Flamenco

El Pele se da un festín

  • El cantaor de Córdoba presenta su grabación '8 guitarras y un piano', en el que interpreta diez cantes distintos acompañado por lujoso plantel de instrumentistas, elegidos según el estilo

El Pele dice que en este disco los compañeros le han hecho un homenaje. Es la noble forma que tiene de valorar y agradecer el lujoso plantel que, de forma desinteresada, le acompaña en su nueva grabación. Para uno, lo suyo es lo que siempre ha entendido como el sueño de todo cantaor: que te acompañe un guitarrista distinto elegido según el estilo y, ya puestos, si se trata de interpretar una zambra, un pianista de tu gusto. Todo eso es lo que ha podido hacer realidad el cantaor Manuel Moreno Maya (Córdoba, 1954) en su reciente grabación titulada 8 guitarras y un piano.

Antes que nada, y para mejor comprender el proyecto, se hace preciso describir esta grabación en la que El Pele se atreve hasta con diez cantes distintos y de todos sale airoso. Demuestra con ello, además de su gran profesionalidad, su probada condición de cantaor largo, dominador de un amplio abanico de estilos que interpreta en formato clásico, sin apenas más adornos que los que aportan las guitarras y, en una ocasión, el piano. Realmente, se trata de un acierto del producto musical del disco, Isidro Muñoz, porque la nómina de instrumentistas era para eso, para escucharlos casi en el mismo nivel del cante y sin más aditamentos.

Yendo tema a tema, nos encontramos con el que abre la grabación, una taranta con cartagenera en la que le acompaña Miguel Ángel Cortés. Le sigue una canción por bulerías, que no es otra que la clásica Alfonsina y el mar, junto al joven de Morón Daniel Méndez. Luego viene la soleá con el acompañamiento del onubense Juan Carlos Romero, y la bulería que, quizás como no podría ser de otra forma, está encomendada a Moraíto Chico, lo mismo que los fandangos que siguen, temas estos que cuentan con letras del propio cantaor. Para la seguiriya rematada en cabal se eligió el toque del paisano José Antonio Rodríguez, y, para las alegrías, el del jerezano Diego del Morao. La pausa entre tanta y tan buena guitarra llega con la zambra, también de autoría de El Pele, en la que aparece la magia pianística de David Peña Dorantes. Finalmente, la malagueña que cierra el disco, cuenta con el toque del sevillano Niño de Pura. A todos ellos hay que añadir la colaboración de la cantaora María Toledo en la zambra, y la de Sandra Carrasco y Macarena de la Torre que ponen sus voces en la malagueña.

La relación de acompañantes es, pues, de impresión; pero El Pele está a la altura de todos y cada uno de los acompañantes de la misma forma que ellos están a la altura del cante del cordobés.

Uno también entiende que el artista se merece un disco así, porque hace justicia a su larga y comprometida carrera y, sobre todo, porque es de los pocos que, hoy día, puede estar a la altura de un reto como este.

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