Cultura

Fallece el poeta Ángel González

  • El laureado escritor y académico asturiano, uno de los principales representantes de la Generación del 50, muere en Madrid a los 82 años de edad a consecuencia de una grave crisis respiratoria

El escritor y poeta asturiano, Ángel González, autor de una extensa obra gracias a la cual consiguió ingresar en la Real Academia Española, así como importantes premios como el Príncipe de Asturias de las Letras o el Reina Sofía de poesía Hispanoamericana, falleció la madrugada del sábado en Madrid a los 82 años de edad después de sufrir una grave crisis respiratoria. Los restos mortales de González, miembro de la Generación del 50 a la que pertenecen José Manuel Caballero Bonald o Francisco Brines, y de la que formaron parte José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, José Hierro y Claudio Rodríguez, serán incinerados hoy en el cementerio de la Almudena y esparcidos por Asturias, tal y como era su deseo.

El octogenario maestro de la poesía nació en Oviedo el 6 de septiembre de 1925 en el seno de una familia de clase media, aunque en 1943 fue enviado a la localidad leonesa de Páramo del Sil para recuperarse de una tuberculosis, lo cual le sirvió para aficionarse a la lectura de poesía y comenzar a escribir sus propios poemas. Tras estudiar Derecho en la Universidad de Oviedo, en 1950 se instaló en Madrid, donde comenzó sus estudios de Periodismo y donde se presentó a las Oposiciones para Técnico de la Administración Civil. Así, consiguió ingresar en el Cuerpo Técnico de dicha administración, y después de pasar varios años en Sevilla, adonde fue destinado, pidió la excedencia y se marchó a Barcelona, donde ejerció como corrector de estilo de algunas editoriales, entablando amistad con autores de la talla de Carlos Barral o José Agustín Goytisolo.

En 1956 publicó su primer libro, Áspero Mundo, dentro de la editorial Adonais, antes de regresar a Madrid iniciando una estrecha relación con los autores Juan García Hortelano, Gabriel Celaya, Caballero Bonald y con otros exponentes de una Generación que incorporó a la lírica española nuevas reivindicaciones sociales unidas a su preocupación por el lenguaje.

Ferviente admirador de Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, González se trasladó en 1972 a Albuquerque, en Nuevo México (EE UU), en cuya universidad impartió clases durante un semestre, al igual que en Utah, Maryland y Texas, hasta que en 1974 le contrataron como profesor permanente de la primera, en la materia de Literatura Española Contemporánea.

En 1985 se publicó la edición aumentada de su libro Prosemas o menos y le fue otorgado el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Pese a que continuaba trabajando en EE UU, sus visitas a España eran constantes. Finalmente, en 1996, fue nombrado miembro de la Real Academia Española y le fue otorgado el Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana. Con motivo del sonado reconocimiento recibido, se publicó una versión aumentada del libro que Emilio Alarcos Llorach escribió sobre el poeta y, posteriormente, se editó Luz o fuego, o vida por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, con una amplia introducción de Víctor García de la Concha.

Sus últimos libros se publicaron en 2000 y 2001, y fueron 101+19=120 poemas y Otoños y otras luces. En el momento de su muerte se encontraba inmerso en un nuevo proyecto que queda ahora incompleto. El mes pasado fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Oviedo junto al Premio Planeta Juan José Millás. La noticia de su fallecimiento provocó la consternación de la esfera poética española. Así, Caballero Bonald, Premio Nacional de Poesía y amigo personal de González, quiso recordarle como a su "amigo del alma. Ahora me importa él, su obra la recordaré otro día". Para el poeta valenciano Francisco Brines, ayer nos dejó "un poeta transparente y preciso. Su poesía y su persona eran muy paralelas".

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