Cultura

Dejando huella

  • El bailaor gaditano Juan Ogalla es candidato a los premios Bessies de Danza, que se conceden en Nueva York, por su participación en la obra 'Antígona'

El flamenco gaditano está de enhorabuena. El bailaor Juan Ogalla ha logrado meterse entre los candidatos a uno de los premios internacionales más prestigiosos en el campo de la danza: los Bessies de Nueva York. Los pies de Ogalla dejaron huella en la ciudad de los rascacielos cuando actuó en el Joyce Theatre, durante dos semanas de octubre del año pasado, con el espectáculo Antígona, y su trabajo se ha visto recompensado, de momento, con una nominación que el próximo 19 de octubre se puede convertir en un premio por derecho.

"La candidatura es una recompensa al trabajo y al esfuerzo. Siempre es bonito que reconozcan tu trabajo. Hay que valorar que Nueva York es una de las capitales culturales más importantes del mundo. Cada año pasan cientos de bailarines por sus teatros, y el hecho de estar nominado es toda una recompensa al trabajo y eso siempre es bonito y gratificante", explica Juan Ogalla a este periódico, vía correo electrónico también desde Nueva York, donde actualmente se encuentra, de nuevo, representando la misma obra que le ha valido aspirar a ser el artista más destacado de los que bailaron en la ciudad estadounidense en 2014. A ganar el premio a la mejor actuación del año aspiran, junto al gaditano, otros siete bailarines, entre ellos los primeros espadas del American Ballet Theatre o del New York City Ballet.

Fundados en 1983 en honor de la bailarina alemana Bessie Schoenberg (Hanover, 1906-Nueva York, 1997), los premios Bessies son sin duda de los más prestigiosos en el mundo de la danza, y el flamenco ya sabe lo que es ganarlos porque en 2012 Israel Galván se alzó con uno de los premios por su obra La edad de oro. La selección de los candidatos corre a cargo de bailarines, productores, coreógrafos, periodistas, críticos y académicos.

Antígona, que ahora representarán otros dos meses en Nueva York, es una producción conjunta de Martín Santagelo, que ejerce también de director artístico, y de Noche Flamenca. En la obra, Juan Ogalla comparte escenario con la bailaora Soledad Barrio. Ambos estána compañados por los guitarristas Eugenio Iglesias y Salva de María, y por los cantaores Manuel Gago y Emilio Florido, entre otros artistas.

Para Ogalla, esta versión de Antígona es "una visión muy particular de la tragedia de Sófocles, mezclando danza y teatro. Es interesante trabajar en otros registros".

Acostumbrado a actuar en España y fuera de las fronteras ibéricas, el bailaor gaditano es voz autorizada a la hora de calibrar cómo el flamenco, tan universal, es un arte tan reclamado: "El flamenco siempre se ha valorado fuera de España, incluso más que aquí. Para mí es un orgullo tremendo que el baile flamenco esté representado en los Bessies. En todos estos años trabajando por el mundo es impresionante lo que admiran y respetan este arte. En España muchas veces se debería tomar nota".

Y dentro del flamenco, el baile, una disciplina que Juan Ogalla lleva a gala y que considera que se encuentra en un presente excepcional que, sin embargo, no debe llevar a descuidar el futuro: "El baile flamenco está en su mejor momento. Pero cuidado, hay que mantener las raíces y los códigos. Dentro de la evolución natural de la vida, es importante saber de dónde venimos para saber a dónde vamos".

Cuando a Juan Ogalla se le pide que eche la vista atrás para destacar un momento clave en su carrera artística, se acuerda de más de un momento y, por tanto, de más de una persona: "Me resulta difícil quedarme con uno. Cada momento ha tenido su importancia y ha sido imprescindible en mi formación. Mis maestros, la compañía de Manuel Morao, Cristina Hoyos, Manuela Carrasco, María Pagés… y todos y cada uno de los compañeros con los que he tenido la suerte de compartir momentos tanto abajo como encima del escenario; de ellos ha sido de los que más he aprendido".

¿Y Cádiz? Su tierra natal, donde estuvo recientemente para participar en el homenaje a Mariana Cornejo en el Falla, sigue presente en la vida de Ogalla, porque en ella están sus raíces, en ella dio sus primeros pasos, incluidos los de baile, y despojarse de todo ese bagaje es prácticamente imposible. En el Falla, incluso, debutó como bailaor en 1982 con el espectáculo Las calles de Cai. El artista, sin embargo, reconoce clavada una pequeña espinita en el apartado público e institucional: "Cádiz en mi carrera queda lejos, me fui de aquí con 17 años porque quería dedicarme a bailar. Pero en mi vida siempre va conmigo... en mi cultura, en mis sentimientos, en mi manera de bailar… Nunca me he sentido valorado por las instituciones de aquí, pero esto siempre ha sido compensado con un cariño tremendo del público y de todos mis compañeros de profesión".

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