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Cultura

Gran página de historia artística

L gran valía de un Museo viene dada por dos cosas fundamentales: la importancia de la colección que alberga, calidad siempre por encima de cantidad; es decir, que no sea un contenedor de nombres importantes y sí de piezas importantes. En segundo lugar, la presentación de muestras temporales de trascendencia absoluta. Si estas dos constantes se llevaran a rajatabla, además, de otras consideraciones que vivifiquen la entidad museística, ésta habrá conseguido el digno estamento de un Museo importante.

El Museo Ruso de Málaga, con sus especiales circunstancias que lo envuelven, sobre todo, el ser una extensión en España del Museo Ruso de San Petersburgo que alberga, por tanto, cesiones de la entidad original, se ha caracterizado, en este poco tiempo de vida, por llevar a cabo una actividad discursiva generosísima, así como por un ejercicio programático lleno de rigurosidad, conciencia y solvencia en todas sus actuaciones. Las exposiciones se han sucedido con manifiesto interés para el espectador y en ellas el contenido se ha ajustado a los planteamientos que subyacen de la propia configuración del Museo de donde proceden.; es decir, las muestras se han constituido con los fondos propios y la aportación, mínima, de otras entidades, instituciones y cesiones particulares. Además de todo ello, la oferta malagueña ha llevado mucha calidad hasta los antiguos espacios de la Fábrica de tabacos; encontrándose el espectador con una producción artística de capital importancia que agrupaba elementos complementarios de suma trascendencia artística.

MARC CHAGALL y sus CONTEMPORÁNEOS RUSOSMuseo RusoMÁLAGA

Dentro de la primera exposición que programó José María Luna - el Director apasionado y entusiasta del mismo y, también, del Centro Pompidou y de la Fundación Picasso - Casa Natal -, aquella que sirvió como punto de partida del discurrir museístico llegado de San Petersburgo, pudimos encontrarnos con una serie de artistas rusos, de finales del siglo XIX, que fueron los que pusieron las primeras piedras de un camino vanguardista con infinita vocación de futuro. Entre ellos sobresalía espectacularmente el nombre de un artista nacido en la localidad de Vítebsk, entonces rusa, actualmente en Bielorrusia, que con el tiempo llegaría a convertirse en un artista genial, poseedor de uno de los lenguajes más personales de cuantos ha dado el Arte. Su nombre ocupa una de las más grandes y significativas páginas de la Historia del Arte, Marc Chyagall, nacido en julio de 1887 como Mark o Moisés Zajarovich Shagal.

Chagall ha sido uno de los pintores que más ha sentido su origen, mejor dicho, la tradición de su origen, entre estas circunstancias tradicionales, la religiosidad que envolvió su existencia. Todo ello fue motivo para plantearlo en sus composiciones y, de esta manera, envolverlas con un especialísimo hálito de espiritualidad y popularidad; los dos impregnados de cercanía y festiva representatividad.

La exposición nos sitúa por la obra de un Chagall apasionante, relator de una sociedad que vivió de cerca, a la que supo extraer unas circunstancias tan amables como inquietantes; que representó su entorno tanto físico como humano y que nos dejó retazos de su mundo, de sus amores con Bella, de su apasionante filosofía donde realidad y ficción diluían sus fronteras para crear un festivo universo, sin acritudes, con un lenguaje tan indiscutible como personal e intransferible.

Son espectaculares el ramillete de obras de Mark Chagall: "Barrendero", Rabino con limón", "Soldado con panes", "La cita", "Judío en rojo", "Amantes azules", "Mariasenka", "Matadero", "Viejo barbero" y lleno de todo el gran sentido de la estética de MarK Chagall, "Paseo", en la que los novios deambulan libremente por un paisaje en verde y donde el personaje masculino lleva un pajarito en la mano mientras sostiene en el aire a su amada. Junto a las obras de gran artista de Vítebsk, la exposición recoge piezas de artistas rusos que vivieron con él aquellos momentos iniciáticos en los que el Arte estaba a punto de cambiar los rumbos definitivos; algunos de gran importancia artística, como Jehuda Pen ( "Retrato de una muchacha" ), Mark Antokolki (con sus bellísimos altorrelieves, "Sastre judío" y "judío avaro" ), Vladimir Baranov-Rossine ( "Retrato de Lidia y Olga RibaKova"), Nathan Altam ( "Autorretrato" ) y Robert Falk ("Hombre con botella).

La exposición ha supuesto el felicísimo encuentro con la obra de una serie de artistas rusos que, con Mark Chagall a la cabeza, van a componer una página muy importante de la historia artística de vanguardia, aunque la creación de otros lugares alejados de aquella Rusia inmersa en tiempos convulsos, protagonizara el Arte de los primeros momentos del siglo XX.

Y, en unos días, la gran exposición de Vasily Kandinsky. Seguiremos informando.

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