Cultura

Havana Club

Filme de episodios, España-Francia, 2012, 126 min. Dirección: Del Toro, Trapero, Medem, Suleiman, Noé, Tabío, Cantet. Guion: Leonardo Padura. Fotografía: Daniel Aranyó. Música: Fabien Pisani, Suso Ramallo. Intérpretes: Josh Hutcherson, Emir Kusturica, Daniel Brühl, Jorge Perugorría, Mirta Ibarra, Vladimir Cruz, Daisy Granados, Elia Suleiman..

Uno no termina de verle la gracia a esto de las películas de episodios con ciudad protagonista y directores estrella, por más que, desde los años 60, se vengan haciendo de cuando en cuando gracias a la iniciativa de algún productor avispado capaz de sacarle los cuartos a unos y a otros con el pretexto de la promoción o el turismo.

Mucho de eso hay en esta 7 días en La Habana que, patrocinada por una conocida marca de ron, reúne al norteamericano Benicio del Toro, al argentino Pablo Trapero (Carancho), al español Julio Medem (Caótica Ana), al palestino Elia Suleiman (Intervención divina), al cubano Juan Carlos Tabío (Lista de espera) y a los franceses Gaspar Noé (Irreversible) y Laurent Cantet (La clase) para contar siete pequeñas historias ambientadas en la ciudad del Malecón, relatos breves que, en el mejor de los casos (Suleiman, Noé), aspiran a una cierta voluntad de estilo (minimalista y sin palabras en el caso del primero, sensorial e impresionista, en el del segundo) o a una mirada de perplejidad sobre el paisaje y el paisanaje, o en el peor (Medem, por goleada), inciden en los múltiples clichés románticos, culturales o sociales que suelen acompañar las ficciones, los documentales o los anuncios rodados en la isla.

Del conjunto rescatamos empero algunos instantes y fogonazos de humor o autenticidad: el primer tramo del corto de Trapero, con un Emir Kusturica haciendo de sí mismo, borracho como una cuba, yendo a recoger un premio a un festival de cine; o el episodio final de Cantet en el que un grupo de vecinos hormiguea de un lado a otro para montar una capilla improvisada para la virgen y su santera. Ni siquiera Tabío, el único director local de la cinta, consigue, a pesar de sus esfuerzos autorreferenciales y de su mejor conocimiento del terreno, escapar de los tópicos sobre la precariedad, la picaresca, la encrucijada entre quedarse o marcharse o el espíritu solidario del pueblo que contaminan, con poca fortuna, la mayor parte de los trabajos.

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