Cultura

Dolmen recupera a los héroes clásicos de las tiras de prensa estadounidenses

  • Rafael Marín coordina Colección sin Fronteras, que ya ha recuperado a Johnny Hazard y Flash Gordon, y en octubre lo hará con el Príncipe Valiente

Rafael Marín, coordinador de la Colección sin Fronteras.

Rafael Marín, coordinador de la Colección sin Fronteras. / fito carreto

Digamos que la larva de todos los superhéroes se gestó en papel de periódico, en los personajes de viñeta que venían a sublimar la experiencia de los héroes "cotidianos" de la II Guerra Mundial. "Quizá el periódico venga a ser el cómic primigenio, de verdad, para los que nos gustan los cómics -explica al respecto Rafael Marín-, pero no son los superhéroes convencionales. Los primeros superhéroes, el primer Superman, por ejemplo, era mucho más plano que los personajes que aparecían en los dominicales".

Desde el año 38 hasta los 60, a nivel cómic, las historias y personajes de peso eran las que aparecían en los diarios: lo que se publicaba en los álbumes de cómics era secundario. Una realidad que cambiará a partir de los 60 con la aparición de Marvel, en un fenómeno "muy parecido al que vivimos hoy con la televisión, las tablets e internet", apunta Marín, que piensa escribir un libro sobre las historias de los viñetistas en las cabeceras estadounidenses bajo el título Horizonte limitado: "Tan populares eran, tanto contribuían a los ingresos, que los dibujantes decían a menudo: yo estoy aquí para vender periódicos".

Hasta los años sesenta, las principales historias de cómic eran las que aparecían en los periódicos"

El escritor gaditano es el encargado de coordinar, además, Colección sin Fronteras: una nueva línea de la editorial Dolmen en la que el sello pretende ir recuperando a algunos de los clásicos de la época. Ya han salido las historias dedicadas a Johnny Hazard, un personaje que sirvió de inspiración clara a iconos como Indiana Jones o James Bond; y acaba de aparecer el volumen que reúne las viñetas de Flash Gordon y Jungle Jim. La editorial espera poder sacar el título dedicado a Principe Valiente el próximo mes de octubre, en el año en que se cumple el 80 aniversario del personaje: "A ver si existe un mercado que lo permita -confía Marín-. Entre otras cosas, nos hemos puesto a trabajar en este proyecto porque vemos que es algo que, como no se recupere ahora, corre el riesgo de perderse". El tomo gigantésco de casi cuarenta centímetros de Flash Gordon y Jungle Jim pretende recuperar el impacto que tenía el ver las dos historias juntas en formato sábana, porque después se publicaron divididas: "Las recuperamos por primera vez en español y con los colores originales, porque hasta ahora se habían reproducido a través de fotocopias", indica Rafael Marín, que explica que en cada historia hay que hacer un trabajo similar de recuperación, "rotular, tratar el color, traducirlo, intentar que no sea caro... Un tomo similar al que hemos sacado, en edición estadounidense, cuesta 80 euros: aquí cuesta 35".

Marín insiste en el "código diferente" que tienen estas hitorias, "con situaciones muy a lo Howard Hawks y unas heroínas que recuerdan a las de las pelis de los años 30 y principios de los 40".

"Johnny Hazard tiene mucho de Bond, por ejemplo, ese personaje extremo y mimado por la casualidad, que cae siempre de pie -cuenta-. Hay un tipo que tiene un sombrero de hongo con el borde de acero, o un malvado alemán que piensa hacer planchas de dólar para hundir la economía, tal que Goldfinger. Tenemos incluso el detalle de que Bond, cuando llega a un hotel, no se registra como Bond sino como Mark Hazard. Y para colmo, en los sesenta, Johnny Hazard trabaja cono agente secreto de una organización".

"No ha habido un dibujante que haya tenido un crecimiento artístico y narrativo como el de Alex Raymond, sobre todo, teniendo en cuenta que comenzó siendo un ilustrador del montón -indica al respecto de Flash Gordon-. Las historias son muchas veces surrealistas, pero el universo que recrea es irreproducible incluso a nivel cine. Las mujeres de Flash Gordon también eran fabulosas, aunque todas aquellas especie de Circe espaciales, llenas de velos y transparencias, aparecían aquí absolutamente censuradas, con capas de cuello alto".

La edición de Flash Gordon en España también fue agónica: en desorden, recortada y mal traducida, "llegando a extremos como que, en un principio, Flash Gordon es un jugador de polo y aquí te lo plantaron como un comisario de policía de los años 50".

Las biografías de los distintos autores podían llegar a ser, no en pocas ocasiones, tan rocambolescas como las de sus personajes: "Tenemos la anécdota de Milton Caniff, de Terry y los piratas: ideó una aventura en China donde, de repente, cambian las tornas y los enemigos son los japoneses, y se encuentra con que un día, el FBI llama a su puerta pidiéndole explicaciones porque estaba difundiendo material clasificado. Para colmo, era el único hombres de su barrio que no había podido ir a la guerra, porque tenía flebitis -relata Marín-. O la famosa escena en la que John y Yoko están en la 'Cama de la Paz ' y aparece un tipo gritándoles barbarides: es Al Capp, que como tantos ilustradores que en sus comienzos eran bastante de izquierdas y de Roosevelt, después se volvieron reaccionarios, defensores a tumba abierta de Truman a Eisenhower, e incluso denunciaron a compañeros al Comité de Actividades Antiamericanas".

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