Festival de jerez

El Festival de Jerez cumple doce años

  • Hoy nadie discute que la ciudad es la capital del baile

EL Festival de Jerez "ya camina solo". Lo dijo Francisco López, director del Teatro Villamarta, el año pasado al hacer balance de la última edición de la muestra del baile flamenco y la danza española. Y es cierto, el universo flamenco, doce años después, se mira en el espejo del Festival de Jerez ahora durante 16 días, año tras año. La muestra, efectivamente, ha pasado en un tiempo récord de tener que captar a los artistas 'a lazo', al menos en algunos casos, por la falta de presupuesto, a ver cómo son ellos, ahora, los primeros interesados en estrenar sus montajes en Jerez. El Festival agota todas las plazas para los cursos de baile con alumnos procedentes de medio mundo, pero en 1997 apenas se sabía de este certamen. Y si en las primeras ediciones al Villamarta apenas acudía un puñado de aficionados, ahora son muchos los espectáculos que cuelgan el 'no hay entradas'. La Compañía Andaluza de Danza, hace 12 años, dirigida por María Pagés, alzó el telón de un certamen que en sus inicios era algo así como un bicho raro para una ciudad que siempre rindió culto al cante flamenco y que vio en el baile a su hermano pequeño. Fue un primer cartel que jugó sobre seguro -en realidad, en la buena programación, siempre apostando sobre obras y artistas de calidad contrastada antes que por las novedades del Todo a 100, ha residido buena parte del éxito del certamen-, y aun así ni el respetable ni los medios de comunicación se hicieron eco. De hecho, apenas 70 personas se asomaron al teatro para escuchar a Vicente Amigo junto a la Orquesta de Córdoba en 'Poeta'. En la actualidad, en cambio, los medios que se acreditan se cuentan por docenas y llegan a todo el mundo.

LOS PILARES DEL ÉXITO

En su gestación, se dijo que los objetivos del Festival de Jerez eran difundir el flamenco, formar a sus 'discípulos' y apoyar a los creadores más jóvenes. Hoy es la plataforma del éxito garantizado. Una de las claves ha estado en los cursos de baile -para no iniciados, básicos y de perfeccionamiento-, que crean escuela de la mano de los maestros de esta disciplina artística. El área formativa logra que el festival traspase todas las fronteras y al tiempo procura un lleno casi asegurado en los espectáculos. En paralelo, están otras actividades que van desde las tertulias en la Casa del Vino hasta la presentación de libros, exposiciones...

Sin duda, el Festival de Jerez supo adelantarse a su tiempo al observar todo el potencial del flamenco a la hora de captar turismo cultural y de ocio. Su apuesta decidida e inédita en la ciudad por el baile flamenco y español como la columna vertebral de la programación convirtió al certamen casi desde su gestación en la cita más internacional con el baile. Hoy por hoy, no sólo se ha cumplido con creces, sino que la práctica ha resultado ser maravillosa, ya que se supo cubrir un hueco del que ninguna otra muestra se ocupó como mererecía. Al tiempo, el certamen se contempla como el más abierto posible, empezando por su propia denominación, donde no existen ataduras y de algún modo se invita a presentar todo tipo de propuestas, expresamente con ciclos que traspasan todas las barreras.

Por Jerez este año pasarán dos artistas de premio: Manuela Carrasco y Miguel Poveda. Y así fue siempre: desde que arrancó la muestra la programación se ha nutrido de los máximos representantes del flamenco: el maestro Granero, Antonio Gades, Mario Maya y Matilde Coral son sólo varios ejemplos de artistas consagrados que han pasado por la ciudad. Y no pocos jóvenes han crecido y a la vez han desarrollado todas sus capacidades de la mano del certamen: Yerbabuena, Israel Galván, Joaquín Grilo, El Pipa, María del Mar Moreno, Belén Maya, Rafaela Carrasco e Isabel Bayón, entre otros muchos, copan hoy el primer escalafón del baile flamenco.

Aunque el Festival va mucho más allá de su magnífica programación, sólo comparable a los espacios donde se da cita: Teatro Villamarta, Bodega González Byass, El Alcázar y Sala Compañía. El Festival es la noche de peña en peña, donde el cante y el baile de inspiración se funden cuando menos se espera. Es el mano a mano de Javier Barón y El Tate en una peña; el pique sano entre guitarristas como la copa de un pino como son Juan Diego, Diego del Morao y El Bolita, que se encuentran a gusto en cualquier bar; el flamenco como un torrente de Guadiana, David Lagos, Sara Baras, Poveda, El Zambo, El Torta, Grilo, José Valencia, Melchora Ortega y otros grandes artistas cuya afición se proyecta en el trasnoche. En la retina de los jartibles están sus cantes y bailes por amor al arte. Y es esa fiesta después de la fiesta del baile y el cante la que hace del Festival algo muy especial. Pero la muestra es también la charla tranquila alrededor del arte jondo en El Arriate y El Colmao, en la peña de guardia, tan a gusto, entre amigos. Son los periodistas repasando la jornada entre copas de oloroso justo cuando Capullo de Jerez esté a punto de aparecer en Los Apóstoles, de González Byass; son los cursillistas perfeccionando la técnica y buscando su propio duende en la habitación de la pensión que les da techo. Administraciones como la Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura, tras muchos años pensándolo, han tenido que rendirse ante la evidencia y apostar de lleno por el certamen. Antes lo hicieron firmas privadas que han visto en la Cultura un brillante escaparate.

EL UNIVERSO FLAMENCO

Son el talento y la profesionalidad las bases de un Festival cada día más sólido. De entrada, apostándolo todo al baile, el planteamiento de la fórmula resultó atractivo, tanto por su originalidad como por sus infinitas posibilidades. El certamen previno que sería el baile el que tiraría del carro flamenco y no erró el tiro. Sin la danza como soporte, el Festival de Jerez quizá hoy sería historia. El baile, en cambio, ha permitido exponer en Jerez todo el universo flamenco: los puntales del cante, la guitarra y el baile en todas sus versiones han pasado por Jerez desde el 97. Este año estarán Miguel Poveda y Capullo, entre otros grandes cantaores; Manolo Sanlúcar, Alfredo Lagos y Pedro Sierra, en la guitarra; y Manuela Carrasco e Israel Galván, en el apartado dancístico. Son sólo varios de los protagonistas de una programación que, hay que insistir, será de lujo.

El Festival abrió sus puertas de par en par a todas las tendencias, partiendo siempre de lo clásico, y ante tan sugerente invitación fueron los maestros como Granero, Manolete, Güito, Angelita Gómez y Matilde Coral, entre otros muchos, los primeros en aceptar la idea de enseñar lo que llevan dentro tanto sobre el escenario como en los cursos de formación. Como está dicho, sobre esta idea ha girado en gran parte el triunfo del Festival de Jerez. Legión de aficionados de todo el mundo acudieron a la llamada de la muestra y los más privilegiados han podido contemplar de cerca a excepcionales creadores como fueron Granero y Antonio Gades. Hasta convertirse en la capital del baile, han pasado 12 años. Doce ediciones de clases magistrales por la mañana; tertulias y reflexiones a mediodía; tardes de cante, toque y baile en El Alcázar y Sala Compañía; y noches mágicas en Villamarta y González Byass. Doce ediciones que marcan el baile flamenco.

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