Cultura

Julio Rodríguez y las evocaciones del otro lado del espejo

  • El artista jerezano expone en la Sala Rivadavia 'Ilusiones de un mentiroso' La propuesta alude a la complicidad del público en un juego entre realidades

Cuenta Julio Rodríguez (Jerez, 1967) que en sus más de treinta años de trayectoria pictórica, su estilo estuvo vinculado, durante mucho tiempo, al hiperrealismo. Entrar, pues, en el juego de percepciones era sólo ir un paso más allá. O, más bien, un salto más allá, jugando con lo que ahora se ve y lo que ahora no se ve, entrando de lleno en las evocaciones del mundo de la madriguera y los espejos.

Así, sus Ilusiones de un mentiroso -la muestra que el artista abrió ayer en la Sala Rivadavia de Diputación- nos lleva de la mano de la realidad más sólida al truco absoluto. Su propuesta -dice el crítico Bernardo Palomo- alude a la "doblez visual, al guiño cómplice y a una especie de enmascaramiento de lo real". Desde la Fundación Provincial de Cultura de Diputación, organizadora de la muestra, se apunta que Julio Rodríguez es "un especialista del truco visual y la ambigüedad, que incita al espectador a formar parte de la obra y otorgarle su sentido definitivo, en figuraciones que se prestan y que persiguen en cierto modo el equívoco y que necesitan de la complementariedad de la interpretación de quien las visiona".

Como en todo trampantojo, el material utilizado en las veinticuatro obras que integran esta muestra resulta un elemento fundamental. Rodríguez toma, por ejemplo, la superficie plana de una televisión de plasma para pintar sobre ella el busto parlante de un presentador; o, en la serie de obras dedicadas a la gastronomía, coge una sartén como soporte y y dibuja sobre ella los alimentos. Puede tomar una puerta, una puerta entera, picaporte incluido, y añadir de su propio pulso el almanaque, el suelo y la bombona. El juego de engaños es continuo, en un alarde que busca la incansable complicidad entre público y obra.

Comenta Julio Rodríguez que este trabajo es, además, "un paseo por la memoria, desde tus referencias cuando eres pequeño hasta que eres mayor, el Tarzán en blanco y negro que se veía en la tele, con el UHF, o el típico tendedero de caña y ladrillo de la abuela, el frigorífico... Busco el tema cotidiano -continúa- pero, al mismo tiempo, la contemporaneidad en la forma de presentarlo".

El grueso de Ilusiones de un mentiroso pudo verse hace un año en la Sala Pescadería Vieja de Jerez. Para su exposición en la Sala Rivadavia, por cuestiones de espacio, su autor ha realizado una selección del conjunto total de la serie, al que ha añadido para la ocasión tres nuevas piezas.

Formado en Dibujo Publicitario en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Jerez, y profesor en la actualidad de Diseño Artístico y Publicitario, Julio Rodríguez se define como "autodidacta" en pintura. Sus propuestas plásticas, sin embargo, guardan relación evidente con el metalenguaje y la concesión a referencias, elementos que son piezas fundamentales del discurso publicitario.

"Para mí, el fin último del arte -explica- es compartir la experiencia con el público, bromear con él, provocar algo en el espectador. También me dedico a hacer retratos y demás, pero disfruto mucho la parte creativa. Muchas veces observo que se montan, por ejemplo, exposiciones muy buenas de arte abstracto, pero las salas están vacías porque la gente siente que no conecta con este estilo... Esto puede deberse a una parte de falta de comprensión o de formación, pero también pienso que es misión del propio artista esforzarse por acercarse al público, por hacer que su trabajo pueda llamar la atención a una señora que viene de hacer la compra, a un niño o a un entendido en artes plásticas. Mi afán es provocar emociones y sorprender".

Tal vez, indica el autor, por una especie de espíritu de contradicción que ha tenido desde que era pequeño: "El mismo que me hizo, por ejemplo, no fumar precisamente porque todos en mi pandilla lo hacían", rememora.

Para Julio Rodríguez, el diferencial reside en la creatividad: "Hay veces en que me dicen que lo que hago es distinto a lo que ven en otros sitios, o que me arriesgo, y creo que ese es el mejor elogio que le pueden hacer a nadie -afirma el jerezano-. A la hora de pintar, tengo la suerte de poder dejarme llevar, de no tener que ir buscando lo comercial".

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