Cultura

Cuando las Cortes de Cádiz concedieron a lord Wellington la Orden del Toisón de Oro

  • Nadie en la historia de España ha recibido tantos honores como el duque inglés, que fue también Grande de España · Una exposición en Madrid recorre la historia de la Orden más antigua de nuestro país

La Insigne Orden del Toisón de Oro -la más antigua si se exceptúa la inglesa de la Jarretera-, creada en 1430 por Felipe el Bueno, rey de Borgoña, el día de su matrimonio con Isabel de Portugal, ha sido otorgada por los veintiún jefes de Estado y soberanos que la han ostentado a lo largo de sus 580 años de historia a un total de 1.201 caballeros. Entre estos últimos, el primer no católico en recibirla fue el duque de Wellington tras su victoria sobre los invasores franceses de la Península en la batalla de Arapiles (julio de 1812).

Se la concedieron las Cortes de Cádiz a propuesta de la Regencia del Reino, por un decreto de agosto de aquel año que expresaba el agradecimiento por "los repetidos eminentes servicios que el Lord Wellington Duque de Ciudad Rodrigo ha hecho en favor de nuestra Santa Causa" y con el deseo de "dar un nuevo testimonio del alto aprecio que merecen a la Nación sus gloriosas acciones", entre las que destacaba la "importante victoria que con el valiente exército aliado" acababa el militar de conseguir "sobre las tropas enemigas del Mariscal Marmont".

Como se señala en el documentado catálogo que acompaña la excelente exposición que la Fundación Carlos de Amberes, de Madrid, dedica a La orden del Toisón de Oro y sus soberanos (1430-2011), nadie en la historia de España ha recibido tantos honores como Wellington: el citado collar del Toisón de Oro, el título de Grande de España, el de Generalísimo de los Ejércitos, las Grandes Cruces de la Orden Nacional de San Fernando y la Militar de San Hermenegildo -ambas creadas por las Cortes de Cádiz-, entre otros.

Añádase a todo eso el botín interceptado a las tropas francesas de José Bonaparte después de la batalla de Vitoria y que incluía importantes obras de arte que el Fernando VII regalaría luego en agradecimiento al primer duque de Wellington y que hoy pueden admirarse en la que fue su mansión londinense, la Aspley House, junto a Hyde Park.

De ahí precisamente procede el retrato que le hizo portando orgulloso sobre el pecho el Toisón de Oro su compatriota George Dawe, un pintor que se dedicó sobre todo a ese género y que fue entre otras cosas pintor de Corte en el San Petersburgo del zar Alejadro I, para quien pintó numerosos retratos de nobles rusos destinados a la galería militar de su palacio de invierno.

Es uno de los varios retratos reunidos por los organizadores de la exposición, que podrá visitarse en Madrid hasta el 26 de febrero, y entre los que hay auténticas obras maestras de ese género como los que Bernhard Striegel, Velázquez, Juan Carreño de Miranda, Pantoja de la Cruz, Antonio Moro, Sofonisba Anguissola, Goya, Anton Rafael Mengs o Vicente López y otros artistas hicieron a distintos soberanos, todos ellos con las insignias de la orden resaltando en el pecho.

Una muestra que cuenta la historia de la rama española de la orden desde sus orígenes hasta su actual jefe, el rey Juan Carlos I, y que junto a esas y otras pinturas, procedentes de diversos museos y colecciones privadas de España y el extranjero, incluye tapices, armaduras -como las de Carlos V niño y de Felipe el Hermoso- y piezas del Kunsthistorisches Museum de Viena, que exhiben los símbolos de la orden como el Vellocino de Oro, los eslabones, el pedernal chispeante o la cruz de San Andrés, así como libros del estatuto de la orden y códices de trajes con escenas como la procesión del Toisón de Oro o el emperador Carlos V con los siete príncipes electores.

Pero sobre la riqueza artística reunida, la exposición apasionará sin duda al visitante por la propia historia de una orden caballeresca cuya fundación anunció Felipe el Bueno en la ciudad de Brujas el 10 de enero de 1430 y de la que él sería el primer gran maestre, y también quien nombrase a un número limitado de caballeros de acuerdo con rigurosos estatutos basados en los ideales caballerescos medievales en lo que el historiador Huizinga ha llamado el "otoño de la Edad Media " y que estaban en trance de desaparición. Una orden a la que pertenecerían luego los monarcas españoles de la casa de Habsburgo gracias al matrimonio del emperador Maximiliano I con María de Borgoña, hija de Carlos el Temerario, que murió sin descendencia masculina, y siglos más tarde, tras la Guerra de Sucesión Española, a los Borbones.

Su signo distintivo es la piel del carnero, el vellocino, alusivo por un lado al viaje mítico del héroe griego Jasón y sus argonautas hacia la Cólquide, en la actual Georgia, para recuperar la piel de oro de un carnero, narrado en la novela de Apolonio de Rodas La argonáutica, con la que el fundador quería referirse seguramente a las peligrosas empresas y los viajes de los duques de Borgoña, pero por otro lado también -aunque esto ocurrió posteriormente por intervención de la Iglesia- a la historia bíblica de Gedeón, a quien el ángel Gabriel anunció que Yahvé le había escogido para liberar a Israel de los adianitas y al que el dios hebreo, para probar que era efectivamente dios, mostró un vellón milagroso. Esa interpretación religiosa es la razón por la que, como se señala en el catálogo de la exposición, ese héroe bíblico figura representado en la tumba de Felipe el Hermoso esculpida por Bartolomé Ordóñez para la Capilla Real de Granada.

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