 90 el Ejército estadounidense era su más acérrimo enemigo. "Las tropas estadounidenses han conseguido muchos logros en suelo iraquí, especialmente en la ciudad de Ramadi, que para los soldados norteamericanos ha supuesto una permanente fuente de preocupación", alabó Ahmed al Obaidi, ex teniente coronel de las tropas de élite de Sadam, la Guardia Republicana.

En su opinión, el éxito no se debe al aumento de militares estadounidenses, sino a la estrategia que se ensayó primero en el oeste de Iraq de armar y remunerar a las milicias civiles suníes contra los combatientes de Al Qaeda: "Esto es lo que allanó el camino a la Policía y el Ejército iraquí, ya que así también podían moverse libremente por territorios que antes estaban controlados por los diferentes grupos armados".

El hombre que acaba de asumir la jefatura de las tropas estadounidenses, con casi la misma edad que Petraeus, está considerado un experimentado militar. El general Odierno comandó entre 2003 y 2004 una unidad que atacó duramente los bastiones rebeldes suníes al noroeste de Bagdad, y su división fue responsable de la captura de Sadam Husein.

Sin embargo, algunos de sus detractores dentro y fuera del Ejército estadounidense defienden la teoría de que las despiadadas redadas en aldeas suníes realizadas por las tropas al mando del general de Nueva Jersey hicieron que algunos iraquíes pasaran a engrosar las filas de Al Qaeda, que prometió vengarse de los norteamericanos.

Puede que las experiencias personales hicieran que Odierno se adhiriera más tarde a la teoría de Petraeus de que para vencer en Iraq no sólo hay que ganar los combates, sino también la confianza de los iraquíes. Su hijo, el subteniente Anthony Odierno, perdió en el verano de 2004 su brazo izquierdo debido a un ataque en Bagdad.

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