PRETÉRITO PERFECTO

Hoy es el día en que actuó el señor

Pues sí, queridos lectores, el Señor ha actuado de una vez para poner remedio a uno de los descuidos más vistosos de nuestro patrimonio histórico: el florido pensil de la trasera de San Dionisio. Emigraron los loros y los orangutanes, y los ecologistas están en pie de guerra, pues el espacio estaba a punto de ser declarado Reserva de la Biosfera. El caso es que una mañana, y dentro del proceso de rehabilitación de toda la trasera de la parroquia, aparecieron unos imponentes andamios que finalizarán con una selva urbana que habría desatado la envidia de la reina Semíramis, esa que construyó los maravillosos Jardines Colgantes de Babilonia.

El que escribe estas líneas ha publicado en varias ocasiones artículos referentes al verdor que corona algunos de nuestros templos históricos (bueno, en realidad siempre era el mismo artículo que salía un año tras otro), y si siguen mi obra periodística, sabrán que más de una vez he criticado la actitud de la Iglesia hacia los monumentos que custodia, siendo el retablo de la sala capitular de la Cartuja mi último combate que, hasta dónde sé, ha quedado con la espadas en alto. Pero ni yo soy Don Quijote, ni monseñor Mazuelos un vizcaíno indómito, y sé que todo no va a ser luchar contra el Obispado de Jerez. De hecho, hoy es día para la felicitación a la gestión eclesiástica, que por fin ha puesto los medios para eliminar ese feo borrón que ensuciaba un entorno tan visitado como la plaza Plateros.

Primero fueron unas hierbas, luego bosque bajo mediterráneo, y ya por últimas el Mato Grosso, tanto, que Telecinco se llegó a plantear la grabación de un reality en la azotea del templo de nuestro patrón, "Supervivientes, aventura en San Dionisio" se iba a titular e incluso se habló de que algún concursante acabase con la cabeza en las manos, como el santo obispo de París. Todos estos planes se han ido al traste gracias al tesón del párroco, que ha conseguido financiación y superar la maraña burocrática que suponen intervenir en un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural, que no crean que es poca cosa.

Habrá quien piense que arreglar la casa de uno no tiene gran mérito, y en el caso de San Dionisio casi se trataba de un caso de decencia (de ser una finca cualquiera se diría que su dueño era un boliza por el estado de dejadez alcanzado), pero no todo es tan fácil como pueda parecer. El edificio que ha llegado hasta nosotros es uno de los más antiguos de Jerez, pues el grueso de la fábrica se remonta a la primera mitad del XV. Además, todo hace pensar que tiene defectos de construcción, pues la ruina ha acompañado a la joya mudéjar al menos desde el siglo XVI. Luego vinieron restauraciones e intervenciones varias, que a lo más sirvieron para cambiar el aspecto del monumento, cuando no a borrar su historia. De entre todos los arquitectos que pusieron sus manos sobre las venerables piedras de la iglesia, se lleva la palma Rafael Manzano, quien dejó un rastro de destrucción que ya quisiera el ISIS.

A comienzos del siglo XXI San Dionisio era un pastiche neomudéjar que no tenía sus problemas estructurales resueltos (después de más de cuarenta años de intervención dirigida por Cuadra y Manzano), por lo que hubo de intervenir el Ayuntamiento, encargando la dirección de los trabajos a Manuel Barroso, quien se ocupó de reforzar los pilares y mejorar ciertos defectos del pavimento. Es decir, que las obras han terminado hace dos días y, huelga decirlo, en los tiempos que corren las administraciones públicas no andan muy boyantes. Así que toca al pobre párroco continuar con los arreglos. San Dionisio no tiene una feligresía muy crecida y las marquesas que levantaron palacios de ensueño hace tiempo que volaron. Por si fuera poco, no todos los fondos pueden dedicarse a adecentar el edificio, ya que hay otras necesidades que van desde el sostenimiento del culto divino a la ayuda a los más necesitados.

Alguno de ustedes dirá que para estos casos está el Obispado, algo que es cierto, pero al poderío económico de esta institución, hay que contrarrestar su ámbito geográfico, en el que se hallan otras parroquias tan malheridas (o incluso más) que San Dionisio. La actuación de la Curia para salvar Santiago del derrumbe ha sido digna de elogio, pero la mies es mucha, y los recursos pocos, así que por aquí tampoco parece que pueda venir financiación.

Ya ven el panorama. Pero el párroco, en lugar de encerrarse en la sacristía a llorar como nueva Magdalena, ha decidido afrontar el problema y acabar con nuestra pequeña Amazonía. ¿Un loco? Tal vez, pero un loco que merece toda nuestra veneración y apoyo. Endeudándose con los bancos, sacando de donde no hay e incluso pidiendo de puerta en puerta (he sido testigo), en imitación de su ilustre predecesor, el recordado padre Bellido, Luis López-Cuervo ha colocado los andamios en la trasera de San Dionisio. Cuando todo acabe, descubriremos que lo que parecía la casa de King Kong era en realidad el ábside de una de las iglesias más hermosas de la ciudad, una parte muy importante de nuestra historia y un orgullo para los jerezanos.

Hoy es el día que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Y sobre todo nuestro agradecimiento por tan necesaria acción.

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