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Los narcos mexicanos usan las cárceles como centros operativos Fidel Castro asegura que se ha recuperado "totalmente"

  • Pese a la buena noticia de la muerte de uno de los principales líderes del cártel de Sinaloa, la violencia y la corrupción siguen en aumento con golpes espectaculares El ex mandatario cubano alude por primera vez de manera pública a su estado de salud

La violencia en México vinculada al crimen organizado aumenta cualitativa y cuantitativamente y aunque la muerte a manos del Ejército de uno de los principales líderes del cártel de Sinaloa, Ignacio Coronel, es una buena noticia para el Gobierno de Felipe Calderón, las malas pesan más. Diversos analistas creen que ya se puede hablar de terrorismo o narcoterrorismo, aunque las autoridades de México y las de EEUU rechacen el término. Y también coinciden en que el escándalo de la cárcel donde los internos eran presos de día y sicarios de noche no es una excepción, sino un ejemplo más del nivel de corrupción y penetración del crimen en las instituciones y de que muchas prisiones se han convertido en centros de operaciones de los cárteles.

El 16 de julio un coche-bomba en Ciudad Juárez mató a cuatro personas. Ese ataque, igual que las granadas que explotaron en Morelia en 2008 durante una celebración popular o los tiroteos indiscriminados en bares o salas de fiesta, son actos terroristas para la mayoría porque el objetivo es sembrar el terror y se ataca a la población civil.

Políticos mexicanos de todos los partidos han coincidido en este análisis, pero las autoridades huyen del término. Tanto el procurador general de la Republica, Arturo Chávez Chávez, como el embajador de EEUU en México, Carlos Pascual, o su homólogo mexicano en Washington, Arturo Sarukhan, aseguraron que el atentado de Juárez "no es terrorismo", lo que no deja de llamar la atención de algunos, como el catedrático y ex asesor de la ONU Edgardo Buscaglia. "Que Sarukhan se plante en Madrid y diga que un coche-bomba que mata dos policías y dos civiles no es terrorismo, a ver qué pasa", ironiza.

En opinión de este experto en crimen organizado, a nadie le interesa hablar de terrorismo. A EEUU, porque le supondría un compromiso político muy fuerte al estar "legalmente obligado a activar todos los resortes institucionales" creados para combatir esta lacra y tendría que enviar más dinero y más personal operativo a México, lo que podría provocar conflictos diplomáticos. Y para el Gobierno mexicano "sería como pegarse un tiro". "Se caería todo el sistema político porque se activarían recursos específicos para atacar los bienes patrimoniales que los cárteles mexicanos tienen en 48 países y se detectarían los vínculos que tienen con la clase política", añade Buscaglia.

De forma paralela a este debate, se imponen los hechos. Van más de 6.700 asesinatos en siete meses frente a los 9.600 de todo 2009. Hay decapitados, chantajes (el cártel de Sinaloa amenazó recientemente al Gobierno de Chihuahua con matar a civiles si no destituía a un jefe policial), secuestros de periodistas (cuatro fueron retenidos tras cubrir los sucesos en Gómez Palacio), el cierre del consulado de EEUU en Ciudad Juárez por motivos de seguridad... Y se prevé un nuevo rebrote de violencia tras la muerte de Coronel.

Pero lo que más ha conmocionado a los mexicanos en los últimos días ha sido la historia de la cárcel de Gómez Palacio (Durango, al norte del país) donde, llegada la noche, algunos presos dejaban sus celdas, se calzaban las armas de los guardias de seguridad, se subían a vehículos oficiales y se lanzaban a cumplir ejecuciones por encargo, presuntamente con el permiso de las autoridades del centro. La Fiscalía les atribuye tres matanzas en bares en lo que va de año con un total de 45 muertos.

Los expertos no están sorprendidos. "Eso está sucediendo en muchas prisiones, no es la excepción, es la regla. Como ocurrió en otros países, el crimen organizado utiliza las cárceles como centros de operaciones", señala Buscaglia.

"Lo de Gómez Palacio ha pasado muchas veces por la ineptitud y la corrupción, la diferencia es que ahora es supo", coincide el abogado Alejandro Hernández Bringas, ex preso político y autor de varios libros sobre el sistema penitenciario. A su juicio, se trata del "máximo exponente de la impunidad porque aunque alguien reconozca al asesino luego dicen imposible estaba en la cárcel".

En México, en torno al 90% de los delitos no se investigan; desde 2006 el 63% de los narcos detenidos fue puesto en libertad por falta de pruebas, según datos oficiales, y el goteo de policías y funcionarios detenidos involucrados con el crimen organizado no cesa . En el centro de todo, coinciden expertos y políticos, está la corrupción pero falta un pacto integral para combatirlla. El narco mexicano es la tercera mafia mundial tras la rusa y la china y el cártel más poderoso y más infiltrado es el de Sinaloa.

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