Cultura

Kaurismaki: "Todos somos humanos y mañana serás tú el refugiado"

  • El director de culto convence en Berlín con su tragicomedia sobre un sirio exiliado y perdido en Finlandia

El director finlandés Aki Kaurismaki, ayer en el Festival de Cine de Berlín.

El director finlandés Aki Kaurismaki, ayer en el Festival de Cine de Berlín. / guillaume horcajuelo / efe

Al finlandés Aki Kaurismaki, uno de los cineastas más personales y coherentes de la cinematografía europea contemporánea, le preocupa "el estado mental de Europa" y su deshumanización, lo que le ha llevado a exponer las miserias de la política de refugiados en The Other Side of Hope, una de las películas más aplaudidas de la presente edición de la Berlinale.

Con su peculiar sentido del humor melancólico y extraseco, en el límite del hieratismo, Kaurismaki sigue en su película, presentada ayer en el festival, a un refugiado sirio (Sherwan Haji) que huye de los bombardeos en Alepo junto con su hermana tras perder a toda su familia. Ella, a la postre, también se queda en el camino, al intentar en vano cruzar una de las múltiples fronteras europeas. Al llegar a Finlandia, donde es rechazada su petición de asilo, consigue la ayuda de un hombre (Janne Hyytiäinen) que le da empleo como limpiador en su bar y lo ayudará a rescatar a su hermana del limbo de leyes indiferentes.

"Quisiera ser un gran manipulador para cambiar el mundo. Pero soy demasiado vago, me contento con tratar de cambiar Europa", explicó. "A Finlandia, país relativamente pequeño, llegaron 20.000 iraquíes y la gente temió que venían a atacarnos, como lo hizo Rusia años atrás. Que nos robarían el coche o nos lo rayarían", añadió con ese tono tan característico de sus películas el director de Nubes pasajeras, Un hombre sin pasado, Luces al atardecer o Le Havre, que a sus 59 años compite por primera vez en Berlín tras muchos años entregado a Cannes.

Inteligente e irónico, Kaurismäki atajó con una broma una pregunta la presunta "islamización de Europa" que le hizo una periodista. "¿Islandización? No, no, Islandia no invadirá Europa", fingió entender, para negar de ese modo que haya indicios de esa invasión que con tanto éxito pregona la ultraderecha en todos los rincones del continente. De hecho, por eso quiso rodar The Other Side of Hope en su país. "No me gusta la actitud de mis compatriotas", a veces demasiado comprensivos con los neonazis, "esos verdaderos finlandeses", atizó Kaurismaki, convencido de que los dirigentes políticos están equivocándose gravemente en su manera de abordar la tragedia de los refugiados. "Hacemos muchas leyes para esconder los crímenes que traen las leyes", resumió. "¿Qué diablos somos, si no somos capaces de comportarnos como seres humanos? Mañana serás tú el refugiado, y entonces...".

Kausirmäki ya abordó el tema de los refugiados en Le Havre (2011), destinada a ser la primera parte de una trilogía sobre puertos. "Como soy muy perezoso, tengo que hacer una triología siempre. Y la trilogía de puertos se ha convertido en una trilogía de refugiados. Espero que la tercera sea una comedia", bromeó el cineasta, que en esta última tragocimedia humanista, cien por cien Kaurismaki, presenta casi una novela gráfica filmada con decorados minimalistas que evocan los años 50, planos fijos, personajes de movimientos milimetrados y diálogos pulidos hasta el tuétano, limitados a lo estrictamente esencial.

La otra gran película de la jornada se presentó fuera de concurso, aunque despertó tanta expectación que parecía favorita a todo. Es The Lost City of Z, de James Gray, autor de La noche es nuestra, Two lovers o El sueño de Ellis, uno de los grandes cineastas de su generación. Esta vez se sirve de los actores Charlie Hunnam, Robert Pattinson y Sienna Miller para recrear las expediciones del militar y explorador Percy Fawcett, enviado por el Gobierno británico a principios del siglo XX al Amazonas para delimitar la frontera entre Brasil y Bolivia. Durante la misión, Fawcett se entregó a otra búsqueda: la de una hipotética ciudad perdida en la selva, cuna de una civilización desconocida.

"El colonialismo sigue existiendo", afirmó el director, que relacionó esa forma de poder con la "ola de nacionalismos que invade el mundo". Y es que Gray tiene la sensación, parece que nada infundada, de que "no aprendemos de los errores del pasado". En una retórica más promocional, Pattinson, uno de los grandes reclamos mediáticos de la película, confesó que el rodaje "fue una gran aventura, teníamos la sensación de estar jugándonos la vida de verdad". Nada más lejos del propósito del director, sin embargo, que una película de aventuras y acción al uso, como intuirá cualquiera que haya disfrutado de su cine. Esta vez, como él mismo explicó, buscaba más bien retratar el intento -condenado al fracaso de antemano- de una persona de huir de todas las barreras sociales.

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