Diario de las Artes

Interiores felizmente contados

  • La pintura figurativa tiene que tener emoción, creatividad, esencia pictórica, carácter y, sobre todo, de personalidad

La pintura figurativa no sólo debe estar bien hecha - los que ni siquiera lo consiguen, mejor es que se dediquen a otra cosa -, tiene que tener mucho más, estar poseída de emoción, de creatividad, de esencia pictórica, de carácter y, sobre todo, de personalidad. Transcribir la mera realidad, no es más que una simple labor que como decía Cezanne, "sólo servirá para convencer la mirada de los imbéciles", una pérdida de tiempo que, a nada conduce. Por eso, para que la pintura figurativa tenga algún valor tiene que poseer una entidad que no se consigue con unos únicos planteamientos virtuosistas. Juan Ángel González de la Calle es consciente de que la sola manifestación epidérmica de la pintura conduce a bien poco. Él, que es un dominador absoluto de la técnica, lleva tiempo desarrollando una pintura aderezada con todos los aditamentos para marcar las distancias con la simple transcripción de las concreciones. Lo hemos visto en muchos y buenos capítulos de una pintura que él domina desde el conocimiento absoluto del oficio y desde los entresijos de una profesión que hay que saber mantener firme para alcanzar objetivos de muy amplio espectro.

En la actualidad, el pintor jerezano se encuentra inmerso en la plasmación de un paisaje que sirve de escenario para que los elementos que lo conforman posibiliten una realidad a contracorriente donde todo es posible en un desmedido proceso de descontextualización.

Juan Ángel González de la Calle expone en la Fundación José Luis Cano de Algeciras tras su paso por la ciudad campogibraltareña como autor del cartel de la feria taurina. Para la ocasión ha confeccionado una serie de paisajes interiores donde se funden los más dispares elementos hasta componer un capítulo de imposibles, acertadamente estructurados y que desentrañan episodios de una historia ficticia sacada de una realidad casi posible. Hay en su obra una manipulación de los elementos que transforman sus funciones, una disposición con doble apariencia y una narración de circunstancias donde la primera función ha sido transformada. Todo ello hasta distribuir una historia que rompe el discurso real para alcanzar una cota nueva que pone distancias absolutas con la transcripción real de los simples elementos escénicos habituales.

De nuevo, la pintura de este artista ofrece sus apasionantes relatos, sus dobles juegos de identidad, su aplastante descontextualización que propone una contundente oferta fuera de los límites ilustrativos habituales para conducirnos por un mundo de situaciones sin fronteras significativas.

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