Cultura

Amor y odio entre internet y el celuloide

  • El ciclo sobre cultura y web 2.0 debate los modelos del audiovisual con la presencia del productor de 'La Isla Mínima' y el crítico Jordi Costa

En una pantalla dividida se ven dos versiones de una misma película, donde Montgomery Clift y Jennifer Jones pasean por Roma. Es Estación Termini, dirigida por Vittorio De Sica en 1953 y reeditada después por el productor norteamericano David O. Selznick. En la segunda versión, los planos son más cortos y explícitos, mientras que en la primera el espectador puede observar más pausadamente los paseos de la pareja por la capital de Italia. El vídeo es obra de Kogonada y fue presentado ayer por Jordi Costa como una nueva forma de análisis cinematográfico a través de la imagen en el segundo día de las jornadas #Culturapp. Oportunidades y desafíos de la cultura web 2.0, que se desarrollan hasta hoy en el Cicus.

La participación del crítico barcelonés en esta iniciativa de Edere Comunicación fue una glosa de las ventajas e inconvenientes que tienen los nuevos modelos de producción, distribución y consumo de cine. "Mi experiencia como periodista y espectador ha dado un vuelco y, gracias a estos medios, me he convertido en creador", declaró, en referencia a las dos cintas que ha dirigido con la fórmula #LittleSecretFilm. Entre los problemas que encuentra en la situación actual, Costa aludió a la "tensión que provocan las redes sociales a la hora de hacer un juicio después de una película, lo que impide la introducción de matices". También habló de la devaluación del estatus profesional de su gremio, en la medida que sus ingresos disminuyen considerablemente si publica en internet en vez de en papel.

Por contra, Costa sí defendió la existencia de los blogs dedicados a la crítica de cine, como germen de un relevo generacional que cree necesario. Paco Casado, coordinador de la web Cine en serio, no pudo estar más de acuerdo con su compañero. "Creamos un proyecto para hablar de cine de la misma forma que queríamos leer sobre cine", explicó este sevillano afincado en Málaga, que publica, sobre todo, críticas de películas que van del cine experimental a cintas comerciales. En sus cuatro años de andadura, Casado y sus colaboradores han cubierto festivales como los de Sevilla y Málaga, así como otros on line, que suplen la escasez de pases para críticos en las capitales andaluzas con visionados de estrenos a través de internet.

La productora Belén Bernuy también se sirvió de estas técnicas para distribuir el documental La pantalla herida y ayer se mostró optimista respecto a la aportación que internet puede hacer al sector audiovisual, tanto desde el punto de vista de la realización como en la posterior exhibición. "Ahora las cañas después del cine son los comentarios en las redes sociales", apuntó Bernuy, que auguró un cambio en el modelo actual, que considera "muy rígido" por estar basado en la precompra de derechos. Según Bernuy, el problema consiste en que las cintas que se estrenan tardan años en llegar desde las pantallas de cine a los circuitos de televisión y, en su opinión, la solución está en potenciar plataformas de visionado como Yomvi, Filmin y la americana Netflix, si es que finalmente llega a España.

La postura de la productora fue después confirmada por su colega Gervasio Iglesias, aunque sólo en parte, ya que considera que los grandes proyectos no pueden financiarse únicamente con este sistema de distribución, por no estar ideado para consumos masivos. Por el mismo motivo, Youtube tampoco es una opción para este sevillano, pero Manuel Pérez, creador de la webserieNiña repelente convirtió esta página web en su mejor aliada. "En 2009 vimos que la única forma de sacar adelante nuestro proyecto era Youtube", aseguró Pérez, que narró la evolución de su proyecto y detalló su teoría sobre las distintas redes sociales. "Instagram es para colgar fotos, Twitter para decir cosas y Youtube sirve para contar historias. El secreto es saber para qué es cada una y los jóvenes son expertos porque se han criado con ellas", manifestó.

En el debate, que estuvo moderado por el periodista Miguel Ángel Parra, tanto Paco Casado como Gervasio Iglesias hicieron especial hincapié en el poder de Twitter. El primero por su utilidad en la difusión de sus críticas, pero el segundo por su poder como vehículo de conexión con los espectadores. "Me permite conocer los diferentes públicos. Es un lugar para el intercambio de la cultura", aseguró el productor de La Isla Mínima. Como dándole la razón a Iglesias, se proyectaron los tuits de los asistentes en la pantalla del auditorio y esta costumbre tan extendida en la actualidad también sirvió para corroborar la frase con la que Jordi Costa abrió su intervención. "Sin público no seríamos nada".

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