Cultura

'Imaginariland' la tierra indómita de Pérez Villalta

  • El creador de Tarifa expone en el Espacio de la Calle una serie de esculturas, dibujos y pinturas nacida de su desbordante imaginación

Ya hace tiempo, por no decir nunca, que la creatividad de Guillermo Pérez Villalta no se toma vacaciones. Si fuera así, si su cabeza dejara de imaginar, el autor buscaría de alguna manera la muerte. Se aburriría de la vida. Porque él vive en un mundo que poco tiene que ver con la escenografía exterior que acompaña los cuerpos, a la que sin embargo su racionalidad y pragmatismo le mantienen anclado. Y de esas jornadas de musas repetidas a lo largo de un año entero, el artista de Tarifa ha dado forma a 'Imaginariland'. Una exposición inaugurada ayer en el Espacio de la Calle (Santo Domingo 7, duplicado), que se podrá visitar hasta el 13 de mayo.

Esculturas que en el principio fueron dibujos, y que existen fruto de un largo proceso que fue lo que más gustó al artista. El autor llevaba muchos años intentando utilizar una artesanía de orfebres, que hacen "cosas para Semana Santa y que utilizan una técnica maravillosa. Desde la galería de Rafael Ortiz encontraron un taller que estaba dispuesto a trabajar conmigo, con unas ideas previas. Les pregunté si esos bocetos eran realizables y me dijeron que aquello no tenía ningún problema", cuenta entre risas Villalta. Dibujos precisos que contaban paso a paso al orfebre el trabajo que tenía que desarrollar, a la vez que iban surgiendo otras posibilidades y dificultades. "Pero lo mejor de todo -añade- es que ha habido un gran entendimiento y he quedado muy satisfecho. De hecho, me encantaría que esas obras que son tan caras de producir, se vendieran para poder hacer más". Las esculturas expuestas en vitrinas están acompañadas de sus correspondientes 'bocetos' y de cuadros relacionados.

Del papel a las tres dimensiones en las que Villalta también ha metido sus manos, en el bronce, bañado después en plata. "Se hacían los moldes, luego a la fundición... Un proceso en el que yo estaba dirigiendo, pendiente de todo. Ha sido muy largo y muy satisfactorio, aunque cuando sale una pieza del horno es un auténtico horror (ríe), es espantosa, pero luego se reconvierte. Una vez hecha, dices: 'ah, qué bonito ha quedado'. Es todo un ataque de nervios. Es el primer experimento que me gustaría que saliera adelante".

Si normalmente la escultura tiende hacia la figura, en esta ocasión el artista camina hacia el paisaje, casi onírico, "algo que creo que nunca se ha hecho". Obras llenas de simbolismos que pueden ser interpretadas de muchas maneras, aunque los secretos de dichos símbolos sólo se los cuenta el artista a la gente más próxima. "Lo que quiero es que el espectador genere sus propias historias, y esto lo hago también en la mayoría de mis obras tanto en pintura como en dibujo. Una cosa es la historia que yo me cuento y otra la que se cuenta el espectador. Y es lo que procuro. Que se piense sobre lo que se ve. La gracia es la que la cabeza empiece a funcionar, es lo que hace que aquella obra sea algo". Y dice al respecto que el arte "no existe, es mentira. Lo que existe es el pensamiento que genera el arte, que es puramente humano. Los animales no lo tienen".

Porque si hay un lugar donde Pérez Villalta se siente realmente un habitante es en su propia imaginación. Un mundo interior riquísimo, de paisajes desbordantes de creatividad, muy lejos del "triste espacio exterior" que reside el resto de los humanos. Una muestra que son inventos imaginados hace años que ahora ven la luz. "Se descubre un mundo artesanal maravilloso", por la pasión de Villalta hacia la Semana Santa. Un planeta de lo ornamental al que al autor de Tarifa le gustaría 'legar' el manto de una virgen. Otro de sus sueños.

Y es que la cabeza de este autor no cesa de crear, proyectos que a veces nunca llegan a ser obras, es sólo arte en su imaginación. "Es una desgracia que me persigue. En la parte de mi obra que no es pintura, tengo cientos de proyectos que no se han realizado como las esculturas o una fuente pequeñita, exquisita, que me encargaron para una plaza de Sevilla". Y es que lo gigantesco, lo monumental no está entre las prioridades de Villalta. "Me gustan las cosas pequeñas y exquisitas, en las que se mezclen mármoles, bronces, cristal...". ¿Y cómo digiere todas esas ideas sin plasmar? "Bueno, como ha sido a lo largo de mi vida pues ni tan siquiera puedo decir que sea resignación, sino más bien un 'y qué le vamos a hacer'. Tengo una imaginación desbordante y no todo se realiza. Ni en pintura. Y no lo hago porque me canso de trabajar, aunque trabajo todos los días. Hay catálogos de miles de obras que he hecho. Trabajo continuamente".

Reconoce que no se sorprende de su propia obra cuando ya está hecha, porque ha vivido todo su proceso de creación. Pero en esta ocasión, el camino ha sido agridulce. Muchas alegrías y algunos berrinches con un final feliz.

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