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Cultura

Lección sonora en la Milwaukee

  • Los canadienses del grupo The Sadies ofrecieron un espectacular concierto dentro del ciclo Heineken Music Selector en el que presentaron 'Darker Circles'

Los extraterrestres existen, son cuatro, y tocan en una banda que se llama The Sadies. Son capaces de escarbar en todos los trastes de una guitarra con un ímpetu que te desarma, transitan el improbable camino que va desde el bluegrass más radical hasta el garaje menos incorrecto sin darte tiempo siquiera a asumir los cambios y los arreglos. Una proeza la de estos cuatro músicos que demostraron en apenas unos minutos por qué Jon Spencer se los lleva de gira o por qué se han convertido en poco más de una década en una banda legendaria.

Empezaron con una puntualidad inusual en estos lares a las once y media de la noche (muy profesionales), estrenando casi una remozada Sala Milwaukee que ya echábamos de menos. Buena entrada (aunque no el lleno que servidor esperaba, considerando los desmayos y las histerias que han arrasado con Facebook la última semana), mucho músico entre el público y una humedad del noventa y nueve por ciento.

El cuarteto de Canadá empezó expresando su gratitud por encontrarse en El Puerto de Santa María y se abalanzó sobre el primer tema de la noche con una saña desproporcionada. Una breve pieza instrumental que recordaba indefectiblemente a The Shadows, The Flying Burrito Brothers y Ennio Morricone.

Sin dar tiempo a aplaudir siquiera, empalmaron con un tema rockabilly de corte psicópata, con guitarras aceleradas y coros a lo The Byrds que desencajó más de una mandíbula entre el público. El resto del concierto pareció seguir la inercia de su abrupto y delicioso inicio.

The Sadies llevaban preparado un set exhaustivo y muy pensado para evitar cualquier forma de deriva, hueco o bostezo. A los temas atropellados seguían medios tiempos algo más melancólicos; a los magníficos coros a dos o tres voces, fugas instrumentales en las que daban cuenta de su habilidad como intérpretes, como en la grandiosa 10 more songs, perteneciente a su último disco.

Además, los canadienses tampoco quisieron dejar ninguno de sus trabajos en el olvido. Repasaron lo más destacado de toda su discografía haciendo especial hincapié en sus dos elepés más recientes y celebrados: New Seasons y Darker Circles. Pero no todo era virtuosismo. O lo era pero de una forma cabal. Digamos que la habilidad de The Sadies para exprimir sus instrumentos con una pericia inquietante no es mera voluntad de estilo o mero discurso vacío. Su virtuosismo está siempre al servicio de las canciones. No se trata de un tumulto informe de punteos, redobles y variaciones; sino de expresar con absoluta destreza unos temas con pies y cabeza, compuestos con sensibilidad e inteligencia, que hablan de sentimientos cercanos y paisajes emocionales complejos. Entre tantas canciones sobresalientes se hace complicado destacar un momento concreto, aunque atendiendo a la reacción del público, brillaron de una forma singular Cut Corners, Another Year again y, sobre todo, una inspiradísima What's Left Behind, que funcionó, prácticamente, como una suerte de himno entre la concurrencia. Pero hay que subrayar que tampoco hubo ni un solo tema que desentonase, que te sacase del concierto, que no estuviese a la altura de las altísimas expectativas generadas por la actuación. Hacia la hora de concierto, los hermanos Good (guitarras, violín y voces), Mike Belitsky (batería) y Sean Dean (contrabajo) abandonaron con rudeza los instrumentos y salieron en tropel al bendito patio practicado en el seno de la Sala Milwaukee a respirar y a secarse los ríos de sudor que les surcaban el cuerpo. Aunque hicieron esperar poco a la concurrencia y a la de tres volvieron a subirse al escenario para despedirse con un tema extenso lejano a las ínfulas country y cercano al garaje jaleoso y de corbata que tanto se agradece entre tonadilla bluegrass y paraje tejano.

The Sadies ofrecieron un concierto que dejó contentos a los asistentes y que acabó cuando los cuatro de Canadá abandonaron el escenario para subirse en su nave espacial y seguir con su gira española.

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