Opinión

Cervantes y Shakespeare

EL pasado 23 de abril fue un día grande para las letras. Este año de 2016 coincide, además del Día Internacional del Libro, con la conmemoración del 4º Centenario de la muerte de Cervantes y Shakespeare como pilares  fundamentales de las letras universales. Ambas figuras someras de la Literatura en sus respectivas lenguas.

 

Una casualidad, ¿verdad?  Dicha coincidencia (mismo día y misma hora) tiene , si se me permite por decirlo de alguna manera, una pequeña trampa. Shakespeare muere el 23 de abril de 1616, cierto, pero del calendario juliano vigente en la Inglaterra de aquella época corresponde al 3 de mayo del calendario actual. Aquí, en cambio, seguíamos ya por entonces, desde hacía 34 años, el moderno calendario gregoriano con diez días de adelanto con respecto al viejo calendario juliano, así que de este modo Cervantes llevaba varios días enterrado cuando falleció su insigne y no menos ilustre colega.     

 

A Cervantes lo enterraron el 23 de abril, sí, pero había muerto la víspera.                                                    Como  añadido a tal efemérides resaltar que quien sí murió de verdad el 23 de abril de 1616,en Córdoba y en su casa fue el  hispano-quechua, más conocido como el inca Garcilaso de la Vega, cronista bilingüe hispano, hijo del conquistador español Sebastián  Garcilaso de la Vega y de la  princesa imperial palla Isabel  Chimpu  Ocllo, que supo unir o fusionar sus herencias biológicas y espirituales llegando a convertirse en el primer mestizo cultural de América con proyección universal. El padre estaba emparentado con Jorge Manrique y cierto parentesco con  el Marqués de Santillana;  y su madre emparentada con señeras familias de la realeza nativa.          

       

En el Diario de Jerez del pasado 23 de los corrientes destacan sendas páginas (24 y 25) dedicadas a Garcilaso de la Vega ofreciendo en su lectura un recorrido idóneo para conocer y acercarse a dicha figura y a su obra visitando su casa de Montilla (Córdoba) en la que vivió unos 30 años. Allí llegó a escribir sus mejores obras además de poder observar unos de sus retratos más conocidos. 

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