Pretérito perfecto

Pedro Fernández de la Zarza, ese hombre (IV)

 EN 1552, con 58 años, Pedro Fernández de la Zarza seguía ocupando el cargo de alarife del cabildo jerezano. No obstante, a partir de estos momentos las intervenciones del maestro se limitan a inspecciones y tasaciones de obra. Dado que todavía faltaban diecisiete años para que el maestro falleciera, es posible que sufriera algún accidente que le impidiera el desarrollo normal de su profesión.

El 24 de febrero de 1552, el maestro daba poder a Gonzalo de Cea para que cobrara 200 ladrillos que le debían los tejeros por su oficio de alarife(44). Justo un año después, el 22 de febrero de 1553, aparecería documentado por última vez como maestro mayor de las obras de San Miguel en un contrato de compra de cantería(45). De hecho, en el mes de septiembre de ese año Francisco Rodríguez aparece mencionado por primera vez como maestro mayor de la dicha obra. Del mismo modo, el 26 de mayo de ese mismo año, el Municipio Jerezano proponía que el maestro, acompañado de Fernando Álvarez, acompañara al ingeniero Rodrigo Vélez en su visita a los manantiales del término municipal, pues este maestro se estaba encargando del proyecto de conducción de aguas hasta la ciudad(46).

El 10 de junio de 1553, junto con los maestros Fernando Álvarez, Juan Rodríguez y Francisco Ruiz de Oliva, redactaba un informe sobre el estado de conservación del Alcázar de Jerez que fue enviado a la Corte. Un día después, sabemos que arrendaba una casa, propiedad del albañil Cristóbal Rodríguez, por espacio de un año en la calle de las Vacas (hoy Santa Isabel), en la colación jerezana de San Dionisio(47). 

El 12 enero de 1558, el cabildo jerezano decide nombrar a Francisco Ruiz de Oliva para que acompañara en el cargo de alarife a Pedro Fernández “que no vayan el uno sin el otro”(48). Así, el 8 de septiembre de 1560 ambos apreciaban las casas que el sombrerero Francisco Pérez de Jaina tenía “en la collaçión de San Dyonis en la calle de guyrola”(49). Se trata de la  penúltima noticia documental del maestro, cuanto contaba con 64 años de edad.

El 20 de mayo de 1569, desde Aranjuez el Rey enviaba una cédula a la ciudad para que le informaran sobre el oficio de alarife pues éste, que había sido concedido por el César Carlos en la figura de Pedro Fernández de la Zarza, había quedado vacante tras el fallecimiento del maestro(50). Por tanto, suponemos que el maestro debió fallecer ese año a la longeva edad de 75 años.

Una vez realizado el perfil biográfico de Pedro Fernández de la Zarza, vamos a centrarnos en aquellos edificios en los está documentada su intervención o tenemos indicios para pensar que intervino. Dejando a un lado la iglesia del monasterio portuense de La Victoria, donde su participación es prácticamente testimonial, iremos estudiando su obra conservada.

Como hemos visto la vinculación de Fernández de la Zarza con las obras públicas jerezanas fue constante a lo largo de su carrera, tanto en la ejecución de las mismas (en la alcantarilla de Guadaxavaque o la fuente de La Alcubilla) como en su papel de técnico capaz de emitir su parecer sobre diferentes infraestructuras, lo que está documentado en la calzada de El Portal, la traída de aguas, el alcázar o las murallas islámicas. 

La primera noticia que relaciona a Pedro Fernández con el Puente de Cartuja data de 1526, cuando aparece como testigo en el contrato de alquiler de unas casas que realiza el tracista de la obra, Fortún Jiménez de Vertendona. Por lo que podemos deducir, en el año escaso que estuvo en Jerez  el maestro bilbaíno se limitó a dar las trazas del nuevo edificio, sin que se iniciasen las obras,  pues los trabajos no comienzan hasta 1532. Precisamente este año Pedro Fernández de la Zarza firma un contrato con el Ayuntamiento para levantar el puente. La compra de ripio (piedra menuda) en 1533, indica que por esas fechas se estaban realizando los cimientos, así que la ejecución estuvo por completo en manos de Fernández. La intervención de éste fue corta (de hecho en 1535 y tras un largo parón es sustituido por Diego Jiménez de Alcalá) pero decisiva, ya que levanta un pilar y deja comenzado uno de los arcos, lo que condicionó la obra por completo. Además, aunque siguiese las trazas de Jiménez de Vertendona, los problemas técnicos que habría de solucionar el maestro afincado en Jerez serían numerosos, teniendo en cuenta las importantes crecidas del río que cruza. El conocimiento de Pedro Fernández de la Zarza de las obras de ingeniería (en las que quizás hubiese trabajado con anterioridad junto al maestro bilbaíno) parece probado al analizar el puente de Cartuja. La forma afilada de los tajamares para que los pilares resistiesen la corriente o los aliviaderos ubicados sobre los propios pilares, quizás deban mucho a Fernández y a su pericia. El prolongado proceso constructivo de la fábrica, lleno de parones, provocó que las reparaciones comenzaran desde la misma inauguración del puente. Hasta 1541 no se constata que la obra estuviese en uso y ese mismo año el Ayuntamiento ordenó a Fernández de la Zarza y a Fernando Álvarez que se reuniesen con el corregidor para tratar de la reparación del puente. La elección de estos dos artífices no era casual. La vinculación de Fernández con la obra queda clara y Álvarez era uno de los constructores más importantes en el Jerez del momento, siendo, entre otras, autor de la fachada del jerezano palacio Riquelme(51). Pese a que los maestros consideraron que había que calzar uno de los pilares, la situación económica del Municipio no permitió reparaciones por el momento. En 1543 el estado de ruina del puente era galopante e incluso se había abierto uno de los arcos. En febrero de este año Fernández de la Zarza hubo de acompañar al maestro mayor de la Ciudad de Sevilla, Juan Sánchez, en una nueva inspección y en julio el propio Fernández y Fernando Álvarez quedaron al cargo de la reparación, que consistió en el calce del pilar dañado. No tenemos constancia de reparaciones de importancia en el puente hasta finales del XVI y ésta fueron necesarias por los daños causados por la obra de los nuevos molinos construidos en 1582, por lo que la habilidad de Fernández de la Zarza en obras de ingeniería queda de nuevo probada.

NOTA 44

44. Archivo Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. 1552. Oficio VI. Diego López. Tomo I. Fol. 301. 

45. Archivo Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. 1553. Oficio. VIII. Fernando López. Fol. 94 vto. y ss.

46. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Actas Capitulares. 1553. Fol. 564.

47. Archivo Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. 1556. Oficio XI. Leonís Álvarez. Fol. 745.

48. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Actas Capitulares. 1558. Fol. 126 vto.

49. Archivo Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. 1560. Oficio VIII. Fernando López. Fol. 733.

50. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Actas Capitulares. 1570-1571. Fol. 122.

51. Sobre la obra de Fernando Álvarez en Jerez, véase Sancho de Sopranis, H.: “La arquitectura jerezana en el siglo XVI”, en Archivo Hispalense. nº 123. Sevilla. 1963. pp. 21 y ss. y Guzmán Oliveros, N. y Orellana González, C.: “El palacio renacentista de Riquelme (Jerez, 1542)”, en Revista de Historia de Jerez. nº. 7. Jerez. 2001. pp. 137-151.  

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