Cultura

RevistAtlántica dedica su último número a la figura de Màrius Torres

  • La publicación recuerda el centenario del poeta catalán en un monográfico · El Instituto Ramón Llull ha colaborado con la Diputación Provincial en esta edición

Un poeta "singular, de influencias nunca vistas hasta entonces en la producción de un poeta español, con una manera muy peculiar de escribir y con esa filosofía tan extraña que relaciona muerte y esperanza". Así define el director de RevistAtlántica, José Ramón Ripoll, la aportación de este poeta catalán a la literatura contemporánea. Un autor que hasta no hace mucho tampoco era muy conocido entre las letras catalanas -"al contrario que otros contemporáneos como Foix i Mas o Salvador Espriu", apunta- y del que el propio Ripoll no conoció su existencia hasta los años ochenta. "Más tarde -continúa-, a raíz de un congreso entre poetas catalanes y castellanos, comencé a indagar en su vida. Por supuesto, ya en Cataluña había estudios sobre su figura. Algo que tal vez no se había hecho antes porque pertenecía a otra tradición, más alemana, más francesa, italiana... y nadie se atrevía a catalogarlo".

Precisamente, la primera vez que los versos del catalán se vieron volcados al castellano fue en RevistAtlántica, cuando el número ocho de la publicación realizó, en 1994, una aproximación a su obra. Para José Ramón Ripoll, Màrius Torres es un "poeta crepuscular, ausentista. Observa la naturaleza bajo un tamiz otoñal pero con una voz de expresión muy vibrante. Es curioso comprobar cómo está muy presente en él la idea de eterno retorno".

Su corta biografía -Torres fallece, víctima de tuberculosis, en 1942, a los treinta y dos años- resulta cadenciosa y simbólica. Tanto su enfermedad como el carácter póstumo de su obra -que el autor nunca vio publicada, siendo editada por primera vez en México-, otorgan además un halo tardo-romántico a su figura.

Màrius Torres fue criado en una familia de ideario republicano. Su abuelo -médico de profesión y con quien Màrius tuvo una estrecha relación- introdujo la metapsíquica -espiritismo- en España: "A finales del XIX, era habitual que convivieran con el socialismo utópico las doctrinas espiritistas al estilo de las de Madame Blavatsky, como una nueva forma de entender lo trascendente -explica al respecto José Ramón Ripoll-. La revolución social también se entendía como una revolución interna individual. Además, la metapsíquica tenía principios muy vinculados al humanismo cristiano".

Màrius Torres también estudió Medicina pero apenas pudo ejercer como profesional, ya que enfermó enseguida y lo enviaron al sanatorio de Puig d´Olena. Torres se desarrolló como creador durante estos años en este lugar. Allí fue donde conoció a Mercè Figueras, de la que se enamoró, y allí pudo ahondar en una relación con la naturaleza de tinte filosófico. Aislado pasó también la Guerra Civil viendo cómo, a la vez que él mismo se consumía, caía la República y su familia había de partir al exilio a Francia -su padre había sido alcalde en Lleida por Esquerra-. Màrius no participó activamente en la contienda, pero sí la vivió, por supuesto, "con gran inquietud y, a la vez, con una gran tranquilidad espiritual -comenta Ripoll-. Curiosamente, en el 39, le dice a Joan Sales que es el año mas feliz de su vida, pero se refiere a una felicidad mucho más interna porque es uno de sus años más productivos". A pesar de sus pobres circunstancias, a Torres llegaron a aplicarle la Ley de Responsabilidades Políticas. "Tras la guerra vemos cómo a veces el poeta se cartea en francés con algunos amigos -cuenta José Ramón Ripoll-. Dado que estaba prohibido escribir en catalán, él hacía esto en gesto de rebeldía".

Intérprete y compositor de piano, "durante su reclusión empezó a leer a los franceses, aprendió alemán e inglés, musicó incluso algunos poemas de Verlaine y la música es, en efecto, un elemento que se siente presente en toda su poesía", indica Ripoll. Sus experiencias en el sanatorio se tradujeron en poemas, artículos, cuentos y cartas -RevistAtlántica reproduce precisamente tres de sus misivas, a Mercè Figueras, a Carles Riba y al que sería su editor, Joan Sales-.

Torres mantuvo además una cierta relación de desapego con su producción literaria: destruye gran parte de sus trabajos y, al final de su vida, llega a la conclusión de que sólo iba a escribir cuando realmente le apeteciera: "Para Màrius Torres la escritura -explica Ripoll- no es una vocación sino una auténtica necesidad. Por eso muchos poetas conciben la poesía como una ampliación de su propio ser, como una totalidad, a la manera de Juan Ramón Jiménez, aunque no tengan nada que ver..."

Ripoll apunta que la obra del catalán "se presta a confusión" porque "bajo formas aparentemente tradicionales se esconde una poesía moderna. Eso lo supo ver muy bien Margarida Prats en la primera edición de su obra", explica. La profesora de la Universidad de Barcelona colabora en este monográfico dedicado al poeta, junto a Pere Gimferrer y Mercè Boixareu. Un especial en el que destaca también el numeroso y emotivo material gráfico cedido por la Universidad de Lleida y para el que se ha contado con la colaboración de Víctor Torres, hermano del autor, y del catedrático Jaume Pont.

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