Cultura

Impresionante recital de grandes actrices

Drama, EEUU, 2009, 109 min. Dirección: Lee Daniels. Guión: Geoffrey Fletcher, a partir de la novela 'Push', de Sapphire. Fotografía: Andrew Dunn. Música: Mario Grigorov. Intérpretes: Mo'Nique, Paula Patton, Mariah Carey, Lenny Kravitz, Sherri Shepherd. Cines: Bahía de Cádiz (Cádiz) y Bahía Mar (El Puerto).

Precious presenta, de entrada, la originalidad de ser una gran película que opta a los Oscar más importantes de este año: película, dirección, guión y actriz, además de a actriz de reparto y montaje. No es falso realismo seudotelevisivo, como la hábil y tramposa En tierra hostil. No es un anuncio de máquina de café con pretensiones de reflexión sobre el egoísmo neoliberal, como la superficial Up in the air. No es un basto engendro con canciones que malogra un buen musical teatral, como Nine (incluida una Penélope Cruz en pose de tópico de pasión latina más propia de un videoclip de Luis Miguel que de una recreación felliniana)... Es una gran, emocionante y honesta película. Y eso, este año, es una excepción en la carrera a los Oscar.

Basándose en la novela de la escritora afroamericana Sapphire, la película cuenta la dura lucha por la supervivencia y la propia dignidad de Precious, una obesa adolescente negra de 16 años que sueña con ser blanca, delgada, rubia y amar a un hombre blanco. Su realidad es muy distinta: vegeta en un instituto de Harlem desoladoramente parecido a cualquier otro de una zona marginal española, en el que los profesores se esfuerzan en vano para que las clases sean algo más que un contenedor de inadaptados y gamberros, víctimas sociales a la vez que verdugos de sus propios compañeros y de ellos mismos. También sueña con ser una estrella negra, pisar alfombras rojas y firmar autógrafos mientras su padre la viola y la deja embarazada por segunda vez. Se ha creado un mundo paralelo que le permite sobrevivir en el infierno que es su día a día. Pero, tras su segundo embarazo, Precious puede optar a un plan educativo especial diseñado para rescatar alumnos en situaciones límite.

Cuando la profesora que quiere ayudarla habla desde la calle con ella a través del interfono para proponerle su ingreso en el programa, la contraposición entre la educadora blanca y el piso-infierno desde el que le responde Precious, presionada por una madre maltratadora que lo acepta todo, vive para comer fritangas y dulces mientras ve la televisión, también la somete a abusos y sólo piensa en conservar la bonificación asistencial que recibe por la incestuosa hija de su hija y por su nuevo embarazo, define en pocos planos dos mundos tan próximos como remotos. Pasar de uno otro será la lucha que libre la protogonista.

Son un error las visualizaciones de los sueños de Precious. Pero es el único que se le puede reprochar a la película y, además, queda minimizado por el sobrio vigor y la fuerza dramática de casi la totalidad del metraje. Mérito de Lee Daniels, primer productor afroamericano en obtener un Oscar (Monster's Ball) que ha dado un paso de gigante tras su debut como realizador (Shadowboxer) con esta emocionante película, es renunciar a todos los trucos (hoy tan en boga y premiados) que crean una cáscara realista a base de efectos (cámara libre, grano duro de la imagen) para optar por la sobriedad de una imagen estable y limpia. Es lo propio de quien confía en sus recursos expresivos y narrativos, en la fuerza de la historia que a través de ellos narra y en el talento de los actores que dirige con maestría. Su homenaje a Vittorio de Sica es una declaración de intenciones.

Las justamente nominadas a la mejor interpretación femenina como intérprete principal (Gabourey Sibide) y secundaria (Mo'Nique) crean dos personajes inolvidables. Extraordinarias también las interpretaciones de Paula Patton y Mariah Carey como las mujeres que ayudan a Precious a salvarse a sí misma.

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