Cultura

Museo Thyssen, buscando argumentos

DEBO comenzar diciendo que la figura de la baronesa Thyssen me produce muy diversas sensaciones. Por un lado, como español, me siento eternamente agradecido a ella por ser la que consiguió que la maravillosa Colección de Arte de Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, II Barón Thyssen-Bornemisza, recalara en nuestro país, algo que fue duro por los muchos novios que tuvo y por tener que luchar contra el poco interés de los hijos del barón de que fuera España la sede que albergase una de las colecciones de arte más importantes del mundo. ¡Ole usted, por eso, doña Tita! Sin embargo, aparte de las consideraciones sociales o esas que salen en el 'Sálvame', que me interesan bien poco, hay algunas cosas que te desconciertan. Me parece bien ese interés suyo por ser ella, también, adalid de lo artístico. Si el barón tenía una magnífica colección, ella ha procurado conseguir otra. Claro que el barón de esto sabía y ella, no llega nada más que a lo que llega. Su colección de arte del siglo XIX es bastante completa, quizás con excesivos altibajos y acusadora de que ha querido acumular cualquier nombre, a pesar de que la obra de éste no fuese la de mayor trascendencia y calidad.

Si ustedes van a visitar su Museo -Málaga, al mismo tiempo, ofrece muchas otras importantes cosas- no se pierdan, dentro de la colección permanente, un extraordinario, José Gallegos Arnosa, varios espléndidos Emilio Sánchez-Perrier, sobre todo, 'Invierno en Andalucía o bosque de álamos con rebaño en Alcalá de Guadaira', un Julio Romero de Torres bastante agradecido, un poderoso paisaje de Joaquín Sorolla, una corrida de toros de don Mariano Fortuny, un correcto Ramón Casas, algunas obras de Ignacio de Zuloaga, transmisores de ese espíritu seco de la España castellana; además, obras de Manuel Cabral Bejarano, José García Ramos, José y Joaquín Domínguez Bécquer, José Moreno Carbonero, Raimundo de Madrazo, Aureliano de Beruete, Francisco Iturrino, entre otros. Pero junto a ellos, existen bastantes desajustes artísticos. Por ejemplo, en la misma sala donde encontramos una espléndida escultura románica de un Cristo muerto, se presenta una pareja de angelotes salidos del peor alumno del taller italiano de Lucca Della Robbia o una Santa Marina, según la cartela anunciadora, de Francisco de Zurbarán que, si así fuese, el artista de Fuente de Cantos estaba, en aquellos días, en su periodo más bajo de creación o su impresionante estilo había desaparecido por arte de magia. De todos modos, se trata de una buena colección de arte, sobre todo, del siglo XIX, que apunta, claramente, los gustos de doña Carmen.

Siguiendo en su Museo, hay que decir que el mismo se ha levantado en la céntrica calle Compañía de Málaga, abierto a la plaza que, el ayuntamiento que preside Francisco de la Torre, ha rotulado, en eterno agradecimiento, con el nombre de plaza Carmen Thyssen, Su ubicación, en un ruinoso edificio del siglo XVI, el Palacio de Villalón, ha sido extraordinariamente rehabilitado y convertido en una gran sede museística. Mi ovación más absoluta, una vez más, al consistorio malagueño por todo cuanto está haciendo por el arte en general. ¡Cómo ediles de un mismo partido pueden ser tan avispados, inteligentes, sabios, cultos y amantes de la cultura como es el alcalde de Málaga y, casi todos los demás, tan bodoques en materia cultural! En el Museo, con un cierto caos en la distribución museológica, nos encontramos algunos de esos aspectos diferenciadores y que provocan tantos desajustes en todo lo que rodea a esta popular señora. Pero lo que, realmente, echa para atrás es la programación de las exposiciones temporales. Desde que se inauguró el museo van tres, todas con obras pertenecientes a la propia colección; las más que justas, 'La tradición moderna en la Colección Carmen Thyssen' y, la actual 'Paraísos y Paisajes en la Colección Carmen Thyssen, de Brueghel a Gauguin' -no es posible, y dice muy poco del conocimiento museográfico de los responsables del museo, colocar la mejor obra de la muestra, 'El jardín del edén' de Jan Brueghel el Viejo, en el peor sitio de las salas, un espacio mal iluminado y en un lugar donde los reflejos son permanentes, haciendo difícil la contemplación de la magnífica obra-. Pero, junto a ellas, se ha ofertado, la muestra 'Mercedes Lasarte en la Colección Carmen Thyssen'. Esta autora, argentina de nacimiento, es por lo visto, una pintora muy del interés de doña Carmen -creo que es a la única a quien le gusta su obra-; su exposición ha emborronado impunemente la realidad de un Museo que es del gusto de mucha gente y que completa la impresionante oferta artística existente en la capital de la Costa del Sol; una Málaga, sin duda, la absoluta referencia artística en Andalucía y de la que, el Museo Carmen Thyssen forma parte, por derecho propio, generando interés y mostrando una realidad que, con sus altibajos, interesa a muchos y prestigia la cultura de una ciudad muy bien regida artísticamente.

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